Con sólo oírte, saltaron las cuerdas de mi corazón con gozo.
No te había conocido antes, pero te he querido por siempre. ¿Cómo lo sé? Porque las cuerdas de mi corazón resuenan cada vez que pienso en ti.
Recuerdo incluso cuando posaste tu mirada sobre la mía, el temblor que me entró que hasta los dedos se me enredaban unos con los otros y no podía separarlos, y la sonrisa se me salía de la boca enrollada con las cuerdas de mi corazón, que resonaba y resonaba sin que te dieras cuenta.
Pero me sonreíste y menudo lío en mi pecho. Respiraba, transpiraba, pensaba. Y del barullo de la cabeza al ronroneo de mi voz, que parecía decir palabras inconexas pero con todo sentido para mí.
Y recuerdo que reías, y lo hacías de mí, y me parecía lo mejor del mundo. Así de loco vibraba mi corazón.
Tocaste las cuerdas adecuadas y una melodía parecida al amor de improviso emergió de mí.
El cielo se hizo azul y sin nubes, y el viento fresco y lleno de caricias.Y cuando dijiste mi nombre el mundo se detuvo y supe, supe que te amaba así, pum, pum, pum, con todas las cuerdas de mi corazón.
Soy tuyo, quise decirte. Aunque sé que casi me desmayé del gusto.
Y te reíste. Y desde ese día hasta hoy, estás junto a mí. Enredado en las cuerdas de mi corazón.
Qué felicidad.