Open Your Eyes. Snow Patrol
Otro de los descubrimientos en Instagram ha sido, para mí, Sergio De Luz. Sus formas desnudas, su estilo rudo sin apenas retoques, esconden sin embargo una técnica depurada y la sutileza más delicada en las imágenes que quedan prendidas en la retina una vez nos obliga a abrir los ojos ante sus creaciones.
Su trabajo como fotógrafo profesional es independiente de su labor en Instagram, más personal, en el que se nota una huida hacia lo sencillo (que no básico), un juego constante entre las sombras y, como su propio apellido indica, la luz.
Apenas hay cabida para el color. El mundo de Sergio De Luz es un constante claroscuro en el que las formas se desnudan, o se ofrecen en vaivén, llevadas y traídas por las mareas de la mirada.
Porque Sergio De Luz nos obliga a abrir los ojos ante la vida sugerida y retratada, descarnada pero juguetona, directa y sutil, sin afeites; a veces cargada de una cierta rabia contenida, y otras, de un dejarse ir sedoso y revelador.
Nada en Sergio De Luz nos deja indiferente: ni su pasión, ni su delicadeza, y mucho menos esas imágenes con las que retrata una vida en blanco y negro que, sólo a veces, por suerte o por casualidad, se puede llenar de color.
Tiempo de Curar/ Healing Time 
Bueno, a mi me costó entrar en Sergio, porque como todos los malos fotógrafos o aficionados, no apreciamos el B&W como debe ser. Yo suelo decir que «la vida es en color». Bueno, eso es un atrevimiento de idiota. Pero si que creo que las fotos en blanco y negro tienen que contar «una historia». No me vale, como hacen muchos, poner en b/n una foto del mar por ejemplo, o del cielo. No tiene sentido y es absurdo. Bien es verdad que no es el caso de Sergio. Sergio es todo un artista que ya en su nombre ha hecho toda una declaración de intenciones: luz, la luz, sus juegos y sombras, nada relacionado con la luz le es extraño.
Es un honor para mí, apenas un recién llegado a la fotografía, estar al lado de estos dos monstruos.
Pues a mí lo que más me llamó de Sergio De Luz fue, precisamente, su uso constante del Blanco y Negro, y esa sensación de inacabado, o de apenas pulido, de sus fotografías. No sabía quién era, ni siquiera cómo era físicamente, hasta que la atracción que sentía por sus imágenes enigmáticas y las expresiones escritas que las acompañan (igual de directas y concisas) me inclinaron a buscarle en la Web. Y vaya sorpresa. Lo que intuía se quedó pequeño ante la realidad. Y la expresión de su mundo interior me dejó boquiabierto. En Carlos Puig Padilla, al igual que en Enrique Toribio, por ejemplo, se puede ver una línea continua, una búsqueda, un hallazgo, un desarrollo y una actitud no exactamente lineal pero sí constante. En Sergio De Luz hay una ruptura, una personalidad múltiple que busca canales de expresión llenos de rabia a veces y otras repletos de una placentera sensualidad. Y eso es arriesgado y atractivo a la vez. E hizo que mi admiración por él aumentase. Carlos y, de nuevo, como Enrique Toribio, son estetas, son buscadores de la Belleza. Sergio De Luz es un agitador de mundos interiores, que bucea en su interior para arrancar, más que mostrar, aquello que lleva dentro. Y eso no es fácil, creo.