Si así lo deseas/ If it be your will.

Arte/ Art, Los días idos/ The days gone, Música/ Music

   Encontrarte ha sido una sorpresa. Y una alegría.

   Entre el humo del tabaco y la bruma de la noche, verte en aquella barra atestada y reconocerte, a pesar del tiempo que ha pasado, no lo podía creer.

   ¿Cuántos años? No lo sé. El mundo era nuevo, era otra cosa que esto que nos rodea,y todo parecía cándido y quizá lo era entre tus brazos de nieve crujiente y tu risa de canción.

   Pero ahí estabas. Como si no hubiese pasado un minuto y sin embargo nada es lo mismo. Nada. Salvo lo que siento por ti y lo que pasó entre tú y yo.

   La cercanía, tu perfume. Sigues usando el mismo. Sigues siendo igual. Tu risa sorprendida, mis ojos asombrados. Y un abrazo que duró más de lo permitido, y la cercanía de tu pelo en mis labios y de tus manos en mi cuello.

   Tus ojos brillantes, sin embargo velados por los años y la vida pasada. Y sin embargo tan bellos como aquella vez, cuando los pintaba una y otra vez, usando óleo fresco sobre la piel y pastel sobre tu rostro. Cada uno de tus pliegues, cada uno de tus recodos, y los dedos navegando con la suavidad del aceite y el color de la vida.

   Claro que me acuerdo. No lo he olvidado. Ni tú tampoco.

   No tenías compañía; la soledad parecía una capa que cubría tu sonrisa vibrante y tus ademanes lentos. Yo tampoco. Ni siquiera sé qué hacía en ese bar; quizá estaba esperándote. Como hice una vez, hasta dejarme la piel ajada y el ánimo destruido.

   Cuando te fuiste dejé de pintar. Ni un trazo, ni un boceto. Los días pasaban y no hablaba. Mi mudez ataba a mi pensamiento, y el carboncillo rodaba por mis dedos inmóviles e ineptos. Hasta que un rayo me partió la crisma y me di cuenta que me habías dejado. Y comenzó esta locura de retratarte hasta la saciedad en cada postura creíble, en cada momento que compartimos juntos. Una y otra vez, en cada trazo, en cada variación de color, tus ojos aparecían vidriosos y tu boca abierta como un la de un pez, y tu pelo cubierto de escamas y las alas de la huida emergiendo como ramas de tu espalda y de tu corazón. Corazón de espinas…

   Pero todo eso lo olvidé al verte. Después de tanto tiempo, tanto como el primer día. Estabas allí y yo también y nos vimos, y nos sonreímos y nos abrazamos y rodamos por las paredes y nos llenamos de pintura mientras se desprendía la pasión y todo volvía a ser como al primera vez. Cuando éramos más jóvenes y creíamos en la eternidad, al menos del amor. Pero todo pasa…

   Y esta mañana, al rayar el alba, hablamos. Entre el resuello y el sudor, tu piel tan brillante y tersa, y el sabor de tus labios como si no hubieses envejecido. Y tu voz era la misma y tus ideas las mismas, y tu amor, igual. La luz quería llegar a nuestro mundo, revuelto de sábanas y caballetes desordenados, con olor a tu perfume y a óleo y trementina. Y con la luz quizá la sabiduría de los años que han pasado. Y la historia que nos ha traído por separado aquí.

   Sonó un teléfono. Un mensaje de texto. Y la sonrisa desdibujada y la burbuja rota. Y hablaste como aquel día,  y me dijiste casi las mismas palabras, llenando de razones la incomprensión del abandono y justificando sin necesidad el vacío de una huida.

   Si así lo deseas…

   Desde la cama me viste recoger los restos de mi piel entre las sábanas. Porque los de mi corazón escapaban de mis ojos, que siguen admirando una belleza única y un deseo incombustible, que ninguna decepción ni ningún tiempo ido ha conseguido apagar, y un amor, amor, que ha podido con todo. Incluido conmigo.

   Si así lo deseas, vete ya…

   Y me besaste en los labios con candidez. Y me abrazaste con retazos de una pasión tatuada en la cama. Y tu voz, pegada a los oídos que ya se han acostumbrado al vacío de tu ausencia y al hueco de la soledad.

   – Me están esperando…

   Como yo.

   Y te fuiste sin vestirte. Y dejaste tras de ti un juego de lágrimas. Y con ellas he hecho una acuarela que lleva tu nombre, y te he vuelto a retratar tras años de querer olvidarte.

   Si así lo deseas, podrás venir a verme. Y comerte mis labios a bocados. Pero nunca más podrás herir a un corazón cansado. Cansado de amor por ti.

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