Sonríes. Sonrío.
Separados por la distancia de un abrazo que no llega (todavía).
Frunces los labios, quieres decirme algo.
Hago como si tal cosa. Escancio vino y sirvo dos copas. Te ofrezco una riendo y cierro los ojos.
Tocas mi mano y jugueteas con los dedos. El roce es eléctrico; saltan chispas.
Te miro. Me miras. Sonreímos.
Te acercas. Poco a poco. Yo hago como si nada y algo se cae al suelo.
Intento cogerlo y tú también. Brazos que se juntan, manos, que se ponen en contacto.
Mi brazo en tu mano se eriza y un millón de cosquillas llegan a mi corazón acelerado.
Y comienzan los besos.
Tu boca migra por mi brazo y se detiene en el codo. Tus dedos suben uno a a uno hasta mi cuello, que se deja hacer.
Botón, botón; lenta liberación; miel y deseo.
Mi mano sube por tu torso y llega hasta tu pecho. Lo abre con fruición. Y ambos brazos juegan a ser encontrados y se hallan.
Como reconociéndose, se unen. Y todo estalla.
Cuerpos que se complementan. Piel excitada sobre piel candente. Fuego que alimenta al fuego. Cosquillas y electricidad.
Cae un rayo y otro más. Y comienz a allover.
Besos del cuello a los tobillos. Toda la orografía de nuestros cuerpos tatuada en los labios que se comen unos a otros.
Espaldas, piernas, caderas, todo en un movimiento lento y firme, lleno de fuerza y pasión. Bolero nocturno, vestido de lluvia.
Afuera, estalla una tormenta. Relámpagos que restallan en el cielo, iluminando parcelas de piel desnuda y lubricando deseos hambrientos y libres
Lluvia golpea los cristales. Nuestros cuepros que se golpean a sí mismos. Y se llenan de un sentido que escapa a los sentidos y nos separa y nos une de forma involuntaria.
El cabecero de la cama golpea la pared y cae un relámpago de cada vez. Bailamos un bolero con la naturaleza que cae.
Todo es un sueño… Hasta que llega la calma.
Ahítos y temblorosos, los cuerpos se separan, los brazos se deslían, y quedan las manos unidas en un beso que finalmente se apaga.
La lluvia sigue cayendo, pero la tormenta ha pasado.
Se oyen truenos en la lejanía jadeante. Y las pieles brillan.
Cierro los ojos. Cierras tus ojos.
Y una medio sonrisa se dibuja entre las sombras.
El tiempo pasa. La respiración se tranquiliza. Y un silencio lleno de suspiros cae entre los dos.
Te miro. Me miras.
Sonreímos.
Nos acercamos un poco. Mudos. Llenos. Vacíos.
Felices.
Y todo vuelve a empezar.