Si llegase hoy a mi vida/ If He Walked Into My Life.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

If He Walked Into My Life. Peggy Herman.   

   9cfeeab6760e11e28a6522000a9f17d4_7Lo vi. Y me sonrió. Y le sonreí de vuelta. Así, divertido.

   No nos dijimos apenas nada, pero lo noté suave, algo cansado, y sin embargo con los ojos chispeantes y hasta agradecido de verme.

   Nos tomamos de las manos. Y, tras un segundo de nerviosismo, nos abrazamos. Y sentí de nuevo esa fuerza de planetas unidos; el aroma a madera de su piel, el cosquilleo de sus labios y la caída suave de su pelo.

   Y me sonrió. Y le sonreí de vuelta. Así, como si no hubiera pasado un lustro y hubiese sido ayer.

   No nos dijimos nada más. Sus ojos en los míos, sus palabras en mi corazón. Y un sueño que se escapó de mis manos hasta el infinito.

   Si llegase hoy a mi vida, ¿hubiera sido más amable con él, más comprensivo, más amoroso? ¿Hubiera sido más agradecido de los besos que me daba, de las sorpresas que me guardaba tras su boca callada? ¿Hubiera sabido saberle mejor, sentirle mejor, ser diferente?

   Si llegase hoy a mi vida, ¿sería distinto? ¿Conseguiría hacerle saber lo que le amo, sabría hacerle sentir perfecto? En ese momento único, ¿sabría darme cuenta de su valor, de sus costumbres, de su ciega pasión también y de sus manos delicadas?

   ¿Podría no exigirle más de lo que pudiese dar? ¿Intentaría oírle y admirarle y quererle sin pedirle nada a cambio?

   ¿Sería capaz de abrazarle sin celarme, de sonreírle sin sentirme culpable, de confiarle sin cegarme?

   ¿Su mundo viajaría más lento por tenerme a su lado? ¿Se sentiría menos presionado, más deseado, menos desamparado y más abrazado? Si llegase hoy a mi vida…, ¿sabría amarle mejor?

   Y no nos dijimos apenas nada, cuando estaría toda la noche charlando quedo, olvidando el gentío que nos rodeaba, como una vez hubo sido y una vez dejó de ser. Y lo noté suave, apenas cansado por una jornada intensa. Y sus ojos brillantes de tiempo ido y su sonrisa de ala sin tacha. Y el aroma a recuerdo y a algarabía.

   Nos tomamos de las manos y casi sentí la revolución del universo de mi alma. ¿Hub¡era sido aquél que esperaba de mí si llegase hoy a mi vida? ¿Hubiera sido aquél que merecía llegar a amarlo?

   No lo sé. Sólo sé que nos abrazamos tras un ligero titubeo y que en ese abrazo cabía un río entero, con sus meandros y sus estuarios, con sus rápidos y sus deltas, como es toda vida. La suya y la mía. La que una vez tuvimos juntos.

   Sólo sé que, por un instante fugaz, deseé que nunca se hubiese ido de mi vida, e imaginé lo hermoso que hubiera sido si él llegase a mi vida de nuevo, y todo lo que hubiera podido ser.

   Y me sonrió. Y le sonreí de vuelta. ¿Hubiera cometido los mismos errores, hubiera desesperado y querido y deseado y sentido lo mismo si hoy llegase a mi vida?

   No lo sé…

El tiempo todo lo cura/ Time heals everything.

Arte/ Art, El mar interior/ The sea inside, Los días idos/ The days gone, Música/ Music

   a Christian Bendek, por su cumpleaños.

   Miro el reloj. Sus esquinas son cuadradas. Y sin embargo las agujas las pasan una y otra vez con una facilidad casi mágica.

   Mi vida tiene los bordes agudos.

   Dicen que la paciencia todo lo logra. Que la dedicación es necesaria para conseguir lo que deseamos. Eso se me olvida. Porque, como mi vida, mi memoria está llena de aristas, y recordar me hace daño.

   Hubo un día en el calendario en el que estabas tú. Y el mundo era una elipsis, una curvatura sensual. Estaba tu espalda, que era un monumento, y tus labios, que sabían a sal.

   Hubo un mes en el que estabas tú. Y las noches eran maravillosas, abrazados y enredados como garabatos sin final. Estaban tu pelo de ceniza y tus ojos ansiosos, las manos de espuma, y las sábanas de cristal.

   Hubo un año en el que estabas tú. Y estaba yo. Y el mundo era un pañuelo que llevábamos al cuello, tú y yo, lleno de besos y de caricias, y de amor. De un amor especial, mío y tuyo o algo así.

   O algo así que éramos yo y tú.

   No recuerdo cuándo tu amor comenzó a dolerme; cuándo noté el paso del tiempo. Y me abandonaste. Te fuiste una tarde sin decir adiós y el reloj se detuvo en su esquina cuadrada y los días dejaron de fluir lo mismo que tu amor.

   Y sé que el tiempo sigue corriendo. Las horas pasan y los días mueren y los meses caen del calendario como las hojas de los árboles y como las rosas marchitas. Y sé que el tiempo todo lo cura, desde la cordura hasta la sinrazón. Que la dedicación tiene sus frutos y la paciencia todo lo logra. Y que todo llega a su fin

   Yo eso lo sé. Pero quién se lo dice a mi corazón, lleno de espinas, en las que tu olor está enganchado, y el recuerdo de tu voz y el calor de tus dedos… ¿Qué día, qué mes, qué año será aquel en el que no te recuerde, aquel en el que no evoque el sonido de tus pisadas al llegar, el peso de tu cuerpo al levantarte de la cama, la mirada delicada de cada despedida?

   No lo sé.

   Dicen que el tiempo todo lo cura. Todo. Menos el amor que aún siento por ti.

Jerry Herman: la alegría y la reinvindicación/ Jerry Herman: Joy and Vindication.

Arte/ Art, Música/ Music

   Es difícil encontrar en España este respeto al pasado, esta admiración ante aquellos que sobresalen por su talento, por su fuerza, por su constancia, por sus méritos propios.

   Es cierto que, de unos años a esta parte, al menos en el deporte se consigue algo de ese reconocimiento. Pero el respeto a todas de expresión de la calidad y la excelencia no existe en nuestro país. Ignoro la razón, pero no me cansaré nunca de buscarlo y de desarrollarlo. A través de esta ventanita o de todo aquello que conozca y consiga. Si vemos alrededor nos damos cuenta que los demás sí lo hacen y que logran no sólo hacerlos brillar sino que ellos mimos consiguen sentirse mejor al honrar con el cariño, y sobre todo, con la admiración, hacia aquello que los demás no podemos conseguir ni de lejos. Esas personas que  nos hacen vibran, disfrutar, reír, sufrir y aprender.

   Jerry Herman es un gran ejemplo de este cariño y de este saber y de este talento. Muchas, muchas de sus canciones las hemos oído, cantado, bailado y disfrutado por años sin saber que provenían de él y de sus musicales en Broadway. Sus canciones, a diferencia de otro grande como es Stephen Sodheim, están llenas de alegría, de color, de disfrute, pero además, de una intensa reivindicación por ser distinto, por sobresalir, por ser brillante.

   El mejor momento es ahora, siendo quienes somos, para conseguir ese sueño de la eternidad. Este pequeño homenaje pertenece a los premios Kennedy Center Honors del año 2010. Y nos sirve sin duda como introducción al maravilloso mundo de Jerry Herman.