Párpados caídos. Brazos abandonados, piernas descansadas.
Silencio.
El pecho se llena de aire. Y se vacía. Y vuelve a empezar.
Labios sellados por los que escapa el aliento.
La tele encendida y muda. Figuras van y vienen en technicolor o en blanco y negro. Una película antigua brota de su pantalla.
La chimenea crepita. La leña parece adormecerse.
– Quisiera decirte algo…
– Mmmm… ¿Ahora?
– Sí… Sólo llevará un momento.
– … Está bien. ¿Qué será?
– Te quiero.
Silencio.
Ojos abiertos. Pupilas dilatadas. Labios húmedos. Brazos que recobran su fuerza. Piernas que abrazan otras piernas.
Y un beso.
¡Qué felicidad!