Luis Cremades: la poesía ondulante.

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luis cremadesEn estos días he leído mucho de la producción poética de Luis Cremades. No toda, pues creo que me falta todavía algún poemario (El animal favorito, en el que tengo puesto mucho interés.) Quise leerla de la forma más cronológica posible, siguiendo por lo demás las indicaciones que el propio autor hace sobre su vida en ese desnudo integral que es El invitado amargo, obra que me sigue pareciendo quizá lo mejor que se produjo en España desde el punto de vista literario el año pasado.

Es decir, casi jugué con trampa. La poesía intrínseca, secreta, a veces onírica y sobre todo física, táctil, ondulante de Luis Cremades se me dibujó así bajo otro prisma, que por lo demás se nota poco a poco, y siempre de manera muy velada, en sus poemas. Hay casi un antes y un después en la creación poética del autor una vez llegada la Enfermedad, una especie de despertar cruel, o cuando menos una pérdida de inocencia que ninguna de las experiencias previas le había arrebatado del todo.

Las páginas por donde la Enfermedad pasa están cargadas de un simbolismo más oscuro; dejan de jugar a esconderse a sí mismas, son más introspectivas cuanto más asépticas se vuelven, y también más melancólicas y dolorosas. En la vida del poeta hay pérdidas, hay errores, hay dolor (por lo demás, como en cualquiera) pero en su seno alcanzan cierto grado de intelectualidad, de frialdad y de calor, que no deja indiferente a nadie.419[1]

Los límites del cuerpo es un canto a la pasión del amor, a la búsqueda de un amor que se encarna en el Otro, en aquella figura que nos acaricia, nos abraza, nos dice que ama (y miente, o sólo miente cuando deja de ser cierto, que es casi lo mismo) y que finalmente nos abandona. No así el recuerdo, ni la evocación, ni el deseo de amar. En Los límites del cuerpo, que pueden ser los de la vida, subyace un ímpetu que se desgarra más adelante en poemarios posteriores y que aparece, recurrente como un tono frigio y obsesionante, tímidamente, o quizá disfrazado en su súmmum (el cuerpo humano), y es la búsqueda subterránea de Dios.

9788496079564Luis Cremades posee una inteligencia dilatada, única, que se expande y se concentra como un rayo láser. No es creyente, o cree quizá en aquello que más le importa: el ardor sensual, el encuentro último entre decisión y necesidad, la entrega consciente al Otro clavado en una piel que se marchita al día siguiente o al mes siguiente, y que desaparece en la nada. El colgado nos lleva por las aguas llenas de minas del amor buscado y muchas veces aceptado sin ser entendido, que desaparece tan pronto es poseído y se diluye sin más una vez llega la mañana. Es un poemario por donde la muerte está pasando, en donde notamos si no un cambio de tono al menos un ritmo peculiar, más oscuro y abstracto, que se burla de sí mismo y que se ensalza al mismo tiempo, que se siente bendito y mísero a la vez, que quizá sabe que él también pasará, pese a quien posea, pese a quien ame. Colgado de la vida, que también lo es de la muerte, abandonado y dejando, olvidando y reencontrando, y dándose cuenta de que ya nada es igual.

Y que nada permanece. Polvo eres es un libro de mayor madurez. Más en los temas que en las formas. El poeta sigue insistiendo en su estilo rompedor de escribir, que es lo mismo que de vivir. En él la Enfermedad ha dejado huella: las pérdidas se cuentan por decenas: amigos desaparecidos, cuerpos endebles, fragilidad a la vista. PolvoeresPero aún hay tiempo para saborear el incienso del mar Caribe, las sorpresas del recuerdo, el hallazgo, novedoso porque se había olvidado, de una parte de sí mismo infantil, casi intacta, que se vislumbra a través de los cambios geográficos imputados por el tiempo y por los hombres, pero que sobrevive en el recuerdo. Polvo eres es un canto a la desazón, no ya una búsqueda ni una sinrazón tanto más que una entrega a las circunstancias, a lo inevitable, al fin. Y sin embargo se despide con un consuelo, o un desconsuelo, que es la resignación.

Leer a Luis Cremades, después de El invitado amargo, es una labor hermosa. Porque entendemos su cantar abstracto, su intento de esconderse, su esfuerzo por mostrarse desnudo pero jamás sin adornos, de los que se despoja en esas memorias salvajes que llegan al corazón. Luis Cremades poeta se completa con el autor en prosa, de la misma manera que su prosa, es decir su vida, se contempla y se completa con su poesía. El autor ha construido de esta manera, quizá sin saberlo, un universo entero que lleva su nombre, sus obsesiones, sus miedos y sus afecciones. Nada hay escondido en las líneas escritas por Luis Cremades, y sin embargo, todo está por descubrir.