El vapor denso desdibuja las siluetas.
Los azulejos resbaladizos y brillantes con ríos de agua que simulan lágrimas de las cañerías.
En la ducha repiquetea un chorrito de agua. La llave, apenas cerrada, exhala todavía esa delicia tibia, que acaricia la piel y la libera.
Después del baño todo carece de importancia. La piel enrojecida, el pelo húmedo y apelmazado simulan una caricia. Y son los labios y no es agua que corre; son los dedos y no vapor que acaricia. Sonrisa de plenilunio; recuerdos que no son vagos.
Una mano limpia el espejo empañado. Y la palma roza el reflejo. Y brilla un recuerdo entre las sombras del vapor.
Sonrisa. Caricia. Beso.
Olor a agua que ha caído. El firme roce de la toalla que seca la húmeda altivez de lo limpio.
Después del baño sólo hay liberación y silencio. Y una rara plenitud, efímera y quebradiza.
Beso. Caricia. Sonrisa.
Desnudez frágil.
Amor renacido.
¡Qué delicioso!
¡Sin duda, Jeff! Gracias!!!
me encanto el texto, y las fotos son muy sensuales. felicidades
Muchas gracias. Y las fotos son estupendas. Encontré a Christos Kapralos por casualidad y su trabajo realmente es muy sensual como dice.