If He Walked Into My Life. Peggy Herman.
Lo vi. Y me sonrió. Y le sonreí de vuelta. Así, divertido.
No nos dijimos apenas nada, pero lo noté suave, algo cansado, y sin embargo con los ojos chispeantes y hasta agradecido de verme.
Nos tomamos de las manos. Y, tras un segundo de nerviosismo, nos abrazamos. Y sentí de nuevo esa fuerza de planetas unidos; el aroma a madera de su piel, el cosquilleo de sus labios y la caída suave de su pelo.
Y me sonrió. Y le sonreí de vuelta. Así, como si no hubiera pasado un lustro y hubiese sido ayer.
No nos dijimos nada más. Sus ojos en los míos, sus palabras en mi corazón. Y un sueño que se escapó de mis manos hasta el infinito.
Si llegase hoy a mi vida, ¿hubiera sido más amable con él, más comprensivo, más amoroso? ¿Hubiera sido más agradecido de los besos que me daba, de las sorpresas que me guardaba tras su boca callada? ¿Hubiera sabido saberle mejor, sentirle mejor, ser diferente?
Si llegase hoy a mi vida, ¿sería distinto? ¿Conseguiría hacerle saber lo que le amo, sabría hacerle sentir perfecto? En ese momento único, ¿sabría darme cuenta de su valor, de sus costumbres, de su ciega pasión también y de sus manos delicadas?
¿Podría no exigirle más de lo que pudiese dar? ¿Intentaría oírle y admirarle y quererle sin pedirle nada a cambio?
¿Sería capaz de abrazarle sin celarme, de sonreírle sin sentirme culpable, de confiarle sin cegarme?
¿Su mundo viajaría más lento por tenerme a su lado? ¿Se sentiría menos presionado, más deseado, menos desamparado y más abrazado? Si llegase hoy a mi vida…, ¿sabría amarle mejor?
Y no nos dijimos apenas nada, cuando estaría toda la noche charlando quedo, olvidando el gentío que nos rodeaba, como una vez hubo sido y una vez dejó de ser. Y lo noté suave, apenas cansado por una jornada intensa. Y sus ojos brillantes de tiempo ido y su sonrisa de ala sin tacha. Y el aroma a recuerdo y a algarabía.
Nos tomamos de las manos y casi sentí la revolución del universo de mi alma. ¿Hub¡era sido aquél que esperaba de mí si llegase hoy a mi vida? ¿Hubiera sido aquél que merecía llegar a amarlo?
No lo sé. Sólo sé que nos abrazamos tras un ligero titubeo y que en ese abrazo cabía un río entero, con sus meandros y sus estuarios, con sus rápidos y sus deltas, como es toda vida. La suya y la mía. La que una vez tuvimos juntos.
Sólo sé que, por un instante fugaz, deseé que nunca se hubiese ido de mi vida, e imaginé lo hermoso que hubiera sido si él llegase a mi vida de nuevo, y todo lo que hubiera podido ser.
Y me sonrió. Y le sonreí de vuelta. ¿Hubiera cometido los mismos errores, hubiera desesperado y querido y deseado y sentido lo mismo si hoy llegase a mi vida?
No lo sé…