La vida equivocada: La vida de los Otros.

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la-vida-equivocadaHay algo aterrador en La vida equivocada, nueva novela de Luisgé Martín, y es el miedo que late en todos nosotros de vivir una vida más oscura que nuestros sueños y también errónea.

A través de un relato que es a veces un largo soliloquio, la existencia de tres hombres se entrelaza y se desmigaja con la facilidad casi divina de lo que nos afecta de cerca y acabamos olvidando.

La vida equivocada no es una historia paterno-filial del bello Max y el ambicioso Elías; ni siquiera es la trayectoria vital de dos hombres, padre e hijo, que convergen y divergen para reencontrarse de nuevo, comprendiéndose y reconociéndose y aceptándose finalmente en los límites del olvido. La vida equivocada es el retrato de esa voz continua, muy presente e intensa en la primera mitad del libro, que justifica, desgrana, desnuda y condensa, en las antípodas de los dos protagonistas, la vida que todos deberíamos tener.

Luisgé Martín gusta de bucear en los aspectos más oscuros de los deseos humanos, en los miedos más iniciáticos, aquellos que nos definen a soto voce, que en realidad nos atenazan inconscientemente y nos hacen ser, o reaccionar, de esa manera única en la que lo hacemos cada vez que la vida nos lleva a un brete.

Hay mucho de un razonamiento filosófico sobre las entrañas de la vida en esta novela, que engancha mi gusto por las interpretaciones más libres del pensamiento y la reactividad humana; hay también mucho del patetismo del perdedor, o del optimista inveterado o del soñador empedernido; es un camino largo el que nos lleva a aceptar, en ese razonamiento desmigajado en decisiones vitales todas erróneas, que la vida que vivimos siempre es más pálida de lo que deseamos y que quizá en el fondo esa falta de brillantez, o esa suma de normalidad grisácea, es lo que debe ser si nos toca experienciarla en nuestra propia piel. Que está bien perder, o no alcanzar nunca los sueños que alguna vez albergamos, y que quizá por eso seamos al final más grandes de lo que nunca fuimos ante los ojos ajenos, y aún más, ante los nuestros.

En La vida equivocada no nos importa Max, al menos el Max más allá de los veinte años, pese a su detallado desarrollo novelístico; las justificaciones de Elías quizá nos llegan tarde, pese al concienzudo y muy detallado relato de sus peripecias vitales. En el bloque en el que el autor nos describe la vida real, el relato quizá pierde fuerza y un poco de interés, iluminado por esas rachas de sabiduría y de brillantez y de fina ironía con la que nos pinta el retrato de dos perdedores que sólo consiguen, con la muerte, una redención única.

En esta novela nos interesa él, el narrador anónimo, el pensador que se permite, tras la intimidad y tras la distancia, no ya desentrañar esos pequeños misterios que se tejen en las vidas anónimas, si no identificarse con cada una de ellas, diferenciarse, quizá aliviarse y, lleno de esa lealtad pura que nace del roce, del enamoramiento y de la deuda (una deuda de piel, de deseos colmados, de la necesidad de ser querido y considerado único), desprenderse de ellas, aliviado; de ser quién es y de la suerte que, bien hallada o bien labrada, le ha tocado vivir: en el reflejo de las vidas equivocadas de Max y de Elías, el narrador cae en la cuenta de su suerte o de su sino, y se alivia por ello y lo agradece, a modo de justificación, narrando la vida de esos seres que alguna vez definieron la suya, o la espolearon a abrirse y desarrollarse.

Un relato de miedos ocultos, que nos remueve las entrañas; mucho más brillante en su primera mitad, pues es más puro, menos novelesco, más cercano a lo que una vez fuimos (o pudimos ser) en interés y en descripción; bellamente evocado (es un ejercicio tierno y afilado de rememoración); un poco más envarado en el capítulo de Elías, más libertino en el de Max, pero sobre todo más íntimo y liberador en el del narrador, que atrapa y consigue que nos interesemos por el desenlace final, intuido pero no por ello menos afilado, que nos arroja al abismo misterioso que flota en cada una de nuestras existencias: el miedo a vivir una vida equivocada y darnos cuenta tarde de ello.217285-944-1416

Es un retrato de gente pequeña, de gente común, de gente que yerra sin darse cuenta, y que desdeña lo que consigue en aras de un siempre más allá que los acerque al sueño con que alimentan sus vidas. Las historias de Elías y Max pueden se la nuestra propia, en su totalidad o bien en parte; llena de altibajos, de sueños erróneos, de falsas esperanzas, pero también de aceptación y de redención final. O puede ser la del narrador que todo lo detalla, todo lo descubre o lo infiere o lo comprende, desde la atalaya del tiempo transcurrido, quizá de la suerte y del talento, como si fuera algo ajeno pero muy íntimo, pira donde destruye cada uno de los fantasmas de un pasado que ya no le afecta para nada.

La vida equivocada es siempre la vida de los Otros, pero puede ser también nuestra propia vida; al menos en parte; y tiene el mismo fin: hallar la libertad en la prisión de nuestros grilletes; en la aceptación de las reglas del juego (si las hay) y en entregarnos, tras infructuosos intentos, al ritmo que nos toca, al flujo del río que nos lleva, del vientre materno al vientre terráqueo donde descansaremos un día, olvidados sueños y veleidades, preocupaciones, pieles amadas y ofendidas, y sueños enormes que nunca, nunca, se harán realidad.

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