¿Con ánimos para Navidad?/ In the Mood for Christmas?

El día a día/ The days we're living, Música/ Music

Funny-Christmas-19

La piel de otro/ Other One’ Skin.

El mar interior/ The sea inside, Lo que he visto/ What I've seen

   ArkansasTiene fama de raro. Incluso de pervertido.

   En el fondo es hasta gracioso que piensen eso de él allí. En aquel lupanar, el placer se paga como a veces pagamos el día a día; en él todos buscan descargar las tensiones, un instante de placer; el placer de ser observados y hasta gozados, y el más sordo del dejarse llevar. Menos él.

   Por eso era raro.

   Ya no era un chaval; ya no era más que un anciano en realidad. Ninguna de las maravillas de la ciencia hacían más efecto en él: ni cosméticas ni plásticas. Parecía que ya no había palmo de piel que tensar ni centímetro de arrugas que planchar. No había química que consiguiese mantener el tesón de su ajada musculatura, ni siquiera llenar de sangre aquellos secretos que lo habían hecho sentirse único, deseado y especial.

   Lo aceptaba: así era la vida. La vida que le ha tocado vivir. Ha aprendido que llega un momento en que la existencia deja de producir ruido y se conforma con un murmullo de fondo que apenas estorba. Él ya era así: un fondo oscuro que apenas molesta. Por eso seguía acudiendo a aquel lugar en el que una vez se hizo célebre y ahora no era más que la sombra de un recuerdo que ya nadie recordaba.

   Llega un momento en la vida en que sabemos que hay que parar. Y lo hacemos, más por obligación que por ganas. Y él lo sabe. Le ha ocurrido, aunque ya no repara cuándo y ni le importa.La sociedad nos relega, la biología nos aliena.

   Así es la vida, se dice, mientras evita verse en el espejo con los ojos de hoy y sale a la calle más para distraerse con la vida ajena que por necesidad u otra cosa.

   Cada mañana se acicala siguiendo el ritual de años sin memoria; antes le llenaba de satisfacción la atracción que provocaba, como el revuelo de las hojas caídas al contacto con el viento. Se levanta, se da una larga ducha, se perfuma, se peina, se viste con su mejor ropa interior, casi siempre nueva, y con la ropa más ajustada que encuentra. Se siente guapo cada mañana al salir de la habitación donde duerme a solas; cada mañana, al salir a la calle, despierta de su sueño y se da cuenta que el tiempo ido no se detiene ni en la retina de la memoria.

   Así es la vida.

   Ya no recuerda, quizá no quiera hacerlo por lo demás, cuándo perdió el último de sus amigos, cuándo el mundo del que era centro y parte dejó de existir como lo hacía. La mutación del tiempo a veces es tan cruel, que deja a la mente muy por detrás: creemos que somos aún latido cuando en realidad nos hemos quedado ya sin pilas. Eso es un golpe bajo. Porque es duro asumirlo; pueden pasar años (y de hecho pasan) antes de que la certeza nos venza y caigamos de bruces sobre la evidencia, sin poder responder a la llamada del placer que antes nos era tan delicioso y tan fácil y tan caro. La decadencia, se dice, se mide así, por la ausencia de placer activo, por la continua reducción del mundo que nos rodea. Y su mundo no era más que una habitación, por lo demás no muy grande, y por la casa de baños a la que acudía diariamente para rescatar algo de lo que una vez fue y que ya acepta (sí, lo acepta, no le queda otro remedio), no será jamás.

   Por eso tiene fama de raro en la sauna a la que acude puntualmente a la una de la tarde. Porque no hace nada, porque paga por un placer tan exquisito que no exige el mínimo esfuerzo de su acompañante, salvo el silencio.

   Alguno de los fijos del local se lo rifan: contadas veces con tan poco fingimiento consiguen lo que se proponen: unos euros para seguir alimentando un ego furibundo que terminará reduciéndolos a cenizas. De hecho, son incapaces de verse en su espejo. Él lo sabe, pero calla. No le escucharán, no le creerán. Él tampoco lo hizo. El mundo a una edad sin medida es una tabla rasa que se mide por placer buscado y consumido: una mirada entornada, una sonrisa, una caricia más profunda y un roce brutal: así es la vida. Hasta que deja de hacer ruido y de encenderse y de frotarse y se llena de silencio y soledad.

