El aroma de tu piel.

El día a día/ The days we're living

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Ha pasado un tiempo prudencial. Así me lo he dicho. Ante todo sentido común, análisis frío, situación bajo control.

Ya no estás.

Hace un año (creo) que te fuiste.

No me levanto pensando en ti, ni enciendo la luz para comprobar que sigues ocupando ese espacio en la cama. No revuelvo ya las cosas que se te ha olvidado recoger; ni me doy cuenta que son aquellas que te regalé una vez, cuando nos amábamos. Ni siquiera pongo ya dos tazas en la cafetera de cápsulas de colores que tanto te gustaba. Salía el café colado denso y oscuro como tu voz; con cierto deje cálido y amargo, como nuestra vida en común. Te gustaba el rosa, el verde brillante también; huías de los descafeinados y del azúcar blanquilla, que es un veneno. Como tú y yo. Y untabas de aceite una tostada de carbonilla.

Ya no discutimos por la mañana temprano: la ropa tirada, la tapa sin bajar, los paltos sucios. Ni cuenta me doy que todo está tan impoluto y ordenado que parece que nadie viva aquí conmigo; ni yo mismo. Pero es así.

Casi ni recuerdo el color verde de tus ojos, ni la forma entrecerrada, escondida y tierna que tenías de mirarme cuando yo no me daba cuenta, pero que te descubría de reojo. Ni el sonido de tu risa cuando la mermelada terminaba en mi pantalón, de lo torpe que soy cada mañana. Ahora, cada día, la mermelada se cae, la mantequilla permanece intacta, y esa cafetera moderna no la usa nadie. Desde que no estás dejé el café y el tabaco y el alcohol y la mala vida. Bueno, desde que no recuerdo ya, incluso la compañía.

Ha pasado un tiempo prudencial. Sin precisar, puedo decir que casi mi corazón está curado de ti. Ni la sombra de tu nombre, cuando cae en alguna conversación entre amigos me produce dolor; incluso ya no corro tras una sombra que se parece a tu espalda sin ser tu espalda que podría ser tu espalda, ese océano maravilloso donde dejaba mis besos y también mis deseos y mis sueños. Hasta me enorgullezco de mi fortaleza, que me parece real, sólida, tranquila, pausada, llena de sentido común y de buen hacer.

Pero me engaño. Lo sé. Cruzo la calle y tu nombre me asalta el recuerdo y tiemblo. Cierro los ojos y dibujo la forma de tu sonrisa, y mis dedos recorren cada uno de los meandros de tu pecho y el aroma de tu piel inunda mis recuerdos y excita mi recuerdo, mi recuerdo, mi pasado… Y me atrae a ti.

Y te veo en todas partes: en el bar esperando mi llegada tardía; la colilla en el suelo, la mirada recriminadora, la palabra amarga que se diluye en un beso. Y el aroma de tu piel en el beso del reencuentro y en la amargura de la despedida; en cada día y en cada noche de las que se compuso nuestro amor y también nuestra ruptura.

Ya no lucho contra tu recuerdo. He encontrado unas cien fotos en el móvil que aún no he borrado. Me niego a hacerlo, aunque estén en la nube, en la nube del pasado. Ya no batallo por no recordarte, pues hacerlo me ayuda a olvidarme, como el agua se lleva el jabón y la suciedad y las lágrimas de estos ojos secos que no vieron, ni lucharon, ni supieron qué hacer cuando te fuiste.

Y es que te encuentro en la luz del día y en la tarde moribunda, en la arruga de las sábanas y en el repiqueteo de la ducha en la mampara. El pelo húmedo, pingando y pegado a tu cabeza como un casco, y el aroma de tu piel limpia sobre mi piel. Hasta correr por el parque y atiborrarme a chocolate con almendras. La noche con sus sombras, el día con su eterna claridad, buscando el sol, apoyándome en la luna, el aroma de tu piel me persigue y me recuerda y me transporta y me detiene en un punto ingrávido donde el universo no existe, porque ya no estás junto a mí.

