Me gusta tu compañía casi silencio. Susurradas las palabras, lentas fluyen de esa tu boca, y llegan hasta mí llenitas de esa voz suave, firme, de terciopelo oscuro.
¿Deberé describirte? ¿Quién desea conocerte más que yo? Delgado misterio, misteriosa vida; tú mismo eres un susurro que se va extendiendo de a poquito, de a poquito, hasta hacerse casi imprescindible. Yo que me jactaba de no depender de nadie, cada día que pasa me engancho más a ti; jamás pensé que para ser libre bastaba con estar atado.
Tú eres una de las formas más dulces de prisión. Tus exigencias son sensatas. No pides más de lo que das; a veces hasta parece no importarte. Pero sólo es un espejismo, una cortina que esconde, como las sombras chinescas, uno de esos secretos del alma. Sí que vale cada muestra de cariño, cada recordatorio, esa mano en el hombro o una broma a tiempo. Vale ese peso exacto que necesitas; cada alegría que consigues tiene el valor del corazón.
Intento siempre que estoy a tu lado regalarte mi vida, y nada me parece suficiente. Intento, con cada muestra de este mi cariño que no me cabe dentro, ganarme una parcelita de ese corazón que late encontrando amor.
Somos exploradores: tú y yo. Intentamos encontrar sin buscar, como parafraseó Picasso una vez. Pero no nos limitamos al arte; más bien buscamos ese Arte que lo sintetiza todo, que todo lo contiene; una suerte de Dios.
Tú y yo: un conjunto indivisible, una suma de sueños, de miedos medianamente confesados.
Yo y tú, aquí juntos, unidos por el lazo más delicado y el más firme, suerte de ganga, de hallazgo casual.
Somos buscadores: de abrazos inmateriales, de anhelos, de sonrisas, de olvidos.
Yo te he encontrado a ti, y en ti lo he encontrado todo. Dime, tú que estás aquí conmigo: ¿lo has encontrado ya?
Me gusta el silencio de estar a tu lado. Me he acostumbrado a él. Sin duda el cariño también es una suerte de costumbre. He estado tanto tiempo solo, que hallarte me ha trastornado, me ha mejorado, y me ha hecho evolucionar.
Intento mirar hacia atrás y dibujar a aquél que fui y no puedo. Tu compañía todo lo deslumbra: el pasado, el presente, el futuro. Tu compañía todo lo transforma y lo ordena; lo hace cósmico y real a un mismo tiempo.
Siempre fui un pájaro solitario, un pequeño héroe sin rumbo. Desde que tú estás aquí mi senda lleva tu nombre, que es símbolo; mis alas se han hecho más fuertes y mi vuelo ascendente, planetario. Todo a tu lado cobra el sentido de lo justo, de lo que ha de ser: lo maravilloso, lo oscuro, lo que debe realizarse. La justicia, la aceptación, el orgullo; el susurro, el beso nunca dado, el abrazo que muere a medio camino.
Me gusta la calma de estar a tu lado. Incluso en esos momentos de nerviosidad; cuando todo ya ha pasado. Y esos instantes de recompensa, que se multiplican desde que estás junto a mí. Esos ojos de miel y desierto que brillan esperanzados, poderosos, tan auténticos..
¿Deberé describirte? ¿Deberé descubrirte? ¿Cómo trazar entre unas líneas el dibujo de tu ser?
Me atrapa el silencio de esa voz de terciopelo oscuro…
Me siento identificado con este poema solo en la mitad, he estado mucho tiempo sólo y sería agradable expresarle a alguien lo que dice el poema
Seguro que lo conseguirás!