Pongo la mesa. Los platos, los cubiertos, un pequeño arreglo de flores; un par de copas.
– ¿Qué será?
Arreglo un poco el mantel, algo arrugado en una esquina.
– ¿Has traído la leña?
– Sí.
– ¿Y la tarta…?
– Sí.
Me distraigo un momento. Me acerco al candelabro y enciendo las velas.
– ¿Qué te parece?
Le pregunto mientras tengo una copa vacía entre las manos.
– Que ya no te quiero…
Algo se rompe. Bajo la mirada.
Mi corazón hecho trizas sobre el suelo.
Y silencio.