Amor mío, sólo nombrándote noto que arden mis labios.
Me pides templanza y serena paciencia.
No puedo.
Amor mío, me abraso en tu recuerdo.
Teniéndote lejos como sintiéndote cerca, cada centímetro se llena de calor, me lleva a acariciarte, me impele a besarte.
Tu amor me abrasa, Amor, me consume.
Y qué hermosa consumación.
Pierdo el sueño, sueño despierto. Una hora dura un lustro, y un siglo cada minuto que estoy lejos de ti.
Me falta el aire, siento que el corazón sale de mi pecho con sus latidos.
Cierro los ojos y mi pensamiento te dibuja. Y me afano en tus ojos y me detengo en al línea de tu boca, y el trazo de tu cuello me llena de arrebatos que en vano intento sofocar.
Abrasado de amor.
Amor, amor mío, callado o a voz en grito, nuestros labios en un beso, nuestras manos en una caricia, nuestras pieles y nuestros torsos enroscados en un abrazo que es el infinito y que me llena de estrellas.
Amor sin fin, amor de renuncias, alevosas y tiernas. No hay mayor premio que yacer a tu lado, que sentirte cerca y tenerte una y otra vez, entre las sombras o a plena luz.
Siempre estoy contigo, en la presencia y en la ausencia, ardiendo por ti. Y en esa pasión me consumo, abrasado de amor.
Amor, amor de plenitud, lámpara en la noche, lucero del alba.
Amor de certidumbre. Lejos o cerca; despierto o dormido, me abraso en amores sólo por ti.
Por siempre enamorado, por siempre de ti.