No hay palabras suficientes para agradecer cómo te has portado conmigo, el apoyo que me has dado apenas sin conocerme desde el principio, aceptando mis errores en un ambiente que es nuevo para mí, y todos los problemas que seguramente has tendio por mi culpa.
El grupo de trabajo ha sido excelente, con un ambiente distendido a la vez que responsable, que para mí es la forma ideal de llevar a cabo cualquier proyecto. A pesar de las circunstancias, y quizá por ellas, me he sentido muy feliz y he intentado no sólo corresponder a la confianza, si no hacer lo que tengo que hacer con alegría y buen humor, todo dimanado de esa confianza y de esa saber estar que es natural en ti.
Decir que me apena que te vayas es poco, pero era de esperar por muchas causas, siendo la primera regresar a casa, a un lugar donde todo parece más coordinado y en el que repartir mejor las energías… Algo sabré yo de estar en casa o de hacer lo que sea para mantener una vida estable. Las aventuras siempre tientan y creo que hay que darles una oportunidad, como has hecho tú al venir hasta aquí. Espero que te hayamos dado pocos dolores de cabeza y que guardes un recuerdo, si no bueno al menos caluroso, de tu estancia en Santiago.
No importa el futuro que se presenta, al menos no ahora mismo. Ahora lo verdaderamente importante es que ha sido un placer y una responsabilidad asumida con alegría el haber trabajdo bajo tus órdenes y que repetiría siempre aquí y donde fuese, pues es un placer trabajar con colegas como tú, con una visión desapasionada pero comprometida a la vez con aquello que simplemente se debe hacer.
Gracias por mostrarme un camino paralelo, distinto pero igual de comprometido, con la práctica médica. Ignoro qué va a ser de mí o mi destino a partir de ahora. Lo que sé es que gracias a ti las fronteras de la práctica médica se han expandido y, aunque es muy importante no perder nunca de vista el contacto de los pacientes para tener la perspectiva correcta de los problemas a los que nos enfrentamos y de qué debemos hacer (a fin y al cabo ellos son la razón última de que estemos aquí), hay mucho qué hacer en otros estamentos igual de importantes e igual de incongruentes a veces y de frustrantes también, en la vida hospitalaria.
Por eso y por muchas cosas llenas de talla humana, estaré por siempre agradecido.
Un placer haberte conocido y haber trabajado contigo.