Despertando…/ Waking Bruno Up…

El día a día/ The days we're living, Música/ Music

   La piel que clarea la luz en la ventana. El suave ronroneo de las sábanas al ser rozadas por un cuerpo perezoso. El aire que envuelve al amor. Un susurro en el oído, una caricia imperceptible que arrulla al amante. Un deseo que se reprime y que se escapa por los dedos. Y llega a la boca. La boca que pronuncia el nombre que todo lo contiene: el momento vivido, la mañana, el amor. Y los ojos se abren y es de terciopelo la mirada, que se posa en el sueño abandonado y se adapta al nuevo día.

   Por unos instantes sólo son dos. El mundo se detiene y no existe el allá afuera. Todo se halla metido en una habitación llena de luz, en la que los amantes se descubren recién despiertos y se sonríen como si fuese la primera vez. Y cada mañana tiene la magia de la primera vez.

   El cuerpo se despereza y se transforma. Sonríe y juguetea con las sábanas que lo cubren. Y se desnuda y abre el corazón lleno de besos. Y se dicen y se aman. Y todo vuelve a empezar.

   El mundo espera fuera, con el día entrando a borbotones por la ventana abierta. Pero no importa. No todavía.

Ricky Merino  y Bruno Santos

Claro de luna/ Claire De Lune.

Los días idos/ The days gone, Música/ Music

   Está amaneciendo. Un rayo de luna brota desde la ventana y baña nuestra cama. Está amaneciendo y la luna se cuela entre la tela de la cortina y me ha despertado.

   Qué bella la luna amanecida. Gigante, redonda, llena de plata blanca. Si me acerco a la ventana casi la toco. Me levanto y la observo. Acapara toda mi mirada. Gigante, flota en el espacio rodeada de un velo de niebla, que danza sigilosa sobre la tierra, transformando los límites sólidos en serenos contrastes, y el abrazo del día que nace en un arrullo lleno de escarcha.

   Hace frío pero no importa. Me levanto lleno de un claro de luna. Y parece mecerse entre las olas de niebla, y dibuja un surco argentino sobre las cosas, sobre las casas, sobre todo aquello que amo. Sobre ti. Que desnudo descansas ajeno a todo, incluso a la luz de la luna traviesa que se resiste a la llegada del alba para tatuarse en tu piel y reflejarse en la mía. La bella luna oronda, llena de cicatrices de una vida entera, pero dulce y sigilosa, callada y sola, suspendida en el cielo como el amor que te tengo, enganchado a tu pecho por los besos de mi corazón.

   En este claro de luna mis sueños se acrecientan dejándome sin sueño, pero regalándome tu cuerpo desnudo, dormido y abierto como un secreto al descubierto. Y cuánto te deseo. Dormido y despierto, con tu sonrisa de ángel caído y el ritmo de ese pecho escindido en dos y la sonrisa de arena en ese rostro de plata. Plata que baña tu boca y la mía en este claro de luna que me ha despertado.

   El amanecer sigue su curso. Y un velo de iris se levanta tras la sombra de la luna y envuelve como un manto mi corazón sereno. El mundo parece suspendido en este momento infinito, en el que la escarcha de la tierra se pega a los cristales de las ventanas, y el vaho de la respiración se condensa en diminutos cristales que sólo me hablan de ti. Y de mí. Y de lo que está por venir, pitonisos de otro mundo. Un mundo en el que estamos juntos tú y yo.

   Y yo ya no tengo sueño, porque tú eres todo lo que necesito. Tú y la luna de plata, y el río de seda de la niebla pausada y el baile lento de un amanecer de escarcha, y el sabor de una piel abierta como un libro y un cuerpo que late como un corazón: el tuyo por el mío, y el mío por el de los dos.