Cuando me enamore/ When I Fall in Love.

El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

   Cuando me enamore me faltará el aire. Eso creo. Hace tanto tiempo y me he equivocado tanto y tan profundo, que se me va a cortar el respiro y se me cerrará el estómago y adelgazaré, siendo incapaz de tragar nada, y viviré como los peces, inflamado de agallas.

   Cuando me enamore el mundo dejará de girar, porque he sufrido tanto, tanto, que nadie me creerá. Y me verán saltar de alegría y reír como un loco, locuaz y rebelde, escupiendo palabras como perlas y olvidando recuerdos como plomos.

   Cuando me enamore, y bien sabré cuándo, cerraré los ojos y miraré con el tacto y oiré esa voz, que será su voz, encallar en mi corazón para siempre. Cuando me enamore, y sabré bien cuándo, dejaré de correr porque habré llegado a mi hogar.

   Cesará el odio que guardo dentro. La ojeriza que le tengo a los demás que no son para mí; la inquina que guardo en mi propio interior y que sólo se dirige a mí. Se acabarán las pesadillas y empezarán los sueños, los reales vestidos de presente; y me dejaré querer como otros se abandonan a la imaginación y podré dormir en esa paz de la compañía y de la soledad llena de mundo, un mundo que tiene una piel que acariciar, una boca que besar y un pelo que revolver.

   Se iniciarán planes que ahora sólo se posponen; crecerá la hierba en el jardín, y verdearán los tilos delgados y los sauces dejados sin cuidados. Volveré a ser yo mismo porque dejaré de adolecer lo que no tengo, y viviré la plenitud de amar sin esperar nada a cambio, sin cambiar a nadie por mí.

   Porque cuando me enamore todo será distinto. Las nieblas ascenderán hasta la estratosfera; la luna brillará llena y plateada, y el sol en un atardecer sin fin recorrerá los caminos abandonados de mi piel con un sosiego nuevo, como si fuese un regalo perpetuo y una constante novedad.

   Cuando me enamore seré libre, libre de mí y mi sentimiento de opresión. Intentaré cambiar el mundo porque éste me cambiará a mí; y podré valorar la compañía como compañía y no imposición, como algarabía y no necesidad; sabré ganar amor libre y amor bueno; acallaré el egoísmo de la piel muda y velaré el sueño de lo amado con un desasimiento casi infantil.

   Cuando me enamore la tierra verterá lágrimas de lluvia, océanos enteros de vivas y alabanzas. Y aquel que amaré será libre por fin, cargado con todo un amor ligero como una pluma, porque nada le será pedido y todo lo tendrá a manos llenas. Porque por fin seré yo a manos llenas.

   No habrá medias tintas cuando me enamore. No habrá más oscuridad ni indiscreciones. Ni miedo ni malentendidos. Cuando me enamore todo será distinto, porque yo seré distinto, y todo cobrará sentido, porque yo seré libre de mis miedos y mis odios y de mi cárcel.

   Cuando me enamore de ti, enamorado quedaré, y será para siempre porque no habrá tiempo, si no pura eternidad.

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Cuando te encuentre/ When I’ll Find You.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside

a IA.

When I Fall in Love, Renee Olstead with Chris Botti.

¡Qué pereza abrir los ojos! Me estiro largamente en la cama, sintiendo cada movimiento algo pesado, como cuando arrastramos nuestro cuerpo sobre arena húmeda. Y qué bien se está con los ojos cerrados, qué dulce flojera a pesar de la mañana que apremia por la ventana, tibia y brillante.

Siento tu espalda apoyada sobre la mía, hierática y firme como el más intrincado de los sueños. Sueño como el que acabo de tener y no quería abandonar, en la que tus besos sabían a sal y el agua todo lo cubría, hasta nuestras cabezas y nuestros brazos, que se multiplicaban no sabía cómo, y nuestras piernas, que se deshacían una y otra vez de esos lazos que duraban universos…

¡Qué pereza! Abandonar ese mundo de locura pasajera y lejana, en la que ambos nos encontrábamos siempre como la primera vez, pero más sabidos y menos torpes, con las caricias justas, las ansias repartidas y las risas y los enojos escondidos y la luz y la oscuridad de una cama de agua, de una orilla de plumas y sal.

Y te quería en ese sueño que no quería dejar atrás. Y tú me amabas caliente, sabroso y desnudo, sin más artificios que las ganas; la pericia de los días idos y la luz tibia del sol enredado entre la espuma y el amor, el amor líquido que fluía del silencio, de la loca entrega, del olvido. Y yo te quería entero, suicida, olvidado… Porque en el sueño, donde la vida es, enamorarme de ti era destino y decisión. Sabía de ti, sabía de mí y no me importaba, no nos importaba nada…

Fluía por ti, dentro de ti, fuera de ti, y todo estaba en su sitio: tu fuerza; la mía; dos olas que chocaban para entenderse, dos orillas que lamían una libertad inmaterial y tan quebradiza… Y todo volvía a empezar, como una marea que nos desbordaba, como la luna que anoche caía en un mundo estrellado repleto de fría luz, y esa luz reflejaba la escarcha de tu sudor y la intención de mis ojos, que no leíste, que no te interesaba a pesar de lo que nos dijimos, a pesar de lo que te entregaba…

Me dije a mí mismo que nunca, nunca me enamoraría de ti. Que nunca caería en esas redes líquidas ondulantes al viento, y ya ves… En un mundo como el nuestro, en el que nada dura; el amor, lo más frágil de todo, parece nacer de repente en el mayor de los desiertos, y crece enloquecido y se marchita en un segundo, apagándose como la noche al llegar el día, como los sueños al despertar.

¡Y qué pereza abrir los ojos! Abrir los ojos y romper el hechizo que aún mantiene tu espalda interrogante sobre la mía, y que sostiene el calor de nuestras pieles y el arrullo de nuestros movimientos… Arena movediza, agujetas escondidas, deseos ocupados ya en otros deseos, y un dolor sordo que crece en la ventana iluminada por el sol… Porque tu amor fugaz morirá con la llegada de la mañana, cuando te levantes y te duches y limpies de tu piel el último rastro de mi olor, y me sonrías desde la lejanía de lo olvidado y cabecees y te vistas, dejándote algo perdido en alguna parte, y cierres la puerta sin estrépito y sin despedirte. Mientras yo estaré estirado en la cama, arrugada y aún tibia, recordando tu olor cálido, tu sabor amargo y tus ojos ávidos, y las manos apremiantes y el deseo abandonado ya, como mi corazón…

Pero eso será cuando abra los ojos, cuando la luz llegue a través de las cortinas abiertas, y los músculos se llenen de una energía callada, y el mundo comience a girar lejos de mí. Mientras tanto, y a pesar de todo lo que nos separa, intentaré que ese momento no llegue nunca, y disfrutaré de mi laxitud sobre tu espalda, de mi amor sobre tu cuerpo y me dejaré llevar, hiriendo a mi corazón, porque tú aún estarás aquí.