El tiempo de las flores es alegría. El sol se asoma por las rendijas del día y sonríe, con calor y energía, tiñendo todo de luz blanca, cegadora, y tranquila. El corazón se acelera, corre veloz por entre las arterias y la sangre llega a borbotones, acumulándose en la garganta y en los labios, que inflamados se calman a besos. Besos a bocajarro, palabras aladas que parecen tener el poder de sanar las heridas, de calmar la angