No tendría que salir mal. Mira: hay mar, un océano enorme que desparece en el cielo. Y hay estrellas. Trillones. Una y dos. Como tú y yo.
¿Y si fuéramos nosotros? Los que caminan de la mano, los que se hacen cosquillas sin querer y sonríen por tonterías y por verdades. ¿Y si fuéramos nosotros los que ríen fácil, con la boca llena de dientes mientras se abrazan callados? No tendría que salir mal. Nunca más.
Tengo miedo. Tú también. Hay mucha historia detrás. Pero ahora sólo somos tú y yo. Y nada más. Podríamos intentar borrar de nuestra mirada esos ojos que nos hicieron daño y de nuestra memoria las palabras que hieren y se quedan clavadas en el pensamiento.
Podríamos ser nosotros. Un dos. Uno más uno. Cada quien dando lo mejor de sí pidiendo lo mejor del otro. No tendría que salir mal. Porque nos conocemos. Porque aquello que se rompió en nuestras historias viejas ya no nos hiere. ¿Y si fuéramos nosotros?
Nada importaría si fuéramos tú y yo aquello que más necesitásemos. Nada más tendría sentido sin ti ni sin mí. Y eso comienza a pellizcarme la piel.
Podríamos ser nosotros. Sólo nosotros. Lo vivido ya no necesitado, sólo nosotros frente a una posibilidad única, que nos hace nuevos, nos estrena de puro gusto.
Sólo tú y yo.
Podríamos probar. Lo tenemos todo: el mar que ruge, las estrella que titilan. Y el amparo de la noche. La piel que se abre y las bocas que se beben, el sudor que lubrica, los abrazos que protegen y los corazones que laten.
¿Y si fuéramos nosotros? Todo sería nuevo. Todo se olvidaría de verdad. Tus heridas, mis miedos. Tus manías, mis deseos. ¿Y si fuéramos nosotros no llegaríamos al fin del mundo?
Podríamos probar. Podríamos quedarnos así, entrelazados y confundidos el resto de la noche mientras los cuerpos piensan por nosotros y los latidos ponen en marcha el ritmo del mundo.
De nuestro mundo.
El tuyo. El mío.
Todo sería posible, si fuéramos nosotros.
¿Te atreverías?