Pero ahora todo se va deteniendo. El sentido común, me dicen, o que el tiempo todo lo cura (menos el recuerdo de ti). Y lo dejo pasar: los segundos, las horas, los días, con la vana esperanza de dejarte de lado, de no recordar cada pelea ni cada reconciliación, ni el primer beso, ni el último lleno de amargura… Y dejo que mi corazón se vacíe y se llene de cicatrices, y mi cabeza diluya tu recuerdo como a veces pensamos que se olvidan los malos sueños…

Pero a pesar de los pesares, a pesar del calvario de tu abandono, del infierno informe en la que se convirtió mi vida tras tu huida, tú no has sido una pesadilla, si no un deseo que salió mal, que no supimos apreciar, o que no era para mí.

Y sin embargo, cierro los ojos y el aroma de tu piel aún me asalta a veces… Y dejo que mi sonrisa fluya, que mis ojos se perlen de pequeñas lágrimas y mi corazón se llene de un gozo suave, de recuerdo vahído, casi olvidado, y libre de prejuicios que ya no necesito, que ya no me hacen daño.

Amor secreto/ Secret Love.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside

10601861_692734624152120_1629803708_n   Yo tenía un amor encerrado en el corazón. Lo llenaba, me hacía sentir único.

   Yo tenía un amor callado, que se esforzaba por salir a mi boca y llenarlo de besos.

   Yo tenía un amor que clamaba por ser libre y que se me escapaba por los poros para gritar su nombre.

   Yo guardaba un secreto, y ese secreto me hacía feliz.

   La gente me llamaba, me decía, me preguntaba. El brillo de mis ojos me delataba, mas de mis labios sellados sólo brotaban sonrisas. Lo más difícil de ocultar en esta vida es el amor y el catarro. Y yo estornudaba mariposas cada vez que estaba a su lado.

   Me esforzaba por ocultar mis ganas de abrazarle. Sudaba tinta china para no acercarme y dibujar un mapamundi en su espalda. Cuando estábamos solos el tiempo se diluía, y cada despedida era un eclipse. Pero brillaba el sol cada mañana cuando nos veíamos, y temblaba como una hoja cada vez que nos tocábamos.

   Yo tenía un amor secreto que me hacía único. Un amor secreto que me llenaba y me hacía feliz. Yo tenía, pero ya no tengo.

Porque ya no es un secreto nunca más.

   Hoy puedo gritar su nombre; puedo llenarme la boca con sus besos y de sus abrazos nos salen alas que nos hacen flotar. 

   Hoy puedo decir lo mucho que le quiero, lo especial que he sido desde que lo tengo, lo maravilloso que es sentir la luz de la tarde en el parque cogidos de la mano, y darnos un beso al abrigo de la sombra en medio de un gentío inexistente.

   Tengo un amor que es alegría pura, pasión pura, puro corazón. Y ese amor eres tú y juntos hoy, desde las montañas hasta el río, desde el edificio más pequeño a la loma más encrespada, podemos decir que ya no hay que esconderse, ya no hay qué temer, ya no hay que ocultarlo: nuestro amor ya no es secreto nunca más.

   Y gracias por abrir mi mundo, mi mente y mi corazón.

   La magia de tu nombre brilla a pleno sol, y ya no hay amor secreto que guardar ni que ocultar. Por ti. Y para mí.

¿Habrá amor después de ti?/ Is There Love After You?

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

Is There Love After You? . Michael Feinstein. 

   1545077_10202308584212751_183467500_nTu sonrisa. El sonido de tu voz. El brillo de tus ojos de miel.

   Tu manos grandes y fuertes, llenas de callos, y sin embargo hábiles y suaves, discretas y tan experimentadas.

   Tus caricias que eran notas de música en mi piel, y tus labios, agua para mi sed.

    ¿Habrá amor después de ti?

   Tu boca dulce, llena de carne y sensualidad. Y tu risa cálida y el arrullo de tu compañía dormida a mi lado. El peso de tu cuerpo sobre el mío, a mi lado, debajo de mí. Y el extraño magnetismo que nos unió.

   Ojalá pudiera romper mi corazón en pedacitos pequeños para comérmelos uno a uno y borrarte de mí. Ojalá pudiera limpiar cada uno de los poros de mi piel que huelen a ti y que te saben de memoria. Ojalá pudiera decir a alguien aquello que te he dicho sólo a ti, con un susurro de noche oscura: Te amo.

   ¿Habrá amor después de ti?

