Si no lo sabes ahora, nunca lo sabrás.
Si eres incapaz de ver lo que vibra por ti, nunca sabrás lo que te ama.
Si no consigues oír los latidos de un corazón entregado, nunca sabrás adónde llega la felicidad.
Cada vez que me miras, cada vez que me hablas; cuando te acercas para susurrarme una tontería; cuando me abrazas sin sentido y me llamas en la lejanía, te amo.
Te amo cuando estás callado y algo huraño, con esa mirada hosca y esa boca fruncida de niño pequeño. Te amo cuando sales corriendo en busca de un sueño y regresas herido o triunfante o cansado o inquietante. Te amo con cada latido de mi corazón y con cada pestañeo de tus ojos.
Y si no eres capaz de darte cuenta hoy, nunca lo harás. De nada servirá que te nombre mil veces en la noche sin luna; de nada servirá que busque el abrigo de tus brazos cuando haga frío. Si no sabes lo mucho que te quiero, nunca lo sabrás.
Y sería una pena desperdiciar tanto amor apresado; sería un dolor ver cómo se esfuma en la historia un sentimiento que nos haría engrandecer y nos daría la libertad. La tuya de mí y la mía de ti, para siempre.
Si no lo sabes ahora, nunca lo sabrás.
Si no sabes cómo mi corazón late por ti, nunca sabrás el bien que sería y el bien que me darías.
Si no lo sabes hoy, nunca sabrás lo que es amar y ser amado. Y todo se perderá al final.