Me gustaría saber cómo ha ocurrido. Pero sólo sé que me ha pasado.
Estaba solo, mantenía un monólogo constante con mi interior, sin salir hacia afuera, sin dejar que el aire fresco corriera por mi sangre y la noche estrellada entrase en mi mente. No quería ver, o no me sentía capaz de ver, la belleza que habita en mi vida: mis ojos que todo lo perciben, mi piel que siente el más leve tacto, los labios que saborean el líquido más fresco.
No me consideraba digno de querer y mucho menos de ser amado. Hasta que llegó. Lo vi y era oscuro, las estrellas en la noche despejada lo bañaban con un brillo de aparición. No me dijo nada. Sólo sonreía, y era Orión con su cinturón presto, y era Venus ascendiendo en el atardecer, y El Cisne con sus alas desplegadas hasta tocar mi corazón. Todas las constelaciones anidaban en esa mirada serena y se desprendían del cielo a su boca y de su boca a mi pecho con una facilidad divina.
Y un vértigo me recorrió la espalda. De los pies a la cabeza y se instaló en mi boca, que sonreía enseñando todos los dientes de puro gozo. Y temblaba como un junco joven, porque joven me sentía entre esa mirada cómplice. No sabía qué sentía, pero las mareas de mi vida antigua, que me consideraban incapaz, y la ola potente de su presencia chocaban en mi interior haciéndome tambalear, pero llenándome a la vez de fuerza.
Y me abrazó.
Y como un adolescente me lancé a ese abrazo que escondió todo el mar de estrellas en ese calor suave, ese olor a madera y tabaco, en ese tacto de puro terciopelo…. Y dejé de censurar por fin a mi corazón. Habló, y lo hizo con palabras chiquitas, llenas de caricias, de desnudos sentimientos. No frené esa locura que nacía de mi corazón y me consumía. Entre su abrazo el mundo era maravilloso, en su tibieza había cariño, y en su cariño confianza, y en su confianza, un amor. Y sentí que en su abrazo mi carrera ciega se detenía, mis esfuerzos vanos, y que había llegado al hogar.
Estaba perdido hasta que el mar de estrellas iluminó mi vida, hasta que su abrazo me enseñó que no había fuerza suficiente, lucha suficiente, miedo suficiente que no pudiese diluirse en ese espacio pequeño que quedaba entre los dos.
Y me lo dije: Aquí está. Y se lo dije: Aquí estoy. Y él reía con el mar de estrellas en su mirada, con las constelaciones en las manos, con el corazón latiendo en sus labios…
Estaba perdido en una noche llena de estrellas hasta que llegó él, regalándomelas todas juntas sin pedir nada a cambio. Nada, salvo ser amado.
Me he enamorado. Y todo es nuevo y me da vértigo y no sé qué hacer. Salvo lanzarme a ese mar de estrellas y nadar entre las olas de su cuerpo y llenarme, y dejarle, y besarle y abrazarme y olvidarme y perderme y encontrarme de nuevo, entre sus brazos.
Así, lleno de felicidad.
Amar y ser amado . No es fácil .Sobre todo sostenerlo.
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Muchas gracias! Y bienvenida!
OK….Comentarios en mis fotos … besos
Me quedo totalmente embelesada leyendo este texto perfecto