   No busca gran cosa con la compañía de esos hombres alquilados. Salvo conseguir esa pequeña parcela de placer que aún le resta de la vida. Cuando se pierde lo que nunca pensamos que se disolverá en el tiempo, sólo nos quedan los sentidos primarios: la oleada del olfato, el dulce latido del tacto. Y es lo que él usa, lo que le colma. Antes no había suficiente tiempo para saciar el placer; ahora, sólo con el roce de la piel de otro, sólo con el aroma cercano y esa tibieza tersa y todavía hermosa, alcanza un goce único, tan excelso en su silencio, que le hace olvidar las miserias de su presente, cada hora de un día a día que ya no reconoce.

   La piel de otro, con su tierna calidez, su dulce aroma a veces pegajoso y otras veces ácido y  chispeante; recorrer con la yema de sus dedos cada valle, cada altiplanicie de esos hombres que se abandonan inconscientes del gran placer que le regalan; sentir el ritmo de una respiración que se aquieta hasta casi quedarse dormida; liberar la sed de besos, el fuego de la posesión y el abandono, por ese supremo viaje hacia el pasado y el olvido, es lo que lo mantiene con vida. Con algo más de vida.

   Y quiere silencio, porque eso es de lo que está hecha su existencia. Y paga por sentir el roce de una piel que ya no es suya; y paga por el tacto que ya nadie busca en él; y le llaman raro y pervertido por saciar con la vista de sus dedos una belleza comprada, y por admirar con su olfato cada uno de los poros de la piel de otro, que le es ajena y que nunca gozará como una vez hizo.

   Cada mañana, a la una de la tarde, llega el raro, el pervertido, a buscar parte de su vida ida y recobrarla. Sin decir una palabra, sin buscar mayor solaz que la quietud del silencio tranquilo de un corazón que late a su demanda, hasta que se acaba el tiempo que el dinero aún puede comprar.

¿Un futuro mejor?/ A Better Future?

El día a día/ The days we're living

   f9ecba3655ca11e3be040e37929c2f0e_8El otro día, en Madrid, mientras comía con un par de queridos amigos, surgió esta idea fruto de un comentario que había hecho Alaska en un programa radiofónico (creo).

   Me gusta Alaska como personaje, y Olvido Gara como persona; al menos todo lo que sigue siendo ella misma que no es su álter ego, y viceversa. Su conversación es deliciosa; su cultura, es fascinante. Igual  a las de Otto Más y Skioe, que me invitaban a viandas deliciosas mientras conversábamos sobre lo humano y lo divino y lo divino de la comida en aquel local.

   Entre unas cosas y otras salió a colación la opinión que tenía Alaska sobre en qué se había convertido nuestro futuro de hace veinte años, cuando soñábamos con él. Curiosamente estos días pensaba en lo mismo. En el ambiente lleno de Miedo, de Represión, de agotamiento de la Cultura, de hartazgo de Materialismo y de connivencia con la Economía como nunca antes, en la era pos-industrial, hemos perdido el norte de un sueño que ya no reconocemos.

   En aras de la Seguridad hemos sacrificado la Libertad; en loor de la Comodidad, hemos perdido oportunidades, riesgos y alegrías. Somos una generación flotante, que vive un poco a la deriva. Algo angustiada, todavía aturdida por el giro de los acontecimientos, y poco dada a la acción meditada y concisa. Y esto no es malo, como tampoco lo es la generación anterior que actualmente maneja los hilos del poder y que vivió esa especie de sueño erótico que fue la primavera del Comunismo, como si aquello que era un error fuera a solucionarnos la vida (no lo ha hecho, como tampoco el Capitalismo, que actualmente nos está matando.)

   El quid de la cuestión estaba en que el futuro que soñábamos es en realidad más cómodo en ciertas cosas, nos permitía a ellos y a mí habernos conocido y estar degustando un buen rato en un rincón de Madrid, pero no es ni remotamente parecido a lo que imaginábamos. Los aviones cada vez son más estrechos e incómodos y caros; nos tratan como mercancía barata y no como a personas; un viaje era un placer y una aventura, ahora es una tortura, lleno de medidas de supuesta seguridad que sólo engañan a los bobos, convirtiendo en un calvario algo que antes era un puro gozo; necesitamos tres horas para poder salir a nuestro destino, casi siempre a destiempo y hechos polvo.

