La red nos permite literalmente vivenciar el nacimiento y el desarrollo de intentos artísticos que quizá, sin esa inmediatez, no sería posible llevarlos a cabo.
El escritor de novela histórica, Carlos Hugo Asperilla, muy dado a recobrar el tiempo perdido navegando en las raíces de la personalidad humana y de sus consecuencias, ha comenzado junto a sus compañeros Elena Montesinos y Óscar Moreno, la redacción a tres manos de un relato epistolar que desea retratar, más que la desgastada realidad española de la posguerra inmediata, el universo interior de tres hombres marcados por ella, sus miedos y sus deseos, frustrados o no, y cómo el miedo, el fracaso y las heridas abiertas afectan a su día a día y a su destino como seres perdidos en un universo desecho que intenta, mal que bien, volver a levantarse, volver a ser lo que era, o lo que debe ser a partir de ese momento.
De esta forma, en Tres Líneas las vidas de Dalmacio, Luis Miguel y Emilio desfilan ante nosotros haciéndonos partícipes de sus pensamientos más profundos, de sus miedos y de los errores y éxitos que los definen y los impulsan a seguir con vida. Más que un alegato político, como ha sido la gran mayoría de las manifestaciones artísticas ambientadas en esos tiempos convulsos, la tarea de estos tres escritores es más íntima, y por tanto más interesante: no es una defensa ideológica, más bien es un retrato de aquello que se ha perdido y de cómo las consecuencias de nuestros actos llegan a afectarnos hasta los cimientos.
A través de este viaje epistolar, muchas veces clandestino, vamos descubriendo, entrega a entrega, el universo profundo que afecta a estos tres hombres, y cómo cambian y se adaptan a la realidad que les rodea y que acaba afectándoles, de una manera u otra, como nos ocurre a todos, incluso en nuestros días, llenos de vacío cultural y de identificación con nuestra única humanidad.
A través de Facebook podemos vivir, literalmente, el nacimiento y el desarrollo de este experimento, de esta historia a tres líneas, como una nueva forma de hacer Literatura (epístolas y fotos son todos procedentes de sus autores), y de disfrutar en el proceso y de interiorizarlo y compartirlo.