Lejos de África/ Out of Africa.

Libros que he leído/ Books I have read, Música/ Music

Memorias de África es uno de esos libros atraídos hacia mí por el cine. Out of Africa (que en el país donde Los Andes terminan la llamaron África Mía), la película de Sidney Pollack protagonizada por Robert Redford y Meryl Streep, con sus andares lentos, sus paisajes de postal, esa belleza natural a la que arrastramos nuestras costumbres (británicas, en este caso) y que nos hacen soñar con noches de estrellas pendulantes, con hogueras que abrazan con su calor, y con la larga duración de un beso robado, y esa música acariciante, llena de cuerdas que fluyen por el cielo y hacen revolotear a los flamencos, de John Barry, la vi con apenas quince años en un cine ya desaparecido, el del Hotel Macuto Sheraton, que no estaba en Macuto sino en El Caribe, pero que era el mejor hotel de aquella zona de playa a pesar de los años que ya iba cumpliendo.

Una película así para un adolescente demasiado teñido de literatura, demasiado soñador, competitivo, sin duda un pelín tonto, y que pensaba comerse el mundo, fue una revolución. Aquellos paisajes, aquellas mansiones, aquella extensión de pura libertad, aquel vuelo en aeroplano, aquella sabana sin fin y las criaturas que la poblaban; los nativos con su piel de ébano; aquellos modales ya muertos y aquel mundo tan exclusivo que apenas permitía ser visto en la lejanía, me atrajeron enormemente.

Memorias de África, de Isak Dinesen (Karen Blixen), es un libro hecho a retazos, compuesto por tres relatos largos, pero que leídos en conjunto, guardan una cohesión heredada de las tierras en las que se inspiraron. Es un cuento de nostalgia, de recuerdo, por lo tanto cargado con una emoción tan intensa que no le impide a la autora vencerla con su quehacer escrupuloso y detallista; y sin embargo, el amor por las tierras de África, por sus paisajes y su belleza, lo impregna todo y lo transmite todo, de suerte que vivimos con ella sus recuerdos y nos mecemos en su melancólica melodía con energía alegre y mucha nostalgia.

Es un relato de amor. Pero no se narra una historia de amor al uso: Isak Dinesen retrata la dureza, la inhospitalidad, la crueldad de la Naturaleza (en modo comparable con la de los seres humanos) sin achacar responsabilidades, sin buscar culpables; sabedora, con los años que pasan, que esa labor es ajena a los hombres, que deben aprender a vivir en un presente en perpetua fuga que siempre les dará lo mejor que posee. Memorias de África tiene el don de hacer de lo excéntrico algo normal; transforma la aventura, una supuesta locura, en algo tangible  y real, sin esconder nada, sin transformar nada, pero cuyo profundo sentimiento, pura nostalgia, llega hasta el fondo del corazón.

La vida que se pierde y que se añora, cuando se ha sido feliz, o cuando nos damos cuenta que hemos sido felices, es así. Memorias de África es un símbolo de esta simple verdad humana. Sólo cuando estamos lejos de aquello que nos hacía felices es cuando nos damos cuenta que lo éramos y que, en mayor  o menor medida, nunca más lo volveremos a ser.

Lejos de África, lejos de un tiempo dorado ya perdido pero nunca olvidado…