Lo que pienso/ What I am thinking.

El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

   No me preguntes lo que pienso, por favor.

   Porque no sabría qué contestarte.

   Podría decir que me pierdo en el pasado, cuando nos conocimos en aquella playa enorme, los dos pequeñuelos y divertidos, y que esos recuerdos me hacen feliz. O podría responderte que me fundo en el futuro, que intento vislumbrar aunque no lo consiga.

   Todo con tal de no mentirte ni decirte la verdad.

   Cómo llueve, ¿no? El tiempo es una buena excusa para el silencio. Ese silencio tranquilo, lleno del sopor del conocernos demasiado. Y también vale para desdibujar lo que sentimos y hasta lo que pensamos. Que hoy viene a ser lo mismo.

   Cuánta belleza. Eso fue lo primero que me dije al verte. Ni un día desde aquel día. Y la misma sonrisa y la misma picardía. Y la voz suave y esos hoyuelos y esa mirada de desierto. Eras tú después de tanto tiempo y allí estaba yo, admirándote.

   Cuánta alegría. Eso fue lo que noté en ti. La risa de cielo abierto y la confianza restaurada como si nunca se hubiese perdido. Qué maravilla…

   En el local, un pianista comienza a desgranar viejas canciones de amor. Nos acercamos para susurrar y disfrutar de la música.

   El perfume asciende de tu piel y llena mis recuerdos y llega a mi corazón, que se suelta de sus amarras y navega solitario por los mares del tal vez.

   Y dejo de luchar contra lo evidente.

   Aún te amo.

   Así que no me preguntes lo que pienso. No esta vez, por favor. Porque tú eres feliz, tus ojos sonríen, tu piel brilla mojada por la lluvia y el futuro que se abre ante ti. Y yo estoy a tu lado como lo estuve una vez y dejé de estarlo al darme cuenta que te amaba.

   Como lo hago ahora.

   Y ya no lucho, ya no le impongo al corazón barrera alguna. Salvo el silencio. Ya que de nada serviría decirte lo que siento, lo que llevo apretujado entre la boca y el alma… Parece que siempre llego tarde contigo, muy tarde en verdad.

   Así que no me preguntes lo que pienso, que no quiero mentirte. Y hablemos del tiempo y de la felicidad de las abejas. Y de la belleza de un mundo que parece destruirse, y de la esperanza que trae consigo el atardecer.

   Hablemos de todo para llenar de ruido el latido de mi corazón. Hablemos de ti y de él y de todo lo demás, y deja de hurgar en mi corazón herido, y deja de preguntarte cómo es posible, cómo todo sigue sin cambiar.

   Cómo puedo aún amarte. Igual.