Se solicita (un amor).

El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

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Con el tiempo, por el tiempo y lo que conlleva con él, me he dado cuenta qué difícil es encontrar un amor que esté dispuesto a entregarse sin mentiras ni apariencias, sin consejos ni cegueras, un amor a sabiendas de sus gustos, sus sueños, unas ilusiones dignas de realizarse.

Y así he dispuesto poner en el periódico un anuncio: Se solicita un amor que esté dispuesto a entregarse, a confiarse, a no esperar más que lo que damos, esa moneda que es el amor suave y la pasión escondida en las caricias; que esté listo para abrir las puertas de la confianza, que acepte su realidad sin mentiras, sin autoengaños. Que deje el juego de seducción en el dintel de la puerta, que esté dispuesto a abrazar profundo, lleno de besos chiquitos que crecen desde abajo y se hacen uno grande, lleno de labios al llegar a la boca anhelante y verdadera.

Y lo redactaría así directo, pues la gente yerra mucho y puede que entiendan otra cosa, y ya no quiero más equivocaciones, más traiciones ni mentiras; mi corazón no está dispuesto más a esas triquiñuelas que de joven me gustaban tanto, esa seducción barata y fácil, una caída de ojos, una sonrisa velada. Ahora mi corazón quiere el pecho abierto, los abrazos a montones, el calor de una risa que nace del fondo del alma, que desee luchar por un proyecto en común, que esté dispuesto a entregar ilusiones y deseos en el crisol del mismo latido, en la alegría sencilla de lo que está por venir sin sombras ni engaños.

Llevo ya casi tres cuartos y me queda largo y me saldrá muy caro. Y me lo pienso. Pero yo ya no tengo más que dar que mi propio corazón, que mi amor encendido, mis abrazos sin mentiras, las monedas de ese amor. El único dinero que tengo, el último regalo de mi vida.

Y me lo pienso al leerlo al completo. Y me doy cuenta que es lo que deseo. Ya no quiero jugar, ya no quiero seducciones falsas; quiero un amor de entrega, de presente, de generosidad y confianza ciega, y quiero que todos lo sepan, que lo lean bien, que lo entiendan y que aquél que esté dispuesto se desnude de la alegría y corra a buscarme para decirme que sus labios están deseando quemar mi piel, que sus abrazos densos desean arrebatarme el aire y que su corazón de tan generoso sólo anhela, con el mismo amor al que estoy dispuesto, pagarme.

Y lanzo el pasquín desde lo alto de mi edificio. Los papeles de colores parecen pedacitos de arco iris llenos de esperanza. Sí, se solicita un amor que ya no quiera jugar, que sepa luchar, que esté listo para amar sin aparentar, que sepa desear sin absorber, que viva una libertad única que desee compartir y que no espere otro pago que el mismo amor libre, el mismo pecho caliente, el mismo corazón que late.

Cosas que nunca te he dicho.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside

12747776_474965642695935_660796447_nHa pasado tiempo ya. Desde ese primer instante en que nuestros ojos se encontraron y nos recorrió una sensación que era una veracidad. Tú y yo juntos.

Nos enamoramos rápido. Como suele pasar. Y nos disgustamos rápido. Y nos enamoramos otra vez. Y nos llenamos de risas y de lágrimas, y de caricias y de besos y de refunfuños y de silencios casi a la vez.

Te digo lo que siento. Sabes que no soy bueno con las palabras. Se me traban en la lengua y la garganta se me llena de serrín. Y por eso prefiero las caricias que hablan por mí; tu piel se crispa con la mía, y la blandura de tu espalda es un mar en el que nado feliz cada noche, y la sonrisa que se te pone en la cara, ese susurro de tu lengua en mi oído… No hay mejor poesía…

O sí la hay. Tus silencios. Me gusta cuando callas porque estás a mi lado. Te veo respirar reposado, hinchando ese pecho enorme donde caben mis besos como universos, y tu cabeza ladeada apoyada en mi hombro. Y el momento en que digo tu nombre con todas las letras, con sus tildes y sus diptongos y ver cómo sonríes… Sí, hay momentos entre los dos que son más que poesías.

Hay muchas cosas que nunca te he dicho, por ejemplo que tu amor me hace bien. Tú haces que desee ser mejor persona para los demás, pero sobre todo para los dos; tú haces que me niegue a boicotear mi vida, me haces más grande y elevado, porque confías en mí ciegamente e intentas cada momento hacerme feliz.

Hay cosas que nunca te he dicho que creo que debes saber, por ejemplo que me llenas el alma. Cada vez que llegas a casa del trabajo, iluminas nuestra casa y se me llena la boca de estrellas y se me pone la cara boba y los ojos chiquiticos de felicidad.

Qué alegría me da tenerte cerca, saberte conmigo; acostados uno junto al otro, incluso cuando estamos refunfuñados y algo tontos; el roce justo, el gesto adecuado de reconciliación, de triunfo y pérdida. Como tú no hay nadie, escúchame bien.

Hay cosas que nunca te he dicho, y tienes que saber que eres realmente mi verdadero amor; que eres mejor de lo que nunca imaginé y me hacer mejor de lo que nunca pensé. Y te lo digo así, con el verbo revuelto y el ánimo achispado por lo especial del día.

Tu día.

Hay cosas que nunca te he dicho, como por ejemplo que no hay nadie como tú. Como tú nadie me ha tratado, como tú nadie me ha dicho lo que debo oír sin desear manipularme, sin pedir más de lo que das. Como tú no hay nadie, y no creo que te lo haya dicho antes.

Me has enamorado, me has aceptado, me has cambiado. Y yo he adorado cada minuto de cada día, desde el placer de la mañana al encuentro descansado de la noche, con la luna y las estrellas tatuadas en las rutas conocidas de nuestra piel.

Nuestra. Tuya y mía. De los dos.

Tu día. Nuestro día. De los dos.

Y aunque cada día quiero demostrarte lo mucho que te adoro, hace bien que de vez en cuando te lo diga, así torpe y con la lengua trabada, pero feliz y liberada de mis muchos miedos y de mis flaquezas, gracias a tu amor.

Y me gusta. Me gusta ser feliz así, contigo. Y es algo que nunca te he dicho, pero que mereces saberlo una y mil veces más.