   No lo sé.

   Porque me he quedado seco. Ni siquiera tengo el sentido morboso de espiar, por el rabillo del ojo, aquello que pudiera haberme atraído alguna vez. Mi mente lo compara contigo, mi corazón que rebosa lo rebasa contigo, y dejo escapar esa pulsión  quedándome frío.

   Porque no hay amor como el tuyo. No hay amor como el que tuvimos. Pasión, deseo, sensatez, abandono, entrega, fusión, locura y abandono.

   Porque no hay nadie como tú, o parecido a ti, o similar al menos a ti: tus ojos oblicuos, el rosa granate de tus labios, ese mentón irreverente y cabezota… Ni esa forma única de querer, entre el egoísmo y la generosidad, entre la posesión y la desfachatez.

   ¿Habrá alguna vez un cielo distinto al nuestro? ¿Existirá algún día alguien que no me recuerde a ti, que no reverbere todo lo que siento por ti? ¿Habrá vida después de la muerte de nuestra historia infinita?

   ¿Habrá amor después de ti?

   No lo sé…

   Qué tristeza, la verdad.

Cuentos de hadas/ Storybooks.

El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

   fa161dd06b5b11e3b0330e308ba3951d_8Dime, ¿de verdad existen?

   ¿Esas historias que leemos, las sonrisas, los peligros, los arreglos fallidos, los encuentros finales?

   ¿Existe ese amor increíble que parece irreal, que nace de una mirada y quema todo a su paso, hasta encontrar la felicidad?

   Dime: ¿eso es lo que nos pasa a nosotros?

   Sé que sólo en lo sueños ese amor es real. Pero tú tienes magia en la mirada, que me embarulla los pensares; y en esa voz, que teje embrujos que me obsesionan. Y te has metido en mis  sueños sin permiso y sin ganas de irte. Y me susurras palabras de amor.

   Dime, ¿tú eres un cuento de hadas? ¿Acaso eres un príncipe encantador que me encanta y me desencanta y me deja jadeante pidiendo más?

   ¿Seremos el último renglón, la última frase de una historia que no parece tener final?

   El amor, ese que has hecho nacer en mí, que fluye desbaratando todo a su paso: mi pensar, mis sentidos, mi entero sentimiento, ¿es tan hermoso como parece? ¿Es tan seguro como aseguras? ¿Sabe que no sabe que ama?

   El amor, ese que parecía de cuento, es tan real que casi lo toco con los dedos cuando te abrazo y cuando te respiro y cuando, juntos, rodamos por la hierba mojada llena de risas. De las tuyas y de las mías.

   Dime, ¿es verdad que este amor es real? ¿Que hay un cuento de hadas para nosotros dos y que hoy nos rodea?

   Dime: ¿mi corazón es tuyo y late en mis manos? ¿Mis besos son tuyos y se llenan de tus sueños? ¿Es verdad que habito en tu piel?

   ¡Oh! El amor ideal, ese amor irreal, parecía un sueño… Y sin embargo aquí estás. Juntos, junto a mí, junto a ti. Juntos. Unidos con pegamento de escarcha. Y risas.

   Sólo en sueños creí ser tan feliz. Sólo en sueños imaginé que las caricias fueran tan quemantes y la pasión tan abrasadora. Sólo en lo cuentos de hadas pensaba que la vida se hacía mágica y que cambiaba todo de repente. Hasta que te conocí.

   Sé mi príncipe encantado. Que yo seré la magia que una nuestras manos.

   ¡Oh! Sé mi sueño preciado, que yo seré la noche que nos abrigue y nos encante, el mar en calma que nos arrulle y la hierba que nos sostenga.

   Dime: ¿así es el amor?

   Dime: ¿así es nuestro amor?

  Pues ven, no esperes más, y acércate. Abrazémonos. Besémonos. Amémonos. Escribamos  juntos las líneas de un cuento de hadas lleno de felicidad.

¿Un futuro mejor?/ A Better Future?

El día a día/ The days we're living

   f9ecba3655ca11e3be040e37929c2f0e_8El otro día, en Madrid, mientras comía con un par de queridos amigos, surgió esta idea fruto de un comentario que había hecho Alaska en un programa radiofónico (creo).

