Belleza musical en un aeropuerto

Arte/ Art, Los días idos/ The days gone, Música/ Music

Entre un transbordo y otro en un aeropuerto de Polonia este febrero, el pianista Emilio Piano se hallaba tecleando notas en un piano y es le acercó, ¡oh, sorpresa!, uno de los mejores contratenores del mundo, también en tránsito: Jakub Josef Orlinski, conocido por su espontaneidad y su juventud desbordante.

Juntos, de improviso, hicieron Belleza, para quienes lo desearon. Pero sobre todo, para ellos mismos.

Vidas pasadas (Past Lives): lo que pudo haber sido, y es.

Arte/ Art, El mar interior/ The sea inside, Lo que he visto/ What I've seen, Los días idos/ The days gone

Una historia coreana, hecha en Corea y EEUU, por hablada en coreano e inglés, por un equipo mixto como pasa desde que el mundo se supo redondo, sobre la historia de una mujer, un pasado, un deso, un sueño, la evolución del tiempo que pasa, el darse cuenta que la vida no es lo que soñó una vez, y tener la oportunidad de transformarlo de nuevo ante quien debería ser su destino…, y la vida que pasa.

Maravillosa.

You are the one that I want

Arte/ Art, El día a día/ The days we're living, Lo que he visto/ What I've seen, Los días idos/ The days gone, Música/ Music

Es única

Los hilos ocultos de la moda: André Leon Talley & D.V.

Arte/ Art, El día a día/ The days we're living, Libros que he leído/ Books I have read, Lo que he visto/ What I've seen, Los días idos/ The days gone

Hay algo oculto en toda narración. La estructura con la que el relato se va formando sigue un camino sinuoso y difícil que debe pasar desapercibido para el ojo lector. En Moda, ese esqueleto se admira de dentro afuera pues el resultado depende de su arquitectura interior, y el genio modista se halla escondido, precisamente, en esa maraña de hilos que construyen una obra de arte

Lejos de discutir aquí si la Moda es una expresión artística, la labor artesana que lleva de una idea a un traje sí lo es. Cada etapa de la creación es un peldaño de arte, y como toda obra de conjunto, el creador admirado es servido por los verdaderos artistas, que son las manos que dan forma a la idea. Salvo poquísimas excepciones (Balenciaga fue el más excelso y quizá el último, y no en vano español), en nuestros días admiramos más aquellos que son capaces de consumar el conjunto de lo bello y llevable y que nos permite ser especiales (y clones, pero ésa es otra historia) que a los que verdaderos constructores de un traje o de un vestido (quién patrona, corta, hilvana, cose, borda, teje…) Les hemos puesto el nombre de Diseñadores y, gracias a ellos, taumaturgos de la diosa Moda, reverenciamos talentos que ahora quizá escondan más un declive que una chispa enérgica de novedad.

Que el mundo de la Moda está quedándose paulatinamente huérfano de esas grandes firmas que nos han hecho soñar es un hecho. La vida misma: cumplen años, y desde Balenciaga, todo parece repetirse. Pero de una manera maravillosa: Valentino, Yves Saint Laurent, Paco Rabanne, Oscar de la Renta, Carolina Herrera y Halston sobre todo; Ralph Lauren, Calvin Klein, Marc Jacobs, Alexander McQueen o el incorformismo vibrante de Azzedine Alaïa y Vivienne Westwood; sin olvidar la (excelsa) brillantez de Christian Lacorix y de John Galliano y la sensualidad sin fin (llevando la idea de Halston siempre más allá) de Tom Ford, y el eterno reciclaje (chic) de Karl Lagarfeld. Todos se han ido o se están yendo. La imaginación se agota, los frutos de la cultura pesan en exceso, y el deseo de más y más hace que lo superfluo comience a ganar terreno a lo único. Ocaso de una civilización que en vano comenzamos a sentir.

André Leon Talley fue uno de los afortunados jugadores y observadores de ese tablero de azares que es la industria de la moda (no de la Moda como arte). Imposible pasar desapercibido siendo altísimo, delgadísimo, atractivísimo y dueño de una hermosa piel de ébano y de un desenfado en el vestir que denotaba más valentía y menos timidez de la que él mismo cuenta. En las trincheras de la moda son sus memorias, y más que memorias sobre Moda, narra sus juegos con los hilos de chifón que enmarañan las vidas de esos jugadores extremos y apasionados; su respuesta a tales mundos, su inmersión en esa mundanía tan cerrada y sus experiencias de supervivencia. De una forma muy Leon Talley, más grande que la vida, pero a la vez cándida e íntima, testigo indiscutible de muchas vicisitudes a cual más estridente y excesiva.

No es un libro de historias de gente de la moda. Es sobre su experiencia por y para la Moda y su viaje personal como hombre negro en un mundo de blancos, admirado por su piel y por su inteligencia y buen ojo (y quizá por otros atributos que, modestamente, calla). La primera en arroparlo y en enseñarle todo: Diane Vreeland (D.V.), cosmopolita y ya para nosotros anticuada (somos incapaces, la mayoría, de reconocer una sola referencia de una mujer cultísima y que se avergonzaría de nuestra absoluta carencia de conocimientos generales y maneras sociales), le sirve de guía y siempre la tendrá como faro, sobre todo en su última etapa de vida, cuando se reconoce como alma gemela. Y después, toda la comparsa que constituyó su vida hasta que la industria de la Moda cambió y la Muerte se fue llevando uno a uno a muchos de sus componentes.

