Firmamento: vida ondulante

El día a día/ The days we're living, Libros que he leído/ Books I have read

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La vida es un lío. La vida que se desordena sin que sepamos cómo. Y nos atonta perdiendo la guía, el rumbo.

Así empieza de verdad la nueva novela de Màxim Huerta: Firmamento, publicada por Editorial Espasa. Dos vidas en maremoto, dos puntos alejados en el universo, y un hilo invisible que dibuja una constelación que se va advirtiendo poco a poco, a medida que caen las barreras y los velos, ropas y vergüenzas, y un lenguaje cada vez más libre y más gráfico y también más abstruso (y cíclico, pues La noche soñada forma parte de ese trazo estelar que hallamos en Firmamento.)

Màxim Huerta es Mare Nostrum: no podemos entender su creatividad sin el sol, el aroma de los pinos, la libertad encerrada del Mar Mediterráneo. Y el ritmo de sus mareas. En Firmamento la prosa navega siguiendo esas fuerzas líquidas, encontrando esa concupiscencia del abrazo acuoso y del beso de sol. Mi vida es Mar Océana, un mundo atlántico, cuya extensión es profunda y oscura, remota y libre en ese aparente infinito. El Mediterráneo es refugio y complicidad, sensualidad a flor de piel; sabroso al tacto, rico al gusto, arrullo para los oídos: un festín para los sentidos. Y así se descubre Firmamento. Que comienza con un final y finaliza con un comienzo. Un hechizo de estrellas y una historia de dos.

 Firmamento parece sencilla: es una historia de dos. Un encuentro. Una combinación imposible, una unión de seres desgarrados. Pero no hay nada más complicado que una vida humana: sus baches, sus cumbres, sus sueños y sus pesadillas, sus pesares y sus alegrías. Y el inicio y la migración de la soledad no buscada a la compañía imprevista está lleno de sorpresas, de descubrimientos inesperados, de miedos, tropiezos, deseos y conquistas. Y es en esas pequeñas cosas (la vida es ese conjunto de pequeñas cosas) donde Firmamento destaca: una espalda al aire, el pie que se hunde en la arena, el reflejo del sol en el agua, el inicio de un cuello, el tacto de los dedos. Y esas reflexiones profundas, que nacen de la experiencia y de la observación minuciosa y de la compasión hacia todo lo que tiene que ver con lo humano, trazan el cielo estrellado que Ana y Mario descubren, y recuerdan, de sus vidas anteriores, de su nueva vida.

Es una novela de presente. De decisión. De vértigo. Azul y libertaria. Libertina, llena de detalles eróticos porque nada hay más sensual que la orilla de la playa, que lame y relame la arena con ese movimiento dulce y feroz de la marea. El pelo libre, las pieles tocadas por el sol, los cuerpos firmes, las intenciones huidizas. Y ese secreto escondido, muy Màxim Huerta, como el hueso oculto dentro del fruto más dulce, esa suave ironía, ese descaro tangencial, esa vivisección sutil de la naturaleza humana que tanto le inspira y que tan bien  retrata con ese lenguaje directo, y a la vez cargado de poesía, muy suyo.

Las constelaciones guían al hombre en esa singladura fugaz que es la vida. Y busca en las estrellas, además, su confort y su futuro, perdiéndose en la belleza que emana de ese océano infinito de luces titilantes. Pero el destino real está en la tierra, hecho de piel y de deseos, de intenciones y de encuentros. Y de renuncias y de valientes decisiones. El destino está escrito, realmente, en el corazón. Y Màxim Huerta usa su pluma para recordárnoslo.

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La noche soñada (de Màxim Huerta).

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   1517038_1466177073612484_183375538_nLa noche soñada, Premio Primavera de novela 2014, es la nueva aventura literaria de Màxim Huerta.

   Desde la preciosa edición, con una cubierta evocadora y dulce, llena de brío y libertad, La noche soñada es una novela de múltiples capas que absorbe el paso del tiempo y lo descompone en un mar enorme de sentimientos y sentidos y quereres que se pueden oler, sentir y tocar.

   Màxim Huerta no miente como escritor: todo lo que le ha llevado hasta aquí está presente. El amor por la gastronomía, que hiende en los sentimientos de los personajes y los retrata; el mar azul, con aires de Mediterráneo, que los define y los acuna; la música, donde el bolero nada rítmico con el batir de las olas; la oscura presencia de la violencia y sus consecuencias, y la pérdida y el encuentro del amor.

   La noche soñada no es la historia de Justo Brightman. Desde un cristal masculino, Màxim Huerta nos retrata un mundo femenino único, regalando un abanico de personajes encantadores, llenos de secretos y socarronería; que luchan incansablemente para dibujar la felicidad en cristales de vapor y en letras de canciones; que crean su propio universo escapando de la prisión de la realidad. Y la realidad siempre es más caleidoscópica, más poliédrica de lo que jamás pensamos.

   La noche soñada es una novela de mil capas y un solo corazón. Quizá es la historia que todos quisiéramos vivir. Aún con su lado amargo y pedregoso. O tal vez es la historia que todos hemos vivido pasado por el filtro de su pluma y de sus gafas. Es decir, un mundo único, una evocación irrefrenable, una melancolía dulce, una disección delicada, sentimientos profundos y cierta desazón nada escondida, que fluye sin casi decirnos nada.

   Lo dulce… Lo dulce esconde un lado amargo. Lo brutal, la delicadeza más pura. El miedo, las alas para vivir en libertad. Y siempre, siempre, la herida del dolor, la búsqueda de lo que llamamos a veces felicidad, que justifica cualquier acción, todos los actos, incluso los más oscuros y callados, que a veces llevamos con nosotros como una cruz imaginaria. Justo Brightman es más parecido a nosotros de lo que jamás imaginamos.

   La noche soñada es un sueño de amor filial, fraternal y vital. Un viaje nada fácil, un retorno y una constante huida hacia adelante. Es el Màxim Huerta de El susurro de la caracola más que de Una tienda en París, y sin embargo… El sonido envolvente del mar, las luces de colores, los barquitos de papel que penden como estrellas en el cielo, los tapices donde se dibujan viajes increíbles, las partituras trabucadas que calman su enredo con el beso del viento; el descubrimiento del amor, que trastoca mundos e inflama deseos… Es leer vida y saborear el baile de los años desde una sencillez nada simple y desde una lucidez nada aséptica.

   Es Màxim Huerta en estado puro. Y de felicidad.