   Me gusta Alaska como personaje, y Olvido Gara como persona; al menos todo lo que sigue siendo ella misma que no es su álter ego, y viceversa. Su conversación es deliciosa; su cultura, es fascinante. Igual  a las de Otto Más y Skioe, que me invitaban a viandas deliciosas mientras conversábamos sobre lo humano y lo divino y lo divino de la comida en aquel local.

   Entre unas cosas y otras salió a colación la opinión que tenía Alaska sobre en qué se había convertido nuestro futuro de hace veinte años, cuando soñábamos con él. Curiosamente estos días pensaba en lo mismo. En el ambiente lleno de Miedo, de Represión, de agotamiento de la Cultura, de hartazgo de Materialismo y de connivencia con la Economía como nunca antes, en la era pos-industrial, hemos perdido el norte de un sueño que ya no reconocemos.

   En aras de la Seguridad hemos sacrificado la Libertad; en loor de la Comodidad, hemos perdido oportunidades, riesgos y alegrías. Somos una generación flotante, que vive un poco a la deriva. Algo angustiada, todavía aturdida por el giro de los acontecimientos, y poco dada a la acción meditada y concisa. Y esto no es malo, como tampoco lo es la generación anterior que actualmente maneja los hilos del poder y que vivió esa especie de sueño erótico que fue la primavera del Comunismo, como si aquello que era un error fuera a solucionarnos la vida (no lo ha hecho, como tampoco el Capitalismo, que actualmente nos está matando.)

   El quid de la cuestión estaba en que el futuro que soñábamos es en realidad más cómodo en ciertas cosas, nos permitía a ellos y a mí habernos conocido y estar degustando un buen rato en un rincón de Madrid, pero no es ni remotamente parecido a lo que imaginábamos. Los aviones cada vez son más estrechos e incómodos y caros; nos tratan como mercancía barata y no como a personas; un viaje era un placer y una aventura, ahora es una tortura, lleno de medidas de supuesta seguridad que sólo engañan a los bobos, convirtiendo en un calvario algo que antes era un puro gozo; necesitamos tres horas para poder salir a nuestro destino, casi siempre a destiempo y hechos polvo.

   Los niños necesitan innumerables enseres para su supervivencia. Para ir en coche, una silla que cambia ta rápido como ellos crecen; había que ver cuánto de eficacia hay en ese gasto astronómico en número de vidas salvadas. A eso se suma la absoluta carencia de figuras paternas que guíen y eduquen: esperamos que una maestra o una profesora (que ya tienen lo suyo con sus trabajos y sus propias vidas) hagan nuestro trabajo con la misma indiferencia con la que esperamos que nuestros padres aún nos mantengan o paguen nuestros caprichos del día a día. Por un lado los niños son tratados cada vez más como personitas sin cerebro y por otro, les obligamos a elegir todo lo que ocurre en sus vidas, como si sus neuronas estuviesen tan maduras para ello como las nuestras (aunque, según que casos, seguro que es así), dejando que se eduquen a sí mismos, lo que ya es inaudito.

   En España ha habido tantas leyes de educación como gobiernos, lo que es un milagro que se debe dar en pocos lugares del mundo. Todos sabemos cómo están las cosas en la actualidad, y no pensamos que irán a mejor. Eso no estaba tampoco en nuestro futuro soñado.

   Por contra, el presente de hace veinte años sigue manteniéndose hoy: 26% de parados. Y eso que España es más rica, más abierta, más grande. Soñábamos con que esos tiempos se disolverían en nuestro futuro, pero no, no se han ido, ni por ensalmo.

   Los rojos (aún hay muchos que se autodenominan así) se persignan enrabiados; los fachas (aún hay quien se autodenomina así) suspiran por tiempos mejores: unos y otros gobiernan para sus bolsillos, lo que es otra constante en la Historia. Lo mismo el Enchufismo y las Recomendaciones, los sobres o las cajas de zapatos: en una dictadura sólo un puñado minoritario se reparte la tarta; en una democracia como la nuestra, con un pastel aún mayor, la cantidad se cuadruplica: seamos demócratas y que unos cuantos cientos de miles se coman el postre; los otros 45 millones que sigan pagando impuestos. Eso tampoco estaba en nuestro futuro mejor.