Leon Talley, como D.V. en sus memorias, se sirve de referencias-río, y en lo aparente superfluo de un comentario, esconde reflexiones más profundas. Más comprometido con el tiempo que le tocó vivir que D.V. (la sociedad del tiempo de D.V. , en todo caso, sólo se sorprendía de que trabajase), su lucha de raza lo llevó a comprometerse posteriormente con movimientos sociales y culturales que evidenciaban la disparidad de la sociedad norteamericana en su intento inútil de vivir rodeada de categorías (Europa, tristemente, está sucumbiendo ahora mismo a ese desastre puritano). Su esfuerzo para reconocer la labor de diseñadores y modelos negros, la inclusión de la diversidad en un mundo que ya por concepto es múltiple y culturalmente mestizo, lo llevó en su última etapa a reflexiones más profundas y siempre educadísimas, dichas con liviandad (muy D.V.) pero llenas de una carga de melancolía y de frustración poco escondidas, y a la vez, esperanzadas.

Ambos libros de memorias: En las trincheras de la moda y D.V. tienen en común que la ligereza de un comentario esconde una reflexión mucho más profunda que la mera metáfora empleada para su uso; consiguen retratar un mundo ya extinguido y sin embargo, en D.V. había un positivismo que Leon Talley termina desarrollando y que En las trincheras de la moda llega a su fin , en un ocaso muy suave pero definitivo, como la misma muerte que se lo ha llevado hace un par de días.

Quizá haga falta un libro sobre la gente de la Moda y su idiosincrasia y sus taras y virtudes, que se adivinan demasiadas. Pero mientras tanto, tangenciales y discretas, tanto D. V. como En las trincheras de la moda, nos enseñan entre espejos los reflejos de un arte que es industria y una industria que defenestra a sus creadores, de la misma forma que lo hace la vida, de la que es mera imitadora.

Eso no estaba en mi libro de historia de los dinosaurios

Ciencia, El día a día/ The days we're living, Libros que he leído/ Books I have read, Literatura/Literature, Lo que he visto/ What I've seen, Los días idos/ The days gone

El nuevo libro de Francesc Gascó Lluna publicado por Editorial Almuzara en la línea de divulgación científica de Ediciones Guadalmazán es una joya. Nada más ameno, divertido, riguroso y minucioso, pero a la vez vibrante y energético, lleno de luz, de escasos juicios, y de una amplitud de miras fascinante.

Francesc Gascó Lluna abre un ventanal a su vida. A sus ilusiones y sus deseos, a su trabajo y sus ilusiones dentro de este libro. No hay detalle histórico que pase por alto, visibilidad femenina y referentes LGTB, tan necesarios todos en tiempos de reivindicación quizá hueca. Y es su vida, porque los Dinosaurios forman parte de su existencia desde siempre, trayendo en sus ojos de adulto la mirada alegre del niño que fue jugando con sus pequeños animales de plástico, descubriendo los caminos necesarios para la creación de un sueño, sintiendo el vértigo de la tarea y las fuerzas para llevarla a cabo; y los vericuetos de toda vida vivida escritos como historia de Paleontología que es, al fin, la suya propia.

Todo es agradable en este libro que ilumina. Desde las ilustraciones hechas por el propio autor, hasta la puesta al día de los últimos descubrimientos; la razonada necesidad de unir todas las ramas del saber científico para avanzar cada vez con paso más rápido, en un mayor conocimiento y de mejor calidad, y la humildad que toda persona dedicada a la Ciencia tiene al comprender, como un monje sabio, que su conocimiento, aunque inmenso, no es más que el reflejo de la realidad de su tiempo.

Hay mucho del divulgador científico que ha construido. Pero Francesc Gascó Lluna es mucho más: científico, deportista, pero también artista (con sus dibujos de Paleoarte y sus esculturas en 3D); es escritor, modelo, seriófilo, cinéfilo, buscador... Y comunicador, de la cabeza a los pies: desde su canal de YouTube hasta sus charlas en universidades y congresos, y su propia charla TEDx… Todas las facetas que caracterizan a un ser humano que siente, piensa y que se analiza, bajo el microscopio de la adversidad, cada día.

Eso no estaba en mi libro de historia de los dinosaurios es un libro fascinante, escrito para todos: es Ciencia pretérita y actual explicada con el lenguaje más cercano posible, con sus tecnicismos sonoros y sus profundidades que bajo su mano parecen sencillos (y lo son); frenético pero pausado, lleno de ritmo y de serenidad al mismo tiempo, escrito con alegría, con soltura y entusiasmo, que transmite desde su inicio y que nunca decae (antes bien, se mantiene en un nivel muy alto) hasta el punto final. Punto final que es, en sí mismo, un nuevo comienzo. Como ocurre en tanto en la Ciencia como en la Vida.

Un libro único, distinto. Como su autor. Y los dinosaurios que han inspirado toda su vida desde pequeño.

FRIENDS the reunion

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Tina

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