Someone To Watch Over Me. Linda Ronstatd & The Nelson Ridlle Orchestra.
No tiene que ser muy guapo. Tampoco muy bajo ni demasiado alto.
Ni my delgado ni muy gordito. Así, normal.
Puede tener los ojos claros y ser miope; puede no ser muy rico; puede ser simpático y callado. O hablador y parrandero.
En la noche quizá ronque un poquito (todos lo hacemos). Y puede que vaya girando imperceptiblemente hasta el borde de la cama. Puede lanzar sus brazos a buscarme o puede darme la espalda y tocar el universo con nuestros cuerpos.
Por el día quizá esté muy ocupado y hasta sea un tanto despistado; puede que se le quede algo siempre, o las gafas o la cámara o un jersey.
Pero llamará para saber dónde estoy. Pero se acercará al oído para susurrarme un hola, un cómo estás.
Y en las reuniones tediosas, sin decir palabra, alzará la mirada y sabrá decirme que nos marchemos de allí.
Y me abrazará mientras vamos uno junto al otro, en silencio, hasta casa. Y le hablaré de lo que no le he dicho nunca a nadie y sabrá cómo entenderme, o al menos fingirá que me entiende: todo lo que el amor hace por aquel que queremos.
Y llevará la billetera que le regaló su prima la estrambótica; y cocinaremos platos de casa, que para exotismos ya está la calle llena de restaurantes. Y vendrán nuestros amigos, nuevos y viejos, a echarse al sofá, a ver televisión, a charlar sin sentido sobre todo lo que ocurre en el mundo; a pontificar sobre política; a ahondar sobre el amor, el desengaño, el milagro de la vida y la marcha de la vida; sobre el trabajo y sobre el placer. Y se sentará cerca y me tomará de la mano apenas sin tocarme; y hasta le sonreirá a mi tío el pesado. Y preguntará con interés por mis padres y yo por los suyos; y los llevaremos al médico; y sus sobrinos vendrán en Navidad a buscar sus regalos; y en verano, en la playa, jugaremos a los castillos, a las batallas, a recordar cuando fuimos gimnastas o algo parecido, y queríamos ser astronautas o camioneros, o vedettes de revista o médicos o ingenieros.
Puede que no sepa contar un chiste. Pero de su boca todo lo que salga me hechizará porque me importará lo que le pase por la vida, por la cabeza y por el corazón.
Puede que, de mañana temprano, no diga gran cosa; no importa, no quiero discursos a horas tan extrañas.
No tiene que ser un manitas; yo tampoco lo soy. Pagaremos para montar una lámpara y vendrá el instalador del internet unas cien veces porque no sabremos darle al botón de encendido, o extraviaremos la clave de la red inalámbrica; o durante una maratón de películas nos perderemos las mejores escenas por querer imitarlas (mal) en la vida real.
Y será brillante y será un planeta habitado y será todo lo que necesite que sea; estable, concienzudo, irritante, amable, imperfecto, surrealista, sociable, hasta callista si hace falta, y encantador.
Ya veis que no pido poca cosa. Y sin embargo sé que no es mucho: alguien a quien querer; alguien al que cuidar y que acariciar. Alguien que sepa porqué está en el mundo y yo a su lado.
Alguien que vele por mí sin darse cuenta. Y que me quiera con todo su cariño, tal como yo le querré.