Piel/ Skin.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

Sun and Moon. Lea Salonga & Simon Bowman.

Aquí estamos ambos. Espalda contra espalda, algo de sudor entre los dos, el tacto cansado y tranquilo que pronto se despereza.

La luz comienza a entrar por las ventanas abiertas. Y la luna se deshace en el amanecer que aún la sostiene; las estrellas todavía brillan aun veladas por un manto de iris. Y la niebla besa la tierra que corre bajo nuestros pies. Y la lluvia apenas refresca al día que nace.

Nos movemos con tranquilidad. Nuestra piel, una sola, se roza y se acaricia en ese movimiento que es facilidad. Noto tus brazos que me buscan, ese cosquilleo, ese tenue olor. Y el deseo de encontrarnos entre las sábanas caídas, cuidando un milagro que se repite día a día, me llena de alegría.

Saberte cerca en la noche que llega, saberte junto a mí en al arribo de la mañana, sol y luna que se encuentran y se funden en intenciones y en piel, hace que tiemble de expectación y deseo, deseo llenado por ti, vaciado por ti y renovado una y otra vez cuando nos vemos.

Tu piel que huele a hierba, a noche, a luna llena. Suave, transparente, cubierta de un vello suave como la aurora, cálida como el alba que llega, me envuelve y me hace soñar… Soñar con tu boca de caricia, con tu mejilla arrebolada, con tus dedos incansables y esa fuerza que gravita desde tu corazón desbocado y buscador…

Mi piel hambrienta, llena de sol, que busca refugio en tu pecho de planicie, entre tus brazos de bosque y tus besos de riachuelo, que inundan el centro de mi ser hasta hacerme volar.

Mi piel, hermana de la luna, que platea por tu tacto, que se reblandece al llegar junto a ti y sentir un calor que parece un poema, un roce que libera mil sonrisas escondidas con una energía solar…

Cuando estamos juntos, cubrimos con nuestros cuerpos un universo único, en el que se funden los astros y los planetas, el día y la noche, nuestros labios y nuestras manos, hasta encontrar el placer perdido en lo cotidiano, escondido entre las mil cositas que nos distraen y que nos mantienen unidos en el recuerdo, en el ansia de una nueva noche, de un nuevo amanecer juntos.

Me abrazas. Te abrazo. Y nuestras pieles se unen, reconociéndose en el camino de la noche, en el clarear de la mañana, encajando tan bien y llevándonos lejos de aquí…

Tu piel. La mía. El abrazo que nos une, el deseo que nos purifica. El encuentro que es libertad. Y el amor que aúna sol y luna, beso y lágrima, roce y calma, dolor y amor.

Buenos días.

Abrázame/ Hold Me.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

The Last Night of the World. Lea Salonga & Simon Bowman.

Estamos juntos cogidos de la mano. Arrastramos los pies como arrastramos los minutos. No queremos que pase el tiempo entre nuestros cuerpos y nos pegamos más y más.

La gente nos mira al pasar. Pero no nos importa. Sólo importa tu mano en la mía, tu costado pegado al mío, tu calor en el mío.

Suena el silbido de los trenes encerrados en sus andenes. No quiero mirar, no quiero saber si el vagón está ya esperando por mí. No quiero saber dónde dirigirme, qué pasos tengo que dar. No quiero separarme de ti.

Caminamos por los adoquines, por las aceras. Nos tomamos las manos y las acerco a mi boca. El calor de tu piel, ese sabor a pimienta, llega a mis labios. En el espacio entrelazado, deposito un beso. Un beso que deseo se haga eterno.

Pero la eternidad dura un segundo.

Nada parece real. El sol cae rápido en enero; las estrellas pronto aparecerán y yo tendré que irme. Montarme en ese tren que me separará de ti toda la semana, que me alejará de nuestra historia, de nuestro mundo. Porque el mundo que nos rodea es ajeno, sombras chinescas que no reflejan la verdad que nos une.

Nada parece real. Ni el viento que se ha levantado; ni los rayos del atardecer que tiñen de rosa el cielo; ni las miradas inquisidoras de aquellos que se apartan de nosotros. Todo parece de papel, una locura escrita por un extraño que no nos atañe en absoluto.

Sólo estamos tú y yo, abrazándonos como si fuese el último minuto de nuestra vida. Y en ese abrazo el rumor de tu cuerpo estalla en las orillas del mío, y nace una música que arrulla nuestros brazos y hace que bailemos por la acera del andén, oyendo la música del fin del mundo, un-dos-tres, un-dos-tres…Tus piernas fuertes rozando las mías, nuestros brazos entrelazados como en un garabato, y nuestras bocas que se encuentran a medio camino de ninguna parte…

No quiero irme, no quiero dejarte, no quiero desaparecer de tu vida cinco días más; cinco noches que pierdo, cinco mañanas de amor, cinco momentos que nunca llegaremos a tener.

Mi vida cambia cada vez que nos separamos. Como si todo se rasgara y en el tren viajase una piltrafa de aquello que he sido entre tus brazos… Mi vida cambia cada vez que te vuelvo a ver y una abrazo nos funde y un beso nos ata y bailamos otra vez la danza del reencuentro y el vals de lo infinito.

Pero ahora… Avisan por megafonía que el tren se va y yo con él… Y no, no quiero ir. Y me debato en una lucha sobrehumana porque no quiero separarme de ti. Y corres por el andén con mi mano entre las tuyas, y la velocidad comienza a separarnos y no hay fuerzas físicas que logren mantener unidos nuestros dedos, nuestros cuerpos…

Y te sigo con la mirada cada vez más chiquita mientras me hundo en el atardecer de enero, rápido y dorado, y siento tu perfume en mi jersey, y tu aliento en mi nuca, y tu voz como música en mi recuerdo…

Y en este instante sólo deseo que me abraces, que me sujetes entre tus brazos y no dejes que la vida, que el trabajo, que las mil excusas de un hombre normal nos separen jamás, y que hagas que el atardecer dure una eternidad y el sonido del amor rebote en cada rincón de ese universo que hemos creado juntos y que ahora, una vez más, se queda atrás, muy atrás, contigo agitando una mano en lo que se ha transformado, sin querer otra vez, en mi nuevo horizonte.