   Los niños necesitan innumerables enseres para su supervivencia. Para ir en coche, una silla que cambia ta rápido como ellos crecen; había que ver cuánto de eficacia hay en ese gasto astronómico en número de vidas salvadas. A eso se suma la absoluta carencia de figuras paternas que guíen y eduquen: esperamos que una maestra o una profesora (que ya tienen lo suyo con sus trabajos y sus propias vidas) hagan nuestro trabajo con la misma indiferencia con la que esperamos que nuestros padres aún nos mantengan o paguen nuestros caprichos del día a día. Por un lado los niños son tratados cada vez más como personitas sin cerebro y por otro, les obligamos a elegir todo lo que ocurre en sus vidas, como si sus neuronas estuviesen tan maduras para ello como las nuestras (aunque, según que casos, seguro que es así), dejando que se eduquen a sí mismos, lo que ya es inaudito.

   En España ha habido tantas leyes de educación como gobiernos, lo que es un milagro que se debe dar en pocos lugares del mundo. Todos sabemos cómo están las cosas en la actualidad, y no pensamos que irán a mejor. Eso no estaba tampoco en nuestro futuro soñado.

   Por contra, el presente de hace veinte años sigue manteniéndose hoy: 26% de parados. Y eso que España es más rica, más abierta, más grande. Soñábamos con que esos tiempos se disolverían en nuestro futuro, pero no, no se han ido, ni por ensalmo.

   Los rojos (aún hay muchos que se autodenominan así) se persignan enrabiados; los fachas (aún hay quien se autodenomina así) suspiran por tiempos mejores: unos y otros gobiernan para sus bolsillos, lo que es otra constante en la Historia. Lo mismo el Enchufismo y las Recomendaciones, los sobres o las cajas de zapatos: en una dictadura sólo un puñado minoritario se reparte la tarta; en una democracia como la nuestra, con un pastel aún mayor, la cantidad se cuadruplica: seamos demócratas y que unos cuantos cientos de miles se coman el postre; los otros 45 millones que sigan pagando impuestos. Eso tampoco estaba en nuestro futuro mejor.

   El Hombre cambia lentamente, el proceso está lleno de acelerones que nos hacen trastabillar y a veces hasta caer, para seguir adelante algo magullados y más inseguros. Eso es lo que nos ha pasado. Hemos tenido nuestras guerras (que no son nuestras), hemos tenido nuestros fantasmas (que no son nuestros) y aquí estamos, menos melancólicos de lo que se podría pensar, quizá más amargados, intentando desgranar qué es lo que ha pasado y hacia dónde vamos.

   No hay un futuro mejor. Nunca lo ha habido. Lo único importante es el presente. Cada momento vivido es lo que hace única a la existencia. De nosotros depende que ese momento de tan especial sea irrepetible, y que reverbere en los días por venir.

   Somos menos libres: rompamos nuestras cadenas. Somos más ignorantes: demos a la Cultura el lugar que merece: la Ciencia y el Arte, con más puntos en común de lo que el vulgo piensa; la Diversión y el Deporte; el Amor y la Responsabilidad; el Derecho y lo Torcido y todo lo que viene después. La Salud por encima de todo y la Educación casi tan arriba o más, que las buenas maneras nos hacen mejores personas y nos dan alegrías, que es como la Salud pero multiplicada al infinito.

   Y aceptemos las consecuencias de nuestras decisiones. Pero decidamos. Ya. Por un futuro realmente mejor.

El intrincado destino de Cocodrilos y Hombres/ The Mingled Destinies of Crocodiles and Men.

Arte/ Art, Literatura/Literature

English

   MingledDestinies_cvr3It’s not casual I named Eric Arvin The Constant Writer. He has always a case full of projects and this new novel, The Mingled Destinies of Crocodiles and Men is so vast, so intricate and well written, that overwhelmed me and ignite my admiration every time new material from him is published.

   And I do love his moves. I really do.

   But I don’t like Fantasy as a leit motiv. Sure I do love Magic Realism (at least with Latin-American accent, and The Rest is Illusion had it in its true core), but not Fantasy as a cornerstone of a story. Even though so, Eric Arvin finds his way to enchanted us through the Difficulties, the Obscure, the Hope and the Magic that enhanced his prose with tender poetry and deep notion of Men’s Destinies and Fate.

