Ayer/ Yesterday.

Música/ Music

   cf8d48cc6e1811e2a96422000a1fbc12_7Ayer estuvimos juntos. Paseamos, hablamos (hablé) mucho. Oí su silencio como antaño y su sonrisa escondida y el juego de esa voz oscura y suave, como el terciopelo.

   ¡Qué guapo estaba! Ya no somos los mismos, pero sigue siendo él.

   Hay nieve en su pelo, negro como el azabache. Y sus ojos de miel y desierto siguen brillando de una forma maravillosa.

   Venía con su niña en brazos y una cara de suficiencia enorme. Algo de torpeza y un poco de vergüenza.

   Venía tan guapo. Le gusta ir guapo. Siempre. Esa americana, ese vaquero, ese pecho enorme como un sueño esperado. Lo ha hecho para gustar, para gustarme a mí. Sonrío. Porque lo ha conseguido.

   Siempre lo ha logrado conmigo.

   Y charlamos de la vida que tenemos, tan opuesta a la que una vez compartimos. Y me oye, porque hablo por los codos y la boca y las manos, y se ríe como antaño, cuando no paraba y él callaba, complacido y juicioso. Mucho admiro su sentido común.

   Es él. Siempre ha sido él. Hasta que muera será él. Aunque no estemos juntos y nuestras vidas sean diametralmente opuestas.

   Es él. Y ayer lo vi. Y estuvimos juntos por un rato que se hizo eterno. Como antes estábamos, tiempo atrás, según mis recuerdos. Y también los suyos.

   Porque somos como un par de zapatillas cómodas y suaves: nos amoldamos uno al otro con una facilidad divina. Y esa química sigue intacta, y esa física ya acabada, y juntos conseguimos descubrir lo que no hemos conseguido y lo que nos ocurre en el presente, tan lejos y tan diferente de lo que una vez pensamos.

   Es él. Ayer lo supe. O lo recordé. Porque lo había olvidado.

   Hasta que me muera lo será. Él.

Elsa Betancort: Hasta pronto/ Elsa Betancort: See You Soon.

Lo que he visto/ What I've seen, Los días idos/ The days gone, Música/ Music, Medicina/ Medicine

   DSC03754Yo era R1. Recién llegado al hospital, llevaba unos tres meses más o menos, desde la secretaría del servicio de Medicina Interna me dijeron que me llamaba desde la UCI la Dra. Betancort.

   La adjunta que me tutelaba se echó a reír y me dijo que bajase de inmediato porque a la Dra. Betancort le gustaba la puntualidad, era puntillosa con las maneras y que me preparase si había hecho algo mal. Y lo decía muy en serio. Con una carga de respeto en la voz que no se da fácilmente.

   Allá me lancé veloz por las escaleras: bajé como un rayo siete pisos hasta encontrar la secretaría de la UCI donde ella me estaba esperando furibunda. Se agitaba como en un acceso, aunque intentaba disimularlo.

   Me preguntó quién era yo y allí se acabó la serenidad. Visiblemente incordiada me preguntó qué había hecho con una historia clínica, que no la encontraba en la base de datos; así que debía de haber hecho algo erróneo durante la guardia en la que habíamos ingresado a un paciente.

   Algo aterrado sin saber porqué, mi mente comenzó a recordar, con esa rapidez que luego me daría fama, qué había hecho yo ese día que no alcanzaba a situar en el mapa (hacía diez guardias al mes, sin libranzas, y trabajando de mañanas también, tenía la mecha consumida).

   Le expliqué cómo había hecho siendo así que seguí los pasos que se me habían dado para guardar los datos en el ordenador.

   – Pues te has equivocado. Algo has hecho mal.

   Le pedí permiso, me senté frente al ordenador y ¡oh, sorpresa!, al primer intento apareció el informe. Ella se quedó muda. Y yo respiré aliviado.

   Me levanté, ella se sentó delante el ordenador y me dio las gracias y me despidió sin mesura pero con estilo, demasiado harta que de nuevos R1 como para preocuparse de uno que, gracias la Providencia, salvó su pelo por una vez.

   Cuando volví a la planta de Medicina Interna en menos de quince minutos, mi adjunta se sorprendió al verme tan aliviado y después se echó a reír.

   – Creo que te va a ir bien.

   Y así pasó.

