Carlos Puig Padilla: Mirada de terciopelo/ Carlos Puig Padilla: Velvet Eyes.

Arte/ Art, El día a día/ The days we're living, Lo que he visto/ What I've seen

Madeleine Peyroux. Gentle On My Mind. 

 Captura-de-pantalla-2012-10-28-a-las-00.53.17El mundo Instagram regala muchas sorpresas. Saca de nosotros, artistas no desarrollados, el impulso creativo y el hedonismo de ser vistos que de otra manera mitigaríamos sin dudar.

   Pero dentro de esa miríada de amateurs, es decir amantes de la fotografía, esta aplicación de telefonía móvil nos permite descubrir el trabajo y el talento y la belleza de artistas que, de otro modo, pasaríamos por alto, al no reconocerlos.

   A partir de hoy iré citando y nombrando aquellos que han captado no sólo mi atención, si no que me han enamorado con su talento magnífico y, por encima de todo, su sencillez y saber estar.

   No es un secreto que adoro la Fotografía. Por este modesto blog he intentado mostrar el trabajo de personas que me tocan de cerca, que me hablan en imágenes y también en sensaciones y sentimientos. Enrique Toribio, Izak Amancio, Ralf Pascual o Valero Rioja me son muy queridos. Martín Gallego, Daniel Almeida o Arkaitz Morales no les van a la zaga. Creo con sinceridad que es la forma actual de Arte, nos acerca a la realidad de la que otras manifestaciones plásticas se alejan cada vez más, quizá en busca de una abstracción que se regodea de la comprensión (o de la supuesta aceptación) de unos pocos entendidos. Y nos regala verdaderos hallazgos técnicos y delicadezas a la mirada.

   Carlos Puig Padilla es un descubrimiento. Es un portento de talento. Puede con todo y con todos. Con estilo propio, con una personalidad acusada y un mucho de buen gusto, su obra tiene la inmensidad de lo delicado, el toque sedoso y acariciante del terciopelo. Sus imágenes pletóricas de vida están, sin embargo, llenas de ternura, y arranca de lo cotidiano una poesía que se nos esconde a los demás. Es un mago de la luz y de la sensualidad, como Enrique Toribio. Pero mientras en Toribio las imágenes son carne pura, un movimiento congelado que escapa de la bidemensionlidad, en Carlos Puig Padilla son pura caricia, piel que invita al bocado, sensualidad sedosa, alma de terciopelo.

   Admiro todo aquello que soy incapaz de ser. Me gusta saber cómo lo hacen no para imitarlos, si no para comprenderlos mejor. Así hice con la Medicina, y así me gusta acercarme a la Vida. Me gusta rendirla de homenajes porque ella me regala Belleza todos los días. Y en Carlos Puig Padilla encuentro una fuente divertida, irónica, menos despreocupada de lo que parece, más trabajada que ociosa, sensual y maravillosa, llena de luz y de poesía.

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En el recuerdo/ Gentle On My Mind.

El día a día/ The days we're living, Música/ Music

Gentle On My Mind. Madeleine Peyroux.

5e8bf0e2caed11e2b5c422000a1f9a53_7Paseando por mi mente te encontré. Un detalle, un olor. Eso fue lo que hizo falta para traerte de nuevo a mi vida.

Eras fácil, suave y sorprendente. Eras de sonrisas, lo recuerdo bien. Y de manos ávidas y aspavientos. Y tu voz de locomotora llenaba todo de palabras desbocadas, desbordadas, cargadas de intenciones.

Qué dulce me es recordarte.

Tus ojos de luna llena y esa nariz algo sobresaliente. Y la espesura de tus cejas y ese parpadeo rápido, ávido.

Nuestras conversaciones, nuestras tardes de amor. Contigo todo era más, hasta demasiado. Y eso estaba bien. No sé porqué llegué a pensar que no te quería más.

Porque te quise. Créeme. A mi manera mareada. Y ahora descubro que aún te quiero.

En el recuerdo me doy cuenta de cuánto.

Tu boca, tus manos. Y las rodillas donde reposaba mi cabeza a veces y donde dejaba escondidos besos para después.

Cuando me esperabas detrás del sofá y me sorprendías día sí y día también, entre la bruma de la tarde y el cansancio de las horas que parecían no tener fin. Yo te veía en el reflejo del espejo, pero nunca te dije nada para no desairarte.

Sonrío al recordarte.

No sé cuándo todo se rompió. Por mi parte, claro. Perdóname, era el temor. El miedo al riesgo, porque eso es lo que eras para mí: una aventura enorme, una apuesta insegura. Y te dejé ir. Y me equivoqué.

Y ahora te vuelvo a encontrar en los vericuetos de la mente, en el paraíso absurdo del recuerdo.

¿Me querrás volver a ver?

Te he buscado en Google. Todos salimos. Y he intentado saber si estás con alguien o si la soledad que te infligí sigue tan empeñada en tu vida como en la mía.

¿Desearás saber de mí otra vez?

En el recuerdo sigues sonriéndome y siendo suave y volátil, con la facilidad de lo que debe ser y la suavidad de lo esperado. Y una esperanza anida en mi corazón.

¿Aún podrás quererme como te quiero a ti?