   This novel is vast. It’s really vast. I think it’s a river-novel, and that’s amazing. In this book he pours all his most beloved themes and develop a magic tale, full of details that needs a second lecture to people like me, with rusty English, just to really apprehend its richness, and its poetry.

   I love the Metaphor he used to show us Human History, first being trapped into Religion, now being trapped on Science, and the need we have to find the right middle point of equilibrium. For me, that’s the Message of this novel. The risk of suffocating Religions, the risk of turn our backs from Nature and from the very loving and perfect Equilibrium Nature has in herself and with us, Humans.

   Those are topics of his work as an Author: The Mingled Destinies of Crocodiles and Men is just the sumatory of all those topics. And it’s really impresive.

    Maybe it’s the first book he doesn’t develop true compassion for his characters. That shocked me a bit. I mean: bad guys are really bad; tortured characters are always in awe; Love is just a faint image in a world in crises. The end of an Era means destroying and forgetting and living in a world of ashes. The Mingled Destinies of Crocodiles and Men is all of this, but leaves us with a little ray of Hope.

   It’s a more mature novel, in a different ways. Technically, of course, and in the line of argument. Though it’s Eric Arvin’s pure and complete.

   The prose is divine. Eric Arvin writes like an Abundance Horn: flourish, preciously, precisely. I just love that. So, Destinies… is just a great novel. It’s a classic tale with Fantasy elements and full of Action and Love and Mystery. And that is magic!

   Eric Arvin is an extraordinary author. And he has a lot to offer. And we are in awe to read it.

A cualquier hora, en cualquier lugar/ Anytime, Anywhere.

El día a día/ The days we're living

   IMG_7563Dos platos, un mantel descentrado.

   Dos tenedores, dos cuchillos; servilletas blancas, de papel.

   La ventana entreabierta. Se escapa el perfume embriagador de una cena recién hecha.

   Sobre la mesa, una vela. Y un pequeño jarrón con una margarita algo ajada.

   Dos sillas, con el respaldo algo ajado; dos cojines de colores incombinables cubren los asientos, para hacerlos más cómodos (han conocido días mejores).

   La luz tenue, que llena de sombras y de sonrisas el alegre rincón. Y una música suave que lo envuelve todo.

   Una mirada nerviosa, un además intranquilo. La voz indecisa, el corazón que late fuera del pecho.

   Una mirada tranquila, que lo admira todo: la sencillez de lo bello, la eternidad de lo fugaz. Y sonríe.

   – ¿Te gusta?

   Le pregunta la voz ansiosa, como si necesitase refrendar lo que siente desde rehace ya no sabe cuánto tiempo.

   Sonríen los ojos, sonríen los labios.

   – No es mucho, lo sé, pero…

   No le deja terminar. Le sella la boca con dos dedos. Y los labios, provechosos, los besan.

   – Es perfecto.

   Dice por fin. Y el corazón se aquieta y parece que respira más tranquilo. Todo podía ser mejor, porfía su pensamiento; podía haber un mantel de hilo y champaña en las copas y un delicado bouquet de peonías… Yo qué sé.

   – A cualquier hora, en cualquier lugar, siempre que sea contigo, será siempre perfecto.

   Y se besan suavemente. La música es más música ahora, y el aroma de la cena les atrapa el pensamiento. Y nada más existe para ellos, porque es perfecto.

   – ¡Qué hambre! ¿No?

   Y fugan carcajadas por la ventana entreabierta hasta que la vela se consume y la margarita pliega sus pétalos en espera de la luz de la mañana.

   A cualquier hora, en cualquier esquina, juntos.

Por esas calles/ By the streets.

El mar interior/ The sea inside

   IMG_7569Cuando viajo parezco otro. Cuando camino por las calles de ciudades en las que no vivo, soy otro. Ni mejor ni peor, más cercano a lo ideal, más libre quizá y también, más vivo.

   Madrid es una ciudad que invita a soñar. Caminar por esas calles a veces empinadas, llenas de palacetes y edificios la mayoría de moderna estructura y peor gusto, es siempre una experiencia única. Me gusta la sombra de sus árboles, la incomodidad de sus bolados, la locura de su tráfico, la rapidez de su sistema de transporte público, la risa de sus ciudadanos. Pero también lo es París y Berlin, por ejemplo, o Múnich y su gran sonrisa, o Boston con sus aceras enormes o San Francisco con aroma a mar.

