Estar vivo/ Living.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside, Medicina/ Medicine

   10611229_335623413272954_118661708_nLlevo un tiempo replanteándome lo que hago. Pensar que no soy buen profesional me lleva a ello. Saber que no entrego lo mejor de mí es una de las causas que me llevan a sentir lo que siento, sin duda. También el tiempo que ha pasado, el desgaste del día a día; el enfrentamiento constante entre mis miedos y mis potencialidades, los logros y los fracasos, demasiados incluso para mí.

   En este maremoto constante, las peticiones de ayuda, la responsabilidad de llevar sobre los hombros la confianza de los demás, conocidos o no; fuerzas opuestas que desdibujan mis fronteras, que me han llevado a estados de inapetencia y, muchas veces, de negación, que generan más errores y daño a los demás.

   Todo esto hace que desee terminar con mi carrera. Desde hace unos años. Pero continúo aquí. ¿Razones? Muchas, incluso el miedo a afrontar la vida desde otra perspectiva; las responsabilidades familiares son una excusa y un escondrijo, mis errores, sencillas justificaciones; el aprecio o menosprecio de los demás, un acicate para el abandono o la dejadez, que viene a ser lo mismo. Y sin embargo sigo aquí.

   Estos largos meses con mi padre en la UCI, tomando responsabilidades, intentado zafarme de otras; siendo un eje además de un radio de las cosas que pasan; punto de referencia además de actor de reparto, no han ayudado mucho. Y las eternas peticiones de ayuda, porque todos necesitamos consejo y ayuda, sólo sembraron en mí el deseo irrefrenable de salir corriendo y olvidarme de todo, encontrar ese sueño que quizá haga latir a mi corazón, y dejar todo atrás.

   Pero no puedo. No, por ahora. Al fallecer mi padre supe que todo ese tiempo, todos esos años habían tenido esa posibilidad: su muerte señalaba el final de una larga etapa dedicada a sus cuidados, a sus necesidades, a su atención (algo mutuo, pues como padre jamás cesó de, a su manera, proveer mi seguridad). Y es cierto. Pero no del todo. Al menos no por ahora.

   Soy médico. Soy algo más que médico; quiero ser algo más que médico; sé que mis pasos deben ir en otra dirección, pero no puedo por ahora. Por ahora sólo me toca vivir este camino, hasta que el Destino decida cuál es el punto de inflexión, cuándo dejará de ser un abandono y transformase en la máxima expresión de mi vida.

   Vivir es un lío. Intentar hacer lo correcto también. Aún hay personas que me buscan, que me piden ayuda, que están asustadas y buscan en mí una boya a la que sujetarse, un puerto en el que atracar para llenarse de energía y dedicarse a ese camino brutal que es la pérdida de la Salud. Vuelvo a estar en el pasillo de la Salud Perdida, otra vez como portero de entrada y quizá como guía, a pesar de que mis pasos aún resuenan entre la cacofonía de los demás.

   Vivir es un equilibrio delicado. La pérdida de la Salud, el mayor bien del hombre, sigue angustiando, y todos los que me rodean buscan en mí un puente entre la Ignorancia y el Saber, entre la Aventura y la Esperanza.

   Me piden ayuda; intento zafarme; de un bien para mí deriva un mal para otros aún mayor por la tardanza; ese hiato de tiempo perdido está en mi cuenta pendiente, y lastra mi vida normal con pesadillas a veces y  a veces con remordimientos.

   Sigo siendo médico para los ojos ajenos. Sigo representando una artillería de ayuda, una esperanza pírrica, pero la única que creen tener. Y yo no puedo hacer nada para evitarlo.

   Vivir a veces es dejarse llevar por el río de los acontecimientos, adaptarse a la corriente de lo cotidiano hasta que aparece el signo adecuado, el momento correcto. Los pescadores saben tanto de esto como los monjes budistas, y mira que son distintos entre sí. No seré yo quien discrepe de un hecho semejante que se repite hasta el fin del mundo.

   Quizá lo importante es liberarse de las expectativas, o derivar el camino de esos sueños a la realidad más inmediata y plegarse al día a día.

   Ayudaré a todos aquellos que aún ahora piden mi ayuda. La necesitan para encontrar un camino adecuado dentro de la Enfermedad, para conocer cuál es la vía que deben recorrer, para servirles de guía en el Pasillo de la Salud Perdida. Ya he perdido demasiado tiempo corriendo en sentido contrario a mi presente. Lo merecen, porque nadie debe sentirse desamparado ante la Enfermedad.

   Y mientras tanto estaré alerta a las señales del camino, hasta encontrar ese momento en el que el Destino me haga saltar sin red, me indique que es el momento, que es mi oportunidad.

   Así que a volver a poner un poco de pasión, un poco de humildad y un mucho de generosidad… A fin y al cabo, también es una forma de estar vivo.

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