Por esas calles/ By the streets.

El mar interior/ The sea inside

   IMG_7569Cuando viajo parezco otro. Cuando camino por las calles de ciudades en las que no vivo, soy otro. Ni mejor ni peor, más cercano a lo ideal, más libre quizá y también, más vivo.

   Madrid es una ciudad que invita a soñar. Caminar por esas calles a veces empinadas, llenas de palacetes y edificios la mayoría de moderna estructura y peor gusto, es siempre una experiencia única. Me gusta la sombra de sus árboles, la incomodidad de sus bolados, la locura de su tráfico, la rapidez de su sistema de transporte público, la risa de sus ciudadanos. Pero también lo es París y Berlin, por ejemplo, o Múnich y su gran sonrisa, o Boston con sus aceras enormes o San Francisco con aroma a mar.

   En todas ellas he sido feliz. He tomado contacto con partes de mí que están en general agazapadas por el día a día, por ese continua frustración que nos impide ver con claridad hacia adelante.

   Caminar por esas calles está lleno de fantasía.La vida parece perfecta: el calor o el frío, el rocío de la noche o la niebla de la mañana. Quizá porque yo me siento así: fantástico, único, irrepetible.

   Estos días pasé un día en Madrid. Tengo la suerte de tener amigos allí, aunque no siempre pueda visitarlos o podamos quedar: mis propios compromisos o los suyos; a veces pequeños despistes y cosas de la vida. Y eso hace que la quiera mucho más, claro. Para mí, Madrid es una pequeña antesala del cielo, caótica y recurrente, incluso llena de basura como esta última vez, pero que siempre me abre los brazos y me invita a saborear, durante unos instantes, quien puedo ser en realidad.

   París me hace sentir lo mismo: no he estado más de cuatro días pero pasear por sus calles me hace feliz. Y Boston, a pesar de la soledad absoluta, sigue siendo un pedazo de paraíso encerrado en mi corazón.

   Por esas calles se puede ser feliz, viviendo otra vida, haciendo realidad todas las posibilidades que encierran nuestro corazón y nuestra mente. Por esas calles todo parece perfecto porque así lo sentimos, y por eso durante incluso un día mágico, todo se hace realidad.

   Y es un sueño y no lo es. Pero mientras pueda seguir caminando por esas calles sé que podré paladear sorbos de una felicidad que se parece extrañamente a mí.

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