   Elsa Betancort era una mujer valiente, que no tenía pelos en la lengua, un carácter de mil demonios, accesos de ira épicos, una gran preocupación por los pacientes y por el trabajo bien hecho, una perfeccionista puntillosa y algo desconfiada, que jamás exigía menos de lo que ella misma daba.DSC03766

   Tuvimos desencuentros, casi todo por tonterías, y así fueron olvidados. Compartíamos gusto por llegar temprano; me aficionó a las tisanas madrugadoras; se preocupaba por lo que decían los demás de mí (aunque poco antes de su retiro, hace unos cinco meses, se dio cuenta que, aparte de falsos, esas cosas no tienen importancia ni peso en el mundo real); y quería que fuese feliz.

   Tenía mucho de compañera, algo de madre, una capacidad poco habitual en las técnicas médicas, que hacía con una elegancia y destreza sin igual; imponía cierto respeto y creaba en aquellos en quienes confiaba, una red de simpatía y de cuidados que la hacía única.

   Enfermó pronto y se ha ido aún más rápido, tan discreta con su vida personal como lo fue siempre. La última vez que la vi, en una habitación de hospital, daba buena cuenta de un bizcocho que mi madre le había enviado como prueba de afecto: se habían conocido años antes y se habían caído bien, aunque no mantenían una relación estrecha ni continuada en el tiempo (por cierto, mi madre también la conoció en uno de esos arrebatos que tanto la caracterizaban: marca de la casa; ahora que lo recuerdo, me hace reír.)

   Me decía que estaba sorprendida del afecto que la gente le mostraba. Pensaba que ya no se acordarían de ella enfermeras, auxiliares y celadores que  habían dejado la UCI muchos años atrás. Pero allí estaban. Veteranos de guerra como ella, mariscales de campo actuales e incluso gente joven a la que seguía aterrorizando pero que eran capaces de ver, como todos los que la apreciábamos, su verdadera valía y lo comprometida que estaba con su trabajo y con la calidad de lo que la rodeaba.

   Eso la hizo llorar. Verse rodeada de cariño gratuito, de una generosidad sin eufemismos, hizo que sus últimos días conscientes como médico veterano de muchas guerras en la UCI valiesen la pena.

  Y eso es algo que desde aquí me gustaría transmitirle a todos y cada uno de los que la apreciaban, que la aceptaban a su manera y que aún hoy, o quizá hoy con mayor motivo, la extrañan.

   Organizamos su fiesta de jubilación y fue un éxito: pocas veces la vi tan radiante y tan serena, tan feliz. Fue una noche singular, sin duda, y me alegra que le gustase tanto, porque en el fondo la organizamos, todos los que pusimos un granito de arena en ella, con verdadero cariño y con gratitud.

   Porque siempre es de agradecer la amabilidad, la corrección, la rectitud y alguna que otra bronca, aunque fuese inmerecida. Al final, todo vale para fabricar el cariño y para apuntalar una admiración.

   Hoy, la Dra. Elsa Betancort nos ha dejado. Pero sólo por un tiempo.

   Hasta luego, Elsa. Ha sido un placer, y un lío y una alegría compartir una docena de años contigo. Gracias por todo y por nada en especial. Sólo por haber estado allí.

Nate Berkus: las cosas que importan/ Nate Berkus: Things That Matter.

Arte/ Art, El día a día/ The days we're living, Libros que he leído/ Books I have read, Lo que he visto/ What I've seen, Los días idos/ The days gone, Música/ Music

   nate-things-matterDescubrí a Nate Berkus, el interiorista gurú de The Oprah Winfrey Show, en el otoño del 2004, mientras estaba haciendo mi rotación extranjera en Boston (EEUU). Desde el primer momento me llamó al atención. Me pareció agradable, cercano pero distante a la vez, y que destilaba un aroma a cariño por su profesión que lo hacía muy atractivo para el televidente.

   Compré su primer libro de decoración, Home Rules, con la esperanza de encontrar el momento necesario para remodelar el interior de mi propio hogar, con las ideas que siempre he tenido dentro. Y eso que mi casa es preciosa, pero a qué negarnos, siempre hay algo que mejorar.

   Ahora ha publicado su segundo libro de decoración, The Things That Matter y me ha parecido maravilloso. No por el lujo de esos ambientes, ni por las personalidades atractivas que desfilan por sus páginas, si no por la historia de su vida, que cuenta con un candor y una sinceridad admirables, y que roza la cercanía más absoluta a la confesión.

