Arroyito.

El día a día/ The days we're living, El mar interior/ The sea inside

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Amaneció y no te encontré junto a mí. No me acordaba verte ayer recoger esto y aquello, ponerlo en la pequeña maleta donde apenas cabría mi corazón que no quisiste llevarte, y la sonrisa velada por cierta tristeza en tus ojos. Y en los míos.

Y el arroyo que llega hasta nuestra casa apenas se oyó. Me despejé la mirada, entera de las legañas de tu ida, y me asomé y vi que el agua que ayer era torrente hoy sólo es un hilito que apenas besa la orilla de mis pies.  Y había silencio. Ni el gallo cantó la llegada de la mañana, ni la alondra tempranera ni las palomas con su arrullo. Todos te extrañan. Como yo.

A veces discutimos. Siempre por tonterías. Y sé que no te digo suficiente que te quiero. Pero te quiero. Y el arroyito que lame mis pies enjuaga mi corazón lleno de ti, y el viento que mece los estambres de los pinos arrullan cada uno de mis latidos y los llevan hasta mi corazón, que sonríe viéndote dormir. Y cuando abres esos ojos de luz de mañana, el sol sale por la comisura de tus labios calentándome los recuerdos.

Me sé todo de ti. En la tarde te recoges un poco el pelo, porque a veces estorba cuando tecleas en la máquina de forma automática. Desapareces de mí, lo sé, y me preocupa. Pero eres el corazón que late en cada letra que imprimes, y tu respiración es el viento que mece las pestañas de mis ojos, y esa media sonrisa de éxito cuando acabas es como la rotación de la tierra, un año entero y un día.

En esa maleta podías haberte llevado mi corazón sangrante, pero preferiste dejármelo en el pecho. Para que siga latiendo por ti. Y apenas pusiste cuatro cosas. Pronto vuelves. Pero es una eternidad. Mira qué callado está todo; eres el arroyito que riega toda nuestra savia, la luz que transforma toda energía, el sabor dulce de las frutas y el frescor tranquilo de las noches sencillas.

Tú abres cada mañana y cierras cada noche ocultando el sonido del río tras las cortinas. Y la sonrisa que da calor a mi cama, y el sonido de una voz que es pura música en mis oídos. Y la piel suave, llena de las fotografías de cada vez que hemos estado juntos, de suerte que quererte es siempre un encuentro con lo que hubo pasado, y siempre una novedad. Haces que todo sea nuevo y se mantenga estático, imperturbable. Yo sólo he querido ser el sueño de tu amor pero eres tú el amo de mis días; yo sólo intenté poseerte, pero eres tú quien vive en mí, en cada poro de piel, en cada pestaña, en cada abrazo.

Te extraño. Y escribo estas cosas cuando tú no estás. Los pájaros se asoman al alféizar y me miran con melancolía y pían una canción triste. Y el viento susurra palabras de estío en los estambres verdes del pinar, y las piñas estallan en la chimenea como pidiendo permiso por interrumpir un silencio que no debería existir. Todos te necesitamos, calor para el hogar, comida para vivir y agua pura para beber, en el arroyito claro, hasta los labios. Y hacer un beso eterno lleno de agua y cristal.

Te quiero. No puedo hacer otra cosa (y no quiero hacer otra cosa). Y te extraño. Y no puedo hacer otra cosa que añorarte y esperar a que llegues mañana, con el primer rayo de la mañana, el primer canto del gallo y el primer cielo abierto llamándome por mi nombre en la lejanía…

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