La luz de mis días: la vida, una telenovela

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La luz de mis días es el relato, editado por Penguin Random House Grupo Editorial, con el que su autor, Alejandro Melero, entra de lleno en el género de la novela.

Ya en el compendio de cuentos cortos: La escalera oscura, o en algunos de sus ensayos, como Violetas de España, el estilo único de Alejandro Melero se deja ver, se palpa. En La luz de mis días se disfruta en alto grado, pues juega con todas sus armas para elaborar una historia en espejo, un retrato de la sociedad en pequeño, allí donde más duele (o más se siente): la familia. Y, más que en la familia, retrata ese compromiso especial (a veces tan laxo, a veces incomprensiblemente rígido) que todos tenemos con nosotros mismos.

 La luz de mis días es la historia de dos mujeres ya entrada en años: Marifé y Luisa, cuyas diferencias las acercan más de lo que jamás pudieran imaginar; es el relato de una amistad que nace y crece hasta expandirse por el universo femenino de las cosas menudas: el orden, la limpieza, el alimento, los nacimientos y las muertes. Es decir, las cosas que importan.

Es un viaje a la libertad. Ambas viven en un mundo particular que se revuelve nada más tocarse: una le aporta a la otra el elemento que le hace falta para madurar, aventurarse y disfrutar. Desde detrás de las cortinas, los largos pasillos, la economía particular que imposibilita los grandes dispendios, la entrega a los Otros, el descuido de sí mismo, ambas mujeres se van reconociendo, se van gustando, se van entendiendo mientras tejen una amistad profunda y verdadera nacida en ellas gracias a la magia que produce en ambas una telenovela.

El genio de Alejandro Melero destaca por encima de todo en esa capacidad para amalgamar la atracción que la ficción tiene sobre nosotros hasta hacernos olvidar que la vida existe, o existe de esa manera que no nos gusta, y la influencia que indudablemente tiene sobre las almas más sensibles. Marifé y Luisa, entre susurros y corrillos, consiguen una fuerza que desconocían, o vuelven a encontrarse a sí mismas, a través de las vivencias inverosímiles (¡pero tan reales!) de los personajes de ficción de una telenovela.

En La luz de mis días encontramos la magia del relato hablado, pues una no puede ver la teleserie y se apoya y se enamora de la misma gracias a la descripción detallada que la otra le transmite; hallamos el hechizo que la ficción tiene sobre los sentimientos y las acciones de la vida, esa oscuridad de las existencias aparentemente sencillas, donde los recuerdos se evitan tras las puertas cerradas, y donde se pretende no-vivir cerrando los postigos, las cortinas y los párpados. Leyendo cada párrafo llegan los ecos de La escalera oscura, en donde lo más profundo de la psique está retratado con una sencillez alarmante y, por lo mismo, escalofriante; pero, donde todo quedaba allí en puntos suspensivos, en La luz de mis días se despliega, se desenvuelve, se vivencia y finalmente se redime en ese viaje aparentemente anodino de dos mujeres que vuelan de la esclavitud a la libertad, de la soledad impuesta a la amistad escogida, de la oscuridad de la nada a la luz de los días que se viven en total plenitud.

La vida de la telenovela y la vida de la novela se imbrican hasta hacerse una. Ese es el secreto de Alejandro Melero, profesor, dramaturgo, ensayista y cuentista. La telenovela que nos cuenta es un cúmulo de secretos, pasiones calladas, inhibiciones, soledades y engaños: la salsa con la que se aderezan las mejores fábulas televisivas. Nadie mejor que él (con su bagaje ensayista sobre la ficción audiovisual) conoce los entresijos de esos bosquejos de la existencia. Y nadie mejor que él para insuflar vida y contenido y razón a unos personajes con los que conseguimos empatar, llegar a apreciar y a conocer. Alejandro Melero logra, como un Hamelin del siglo XXI, que sigamos el destino de Luisa y Marifé página a página, como ellas mismas con el sino de sus personajes de telenovela episodio a episodio, en su lucha por vencer la oscuridad que les rodea y alcanzar la luz de los mejores días de sus vidas.

Y qué gusto da hacerlo.

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Violetas de España: uranistas en tiempos oscuros.

El día a día/ The days we're living, Libros que he leído/ Books I have read, Literatura/Literature, Lo que he visto/ What I've seen, Los días idos/ The days gone

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Violetas de España: Gays y Lesbianas en el cine de Franco es el nuevo ensayo de Alejandro Melero, autor teatral, periodista, profesor universitario y escritor en sus (muy pocos) ratos libres. Autor del conjunto de relatos La escalera oscura, aquí nos ilumina con su faceta ensayística con una claridad y espontaneidad desbordante, una prosa fluida y erudita (fruto sin duda de un un extenso trabajo de campo) y un acercamiento entre minucioso, lleno de admiración, a la historia gay del cine español, en esos momentos de pensar oscuro que sin embargo enfilan la imaginación y dan a luz verdaderas obras (maestras) de ingenio.

Violetas de España es un relato detallado sobre los entresijos creativos del cine: sus dificultades, los subterfugios, los miedos y las soluciones, no siempre perfectas, que todos aquellos creadores, en su afán de retratar la vida tal cual es (herederos de los insignes retratistas del Siglo de oro, empeñados en enseñarnos que un enano es un enano, pero no sin personalidad y sin alma su mirar). Así es Violetas de España, un buceo, un retrato al fresco y un análisis de lo que la aventura del celuloide tuvo que enfrentar para librar los cercos de la censura (las múltiples trabas de la manipulación) y expresarse de la forma más pura posible, que no siempre es el hecho desnudo.