   El Hombre cambia lentamente, el proceso está lleno de acelerones que nos hacen trastabillar y a veces hasta caer, para seguir adelante algo magullados y más inseguros. Eso es lo que nos ha pasado. Hemos tenido nuestras guerras (que no son nuestras), hemos tenido nuestros fantasmas (que no son nuestros) y aquí estamos, menos melancólicos de lo que se podría pensar, quizá más amargados, intentando desgranar qué es lo que ha pasado y hacia dónde vamos.

   No hay un futuro mejor. Nunca lo ha habido. Lo único importante es el presente. Cada momento vivido es lo que hace única a la existencia. De nosotros depende que ese momento de tan especial sea irrepetible, y que reverbere en los días por venir.

   Somos menos libres: rompamos nuestras cadenas. Somos más ignorantes: demos a la Cultura el lugar que merece: la Ciencia y el Arte, con más puntos en común de lo que el vulgo piensa; la Diversión y el Deporte; el Amor y la Responsabilidad; el Derecho y lo Torcido y todo lo que viene después. La Salud por encima de todo y la Educación casi tan arriba o más, que las buenas maneras nos hacen mejores personas y nos dan alegrías, que es como la Salud pero multiplicada al infinito.

   Y aceptemos las consecuencias de nuestras decisiones. Pero decidamos. Ya. Por un futuro realmente mejor.

Entre los dos/ Us.

El día a día/ The days we're living

0ac5eae62c5711e3a55d22000aeb36a0_8   – Siéntate.

   – Me siento.

   …

   – Callas.

   – Hablaría si tuviese ganas.

   …

   – Pero me gusta tu silencio. Así, sentados juntos.

   …

   – ¿Quieres coger mi mano?

   – Sí.

   – ¿Qué notas?

   …

   – Que te amo.

   – Y yo. Amarte es lo mejor que me ha pasado. Nunca nadie me ha hecho sentir lo que tú despiertas en mí. Tus palabras y tus silencios. Y este espacio entre los dos…

   …

   – Te has acercado.

   …

   – Tus besos me saben a hierba.

   – Y a amor.

   Entre los dos.

(Si es) Lo que debe ser/ If It’s Meant To Be.

El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

   c397042c9bc711e29caa22000a1f96f6_7Creo que nos sorprendió a los dos.

   Sí, en medio del lío del día a día no supimos darnos cuenta o quizá no podíamos ver que lo nuestro llegaba a su fin.

   Suena profundo. Suena importante. Y definitivo.

   Si es lo que debe ser, no me opongo. Ya no.

   Luchamos por lo nuestro. Doy fe. Tú a tu estilo. Yo a mi modo. Así como nos encontrábamos en el lecho nos veíamos en la vida: a trompicones y con ganas y a veces hasta con hastío e incluso por comodidad. Pero hasta lo cotidiano cansa.

   No te culpo de nada. ¿Hay a quién culpar? Una vez cae la noche estamos espalda con espalda, nos tocamos aquí y allá y ni siquiera somos lo bastante educados como para decirnos dos palabras, despedirnos con la caída de los párpados o saludarnos con la llegada del alba.

   A veces me detengo para pensar en ti. Y sonrío. Porque mira que hay cosas pequeñas que celebrar. Y alguna más callada que prefiero obviar, pues el dolor sería casi tan grande como la melancolía. Y de ésas tenemos demasiado.

   Y sin embargo te sigo queriendo. A mi manera, ya ves. En medio del fin, puedo decírtelo sin que se me caiga el corazón de la boca. Si es lo que debe ser, este adiós nunca será un hasta luego. No por ahora.

   Te quiero. Y cada sílaba de tu voz y cada centímetro de tu piel y cada uno de tus actos me hablan de lo que tuvimos y se apagó, de lo que vivimos y murió.

   Hoy, si es lo que debe ser, prefiero ser yo quien diga adiós. Hasta otra. Hasta siempre. Si es lo que debe ser, la vida nos ha traído hasta aquí, nos ha vomitado por separado tal como empezamos, pero cargados de recuerdos, gordos de un tiempo que ya ha quedado atrás.

   Lo que debe ser será, amor. Lo que debe ser, será, amor.

   Amor.

   Amor que un día fue. Y que ya no más es. Ni será.

   Adiós.