   The Things That Matter no es un libro sobre decoración: es un libro sobre cómo la vida, al ir desplegándose en nosotros mismos, se ve reflejada en las cosas que tenemos, que recolectamos o que dejamos atrás; y en sí mismo, es un reflejo de lo que Nate Berkus ha aprendido y ha vivido, desde su infancia hasta la actualidad, y un boceto de su filosofía de vida.

f5-nate-berkus-portrait

   Es un retrato, capa a capa, año a año, objeto a objeto, de lo que fue, lo que es y lo que siente un hombre profundamente realizado, con sus idas y venidas, con sus meteduras de pata y sus aciertos, y sobre todo, con sus ganas enormes de aprender. The Things That Matter es un libro escrito y creado para mostrar la Belleza: de las cosas que nos rodean y del amor hacia sí mismo y hacia los demás; de las lecciones aprendidas y de lo que nos queda por vivir.

   Nada hay más valioso que las cosas que importan: recuerdos, sensaciones, vivencias, reflexiones, tactos, olores, sonidos e imágenes que quedan congelados para siempre en nuestro recuerdo y en lo que nos rodea.

   nate berkus lush friday nightI just discovered Nate Berkus, top Interior Designer of The Oprah Winfrey Show (and I must add, I found out who Oprah Winfrey was back then) in 2004 fall, during my internship at Mass. General Hospital in Boston (USA). Since the very first moment I saw him on the TV screen I felt his nearness and distance, his glow and that unique love about his profession, his Art, that makes him so special and unique.

   I was so under his spell that I brought his book Home Rules just to feel I was still in my little ugly room in Boston, watching the TV show and the snow fall down, dreaming about to do a makeover of my place and transforming it as what he liked to say : a place in where I like to live at.

   Now he just published his second book, a new kind of Interior Design book title The Things That Matter. What a remarkable and beautiful book. And it is so not only about the beauty of the pictures and the people who is portrait on it, but it’s just a gem because of Nate Berkus’ true essence, his painted soul, his human journey, he’s searching, his flawless and his spirit that truly take fly and rise beyond words and goes into our hearts and souls.

   The Things That Matter is a soul journey, a man searching, a man finding and truly a treasure to be kept. Nate Berkus show to us how our places can speak about us, how our stories make our own spirit and are reflected in the things we collect, in the vows we make and in the steps we take in the search of our soul, of our own kindness and perfection.nate-berkus-sitting

   The Things That Matter is full of beautiful people, chic places, luxury and beauty statement. But its real treasure is hiding in the words he write, in the story of a soul’s journey he describes and shares with us. It’s through his work that he transmits the lessons he learnt about present and past, about love himself and forgive himself and others; about facing the future with hope and a little freak control. But his words are the ones that make magic. His own story, his very own portrait, his soul searching and his acceptance make this beautiful book take fly.

   Beauty is the end of a thoughtful soul. So, it’s the reason we love to be surrounded by things that remind us so. Let’s make room to Beauty in our lives to be reflected by it and, then, to be one with it, from the outer to the inner, from the inner to the outer. And finally be free.

   Those are the things that matter: those who made us who we were: the best version of ourselves forever.

De repente/ Suddenly.

Arte/ Art, El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

232a3602787811e2943422000a9f3095_7   Todo estaba oscuro. Me había acostumbrado al frío. Mis brazos apenas se movían, y mis piernas, congeladas, ya no las sentía.

   El pecho ascendiendo con lentitud, como pidiendo permiso. Y el corazón sin latido. Apenas notaba la sangre en mis arterias y calor en los dedos.

  Hasta que apareciste tú.

  Y la felicidad me llegó de repente como una ola de calor.

   Y la sonrisa floreció en mi rostro. Y la respiración que parecía de plomo se volvió de seda y de caricias.

   De repente me sentí vivo. Y gracias a ti.

   Gracias a ti, así de repente, algo nuevo empezó.

   Amor.

(Amores) Rotos.

Arte/ Art, El día a día/ The days we're living

ROTOS-ROBERTO-PEREZ-TOLEDO

No respires/ Don’t Breath.

Arte/ Art, Lo que he visto/ What I've seen

858949_10200608905534729_1058964307_o

Valentine.

El día a día/ The days we're living, Música/ Music

9cfeeab6760e11e28a6522000a9f17d4_7