Podría volar. Podría correr cientos de kilómetros.
Sin ti no sería nada.
Podría surcar los mares más encrespados, podría arañar el universo.
Sin ti no sería nada.
Podría borrar lo que dije, podría olvidar lo que hice, podría decirte una y otra vez que te amo.
Sin ti no valdría nada.
Y sin embargo aquí estoy. Paralizado, sediento, seco. Sin ti. Siendo nada.
Tú eres lo más importante de mi vida y por eso te he perdido. No estás y ahora estoy vacío. Yo que me reí de todos y de todo, mírame ahora sin ti. Siendo nada.
¿Y ahora qué? No lo sé. Aún no me he acostumbrado a tu ausencia. A la falta de peso en la cama, a la falta de tu olor, a mi vanidad.
No soy nada. Sin ti.
Contigo fui. Contigo sentí. Contigo llegué a amar.
Sin ti no soy más que una cáscara vacía que llora por ti, por sí mismo y por todo lo que ya no tiene: aquello que no es para siempre.
Podría borrar todos los insultos que te hice. Podría volverme ciego y no verte. Podría dejar de sonreírte. Podría irme de aquí.
Todo sería válido si estuvieses cerca, si me hablases, si me abrazases un instante más.
Pero sin ti, todo vale nada.
Nada.