Tras lo imposible/ Impossible is something.

Arte/ Art, Libros que he leído/ Books I have read, Literatura/Literature

 

El pastor Coridón al lindo Alexis

-las delicias de su dueño- idolatraba

sin cosa que esperar. Sólo podía

del hayedo sombroso a la espesura

volver cada mañana, y allí solo

a monte y selva, en imponentes ansias,

repetir estas rústicas querellas.

«¿Conque no atiendes a mi canto, Alexis?

¿No te apiadas, cruel? ¿Quieres que muera?

Hasta el ganado en estas horas busca

el fresco de las sombras, y a las zarzas

se acogen aun las verdes lagartijas,

y para los peones abrumados

por la furia del sol, ya muele Téstilis

acres hierbas pungentes, ajos y sérpol;

mas mientras voy tras ti, vibra y resuena,

eco a mis quejas bajo un sol quemante,

la estridente canción de las cigarras.

¿Harto mejor no fuera que las iras

de Amarilis sufriese y sus desdenes,

o aguantase a Menalcas, aunque negro,

y aunque tan blanco seas tú? No fíes

tanto de tu color, oh niño hermoso:

blancas son las alheñas y se tiran,

los arándanos, negros y se buscan.

Me desprecias, Alexis, sin siquiera

saber lo que soy yo ni cuánto tengo

en nívea leche y en rebaños lucios.

Mis ovejas son mil; los montes sículos

las ven vagar, y no me falta nunca,

invierno ni verano, leche nueva.

Son mis tonadas las de Anfión dirceo,

las mismas con que el hato  recogía

del Aracinto en las laderas áticas.

Y al fin, no soy tan feo: no hace mucho

me detuve a mirarme en la ribera,

estando el mar, bajo la brisa, en calma.

El espejo no miente: sin recelo

competir puedo, tú de juez, con Dafnis.

¡Oh, tan sólo un anhelo: que quiseras

pasar conmigo en la humildad del campo,

viviendo en chozas, acosando ciervos,

llevando al malvavisco los cabritos!

Los cantares de Pan en la floresta

conmigo imitarás: Pan el primero

trabó con cera el rondador de cañas,

Pan las ovejas cuida y los pastores.

¿Que en esas cañas se ha de ajar tu labio?

No te pese: si vieras los empeños

de Amintas por lograr que le enseñara…

(…)

Tengo además dos corzos que en un valle

arriscado apresé: motitas blancas

marcan aún las pieles, y dos veces

las ubres de una oveja a diario agotan.

Los guardo para ti; mas por llevárselos

hace tiempo que Téstilis porfía,

y al fin lo hará, pues sólo hastío sientes

por cuanto yo te brindo.

¡Oh, niño hermoso,

ven, que las Ninfas cestos de azucenas

te quieren ofrecer. La blanca Náyade,

juntando adormideras en capullo

y cándidas violetas al narciso

y a la flor bienoliente del hinojo,

casias y suaves hierbas entrelaza,

y los tiernos arándanos retiñe

con el flavo matiz de la caléndula.

Gualdos membrillos de pelusa fina

he de buscar también, con las castañas

que eran de mi Amarilis el encanto,

y unas ciruelas de color de cera,

a las que harás honor; y os pondré juntos,

oh laureles y mirtos, ya que juntos

unís tan bien vuestra fragancia suave…

¿Coridón, pobre rústico, ni Alexis

tus regalos estima, ni a regalos

te dejaría conquistarlo Yolas!

¡Ay infeliz de mí! ¿Qué es lo que quise?

¡Ay perdido de amor! Sobre las flores

he soltado el turbión, sobre mi fuente

solté los jabalíes…

¡Ah, loquillo!

¿De quién huyes? ¿No sabes que en las selvas

vivieron dioses y el dardanio Paris?

Que Palas se complazca en los alcázares

que ella misma fundó; para nosotros

sean las selvas el supremo halago.

Persigue al lobo la feroz leona,

el lobo a la cabrilla, ella traviesa

al cantueso florido; a ti, oh Alexis,

te sigue Coridón: no hay quien no vaya

de su afición en pos.

Mira la yunta,

cómo del yugo suspendida trae

la reja del arado, y lento alarga

el sol de ocaso las crecientes sombras.

En tanto amor me abrasa… ¿Y quién impone

términos al amor?…¡Ah! ¿Qué locura,

Coridón, Coridón, en ti se ensaña?

Anda, la vid frondosa sobre el olmo

está a medio podar. ¿Por qué de mimbres

o de juncos más bien algo no tejes

que te pueda servir? Si él te desaira,

ya has de topar con algún otro Alexis…»

Égloga II, Alexis.