Yo tenía un amor encerrado en el corazón. Lo llenaba, me hacía sentir único.
Yo tenía un amor callado, que se esforzaba por salir a mi boca y llenarlo de besos.
Yo tenía un amor que clamaba por ser libre y que se me escapaba por los poros para gritar su nombre.
Yo guardaba un secreto, y ese secreto me hacía feliz.
La gente me llamaba, me decía, me preguntaba. El brillo de mis ojos me delataba, mas de mis labios sellados sólo brotaban sonrisas. Lo más difícil de ocultar en esta vida es el amor y el catarro. Y yo estornudaba mariposas cada vez que estaba a su lado.
Me esforzaba por ocultar mis ganas de abrazarle. Sudaba tinta china para no acercarme y dibujar un mapamundi en su espalda. Cuando estábamos solos el tiempo se diluía, y cada despedida era un eclipse. Pero brillaba el sol cada mañana cuando nos veíamos, y temblaba como una hoja cada vez que nos tocábamos.
Yo tenía un amor secreto que me hacía único. Un amor secreto que me llenaba y me hacía feliz. Yo tenía, pero ya no tengo.
Porque ya no es un secreto nunca más.
Hoy puedo gritar su nombre; puedo llenarme la boca con sus besos y de sus abrazos nos salen alas que nos hacen flotar.
Hoy puedo decir lo mucho que le quiero, lo especial que he sido desde que lo tengo, lo maravilloso que es sentir la luz de la tarde en el parque cogidos de la mano, y darnos un beso al abrigo de la sombra en medio de un gentío inexistente.
Tengo un amor que es alegría pura, pasión pura, puro corazón. Y ese amor eres tú y juntos hoy, desde las montañas hasta el río, desde el edificio más pequeño a la loma más encrespada, podemos decir que ya no hay que esconderse, ya no hay qué temer, ya no hay que ocultarlo: nuestro amor ya no es secreto nunca más.
Y gracias por abrir mi mundo, mi mente y mi corazón.
La magia de tu nombre brilla a pleno sol, y ya no hay amor secreto que guardar ni que ocultar. Por ti. Y para mí.