No hay palo que el autor no toque. Su conocimiento extenso jamás se impone; antes bien, fluye con suavidad, como un poema, sobre cada uno de los tópicos que conforman el libro: pasa del cotilleo más banal al más profundo análisis, de la simple exposición de hechos a disecciones precisas de tiempo, lugar, deseo y acción que llevaron a los cineastas de esos años a erigir obras metafóricas y cifradas, con mensajes repleto de esas sutilezas de género que sólo el iniciado puede llegar a captar y, dado el caso, a comprender.

Alejandro Melero posee una prosa elegante, graciosa, dispuesta a ir al centro mismo del tópico sin llegar a ser jamás pesada; su entusiasmo, su conocimiento y el arte de saber contar historias como las que conforman La escalera oscura, brindan un dinamismo grácil, una mirada menos caduca y una falta de exaltación (sin olvidar una defensa abierta) que congracia el tiempo ido con el actual, los borbotones de creatividad que la censura provocaba, fuerzas telúricas que al chocar, de tan diferentes, daban a luz una montañas inmensas.

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Mucho se aprende de la visibilidad de lo diferente (de lo que la norma dicta como tal) en una industria abiertamente uranista y sin embargo internamente dividida y cruel; las vidas truncadas, los miedos pasados de los guionistas, los actores, los directores, hacían que se tensaran los arcos de la creatividad a cotas muy elevadas, y aunque tal tensión agota el brazo que lo contiene, ha sido capaz de crear obras memorables, irrepetibles y únicas que a día de hoy, en plena libertad, seríamos casi incapaces de producir.

Porque la creatividad no conoce de cárceles, de presiones, de manipulaciones. Consigue siempre ser superior a los hombres que la canalizan, y llegar al corazón de quien las sabe apreciar, aún sin entenderlas completamente, sobreviviendo al vaivén del tiempo, para que investigadores de la talla de Alejandro Melero nos muestren la piezas engarzadas de una historia oculta que siempre, siempre, como su raíz, ha estado allí, para que abramos los ojos y veamos lo que es un grito de eternidad: ser gay, ser lesbiana, ser uranista en realidad, forja valentías, alimenta miedos, pero nos hace grandes y únicos y verdaderos. Porque somos reales.

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La escalera oscura (de Alejandro Melero).

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la_escalera_oscura La escalera oscura es el libro de relatos cortos, algunos premiados y otros publicados previamente, del periodista y dramaturgo Alejandro Melero.

La dramaturgia es importante en el estilo de Alejandro Melero. Hay en todas sus historias un tempo suspendido que envuelve al lector: la creación de ambientes, la descripción casi corporal de los personajes y los sentimientos siempre crispados y a flor de piel llegan del mundo del teatro y se instauran en la prosa (breve) con una intensidad inusitada y estimulante.

Hay en La escalera oscura un hilo conductor muy llamativo: todos los personajes parecen cansados de huir hacia adelante, buscan esa rara compasión que nos negamos a nosotros mismos, necesitan reconciliarse con la vida, pasada o presente, e intentan justificarse, con una entrega que es casi un calvario, a las necesidades del cuerpo, a las debilidades del alma. Los personajes de Alejandro Melero luchan siempre, incluso en el abandono; la entrega a lo que sienten o de lo que huyen o de lo que desean es siempre activa, buscan sus destinos, sus decisiones, casi siempre sufriendo por ello, casi siempre siendo aplastados por las circunstancias y apenas liberados por los puntos suspensivos del silencio o los puntos y final de cada página que queda a medio escribir.

Las lagunas de cada relato se llenan con pequeños detalles cuyo trazo dibuja con mano firme; la voluntad de cada decisión, los giros de cada intención son muy pensados y sin embargo escritos con una sutileza atractiva, envolvente. No son relatos fáciles, las luchas y los desdenes, incluso los escasos instantes de vana felicidad parecen arrancados de la dura realidad a golpes de cincel; la amabilidad de la vida, fijada como un tatuaje, no deja resquicio a la fantasía y quizá por eso es hermosa, y esos momentos de respiro refulgen como regalos únicos y raros. Las historias de La escalera oscura están inmersas en la realidad humana, escritas con sangre, moldeadas con piel y huesos, achispadas por resquicios de una sensualidad fluida, libre, que ata y desata destinos, condenando o liberando a cada personaje, identificándonos con ellos, con sus miserias más que con sus alegrías, huyendo de juicios, llenándonos de comprensión y, también, de melancólica tristeza.YBb0OdSx

Melancolía, deseo por lo perdido, búsqueda desesperada de una paz que sólo encontramos en nuestros corazones cuando somos capaces de perdonar nuestra pequeñez, nuestra absoluta falta de brillantez. O nuestra absurda normalidad. Y sin embargo todos los protagonistas de estas historias son seres especiales, únicos, atractivos en su belleza herida, brillantes en su aparente sencillez, navegando entre la sordidez hasta la más pura irrealidad… Lo que hay en La escalera oscura pertenece a los estratos más profundos de los seres humanos, y Alejandro Melero no teme llenarlos de luz y traerlos a la superficie y mostrarlos desnudos y salvajes, dañados e imperfectos, melancólicos y apasionados y por encima de todo, o a pesar de todo, bellos y libres.