   En todas ellas he sido feliz. He tomado contacto con partes de mí que están en general agazapadas por el día a día, por ese continua frustración que nos impide ver con claridad hacia adelante.

   Caminar por esas calles está lleno de fantasía.La vida parece perfecta: el calor o el frío, el rocío de la noche o la niebla de la mañana. Quizá porque yo me siento así: fantástico, único, irrepetible.

   Estos días pasé un día en Madrid. Tengo la suerte de tener amigos allí, aunque no siempre pueda visitarlos o podamos quedar: mis propios compromisos o los suyos; a veces pequeños despistes y cosas de la vida. Y eso hace que la quiera mucho más, claro. Para mí, Madrid es una pequeña antesala del cielo, caótica y recurrente, incluso llena de basura como esta última vez, pero que siempre me abre los brazos y me invita a saborear, durante unos instantes, quien puedo ser en realidad.

   París me hace sentir lo mismo: no he estado más de cuatro días pero pasear por sus calles me hace feliz. Y Boston, a pesar de la soledad absoluta, sigue siendo un pedazo de paraíso encerrado en mi corazón.

   Por esas calles se puede ser feliz, viviendo otra vida, haciendo realidad todas las posibilidades que encierran nuestro corazón y nuestra mente. Por esas calles todo parece perfecto porque así lo sentimos, y por eso durante incluso un día mágico, todo se hace realidad.

   Y es un sueño y no lo es. Pero mientras pueda seguir caminando por esas calles sé que podré paladear sorbos de una felicidad que se parece extrañamente a mí.

Arcoiris entre las sombras/ Rainbows in the Clouds.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside

   6bff070049f511e384c012a5c69f7cea_8A veces el silencio no es más que una excusa, un disfraz, una pared que nos aísla de la realidad y de los demás (que no siempre es lo mismo).

   A veces el silencio nos ayuda a pasar desapercibidos a nosotros mismos. El sonido de las palabras, el esfuerzo que se necesita para formular los pensamientos que en el aullido del silencio parecen no existir, nos obliga a afrontar las dudas, los sentimientos, los errores e incluso también nuestros supuestos triunfos, y hacerlos reales para nosotros.

   Dentro del silencio flotamos ingrávidos; rodeados de nada, es decir, de sombras, y éstas nos alimentan y también nos adormecen. A veces es necesario esa ectasia, pero nos acostumbramos demasiado rápido a ella, y la vida se cuela entre los dedos sin remedio.

   Oír a la Dra. Maya Angelou hablar de una forma tan sencilla sobre las sombras que nos rodean, lo que significan, lo que realmente representan y lo sencillo que es, en el fondo, la vida que vivimos, es enternecedor. Ella habla con la sabiduría de los años, sí, pero también del  corazón. No en vano su vida es espectacular, y siendo así, no más singular que la de cualquiera de nosotros.

   Es difícil aceptar las cartas que la vida nos reparte. Eckhart Tolle suele resumirlo también de una forma sencilla, que no simple: cuando no se pueden cambiar las circunstancias que nos rodean, sólo aceptándolas y viviéndolas se superan y quedan atrás. No se disuelven, no desaparecen: sólo se deshace la lucha interna, ese suicido brutal en el que caemos, generalmente en silencio, en el que la frustración nos lleva a la inactividad, al no importa ya se arreglará y a desesperar sin final.

   Puede que sea eso nada más la causa de la tristeza, de la ausencia de palabras, del cese del ruido de este blog y de mi propia vida: navegar en las sombras no nos hace más humanos, sólo más tristes. Sin embargo, siempre hay arcoiris entre las sombras. Somos más de lo que obviamos, generalmente porque no nos damos cuenta de ello y no por nada en especial, y lo somos por nosotros mismos y por todo lo que nos rodea, por todos aquellos que forman, uno detrás de otro, nuestra vida.

   A veces el silencio no nos deja ver que, aún entre las sombras, los arcoiris brillan, y que junto con lo que menos nos gusta de nosotros mismos, habitan en nuestro interior dando luz y fuerzas para seguir.

   Aceptar y jugar con las cartas que se tienen. A veces desesperar. A veces renunciar. A veces callar. Pero siempre lleno de luz, siempre sabedores que, aún entre las sombras, el arcoiris brillará por nosotros siempre.