¿Cómo decir adiós?
Cuando el mundo era nuestro (porque lo era) parecía una bienvenida continua. Luz, viento, sonrisas y caricias con los ojos abiertos.
Cuando lo perdimos empezamos a cerrar los ojos a la melancolía y el abandono nos comió las entrañas. Apenas hablábamos y quizá hasta nos saludábamos sin vernos. Como el mar en la orilla, apenas nos besábamos y fluíamos uno en la piel del otro temerosos de decir las palabras amargas, tragando la hiel de un orgullo vacío, y dejando pasar tras nuestra los días uno y otro, uno tras otro…
Pero confieso que aún te amo por las mañanas, cuando todo parece nuevo. En ese instante mágico en el que el sol ni calienta ni hace daño, ese espacio que habitas a mi lado se llena de alegrías e intento rozar con el dedo (sí, sólo con un dedo) cada uno de los recuerdos de tu espalda. Te dibujo y me dibujo, haciendo autorretrato de un amor que nos ha abandonado o que no nos deja marchar.
Aún te amo cuando llegas con cansancio y algo de ajetreo. Tus ojos y esa boca de corazón. Y el pecho latiendo y cierto abandono que ya no es nuestro, si no tuyo, como el adiós.
Y sé que sabemos que ya nada nos une. Pero sé que sabemos que, en realidad, la vida sigue pegándonos por la cabeza y el corazón. Ese cortocircuito que a veces sentimos a veces echa chispas y me descubro viéndote y a ti sonriéndome y un ademán pasa a ser lo que antes era una pasión desbocada, y las amarras de ese puerto que llamamos nuestra casa sigue tejiendo para nosotros una red que nos protege.
Aún me buscas por la noche cuando no puedes dormir. Y puedo ver tus ojos enormes brillar como faros en la distancia; alcanzas tus brazos y quieres apretarte a mí; y mi tranquilidad parece descansar en tu pecho y lentamente tu boca se va plegando hasta quedarse dormida… Mientras el corazón late.
Diciendo adiós descubro que aún te quiero. A mi manera, a la tuya. Extraño ya el sonido de tus pisadas, el eco sereno de tu respiración jadeante cuando subes por las escaleras, taimando tu espíritu alborotado con esas imposiciones absurdas en otra persona que no seas tú, y el aroma que aún perdura en tu piel muy de tarde, cuando todo parece entrar en una quietud tan lejana…
Diciendo adiós descubro que todo es difícil: quererte, vivir contigo, enojarte, olvidarte. Y renuncio a ello hasta la mañana siguiente, como esperando que el nuevo día me llene de una fuerza más titánica o más tiránica o más plácida o más amorosa, para hacerme navegar hasta el pomo de la puerta sin volver la vista atrás y poder cerrar este capítulo que lleva tu nombre, lleno de sol y de verano, y que sí, lo sé (y tú también) ha llegado a su fin.
Diciendo adiós aún te amo más… Y el mundo sigue girando, y en él, tú y yo.
Descubrí tus fotos por casualidad en Instagram y me tocaron algo adentro. Eso hizo que curioseara en este blog. Tus palabras me llegan tanto como tus fotografías. Enhorabuena.
Muchas gracias por haberte acercado y por tus palabras…¡Bienvenida! Espero que te quedes por aquí!
Hola Juan Ramón:
He elegido esta entrada con fondo de Leonard Cohen que considero de extrema belleza , para decirte que tu blog es muy bello, que merece la pena hacer cosas así, que envidio tu valentía de desnudarte un poco públicamente para buscar, reivindicar y trasmitir belleza. Haces bien en hacerlo…Es lo que hay que hacer. No hay otra opción. No debería haberla….
Yo también soy medico, «muy médico», es decir que soy a la vez esclavo y amante de esta profesión, en la que también encuentro la belleza.Te he descubierto en instagram, pues yo también soy adicto al la fotografia y la música. Tengo en general poco tiempo, pero quiero guardar un trozo para seguir tu blog…
Un abrazo
Hola, Javier. Muchas gracias por tus palabras. Que alguien se detenga unos minutos a visitar y leer lo que aquí se publica es de agradecer, pero además escribir un comentario así no deja de asombrarme y de alegrarme. A veces me pregunto si es leído, si alguien lo disfruta o no, si de verdad alcanza a otra persona ese mensaje pequeño de estar en este mundo que este blog supone. Llevo ya varios años, con una actividad decreciente este año. Es cierto que siendo médico nuestro tiempo es absorbido literalmente por la actividad que realizamos; sin embargo, intento arañar en lo posible un ratito para conservar dentro de mí ese espacio que también me hace feliz y que espero seguir compartiendo con personas como tú. Mil gracias de nuevo y ¡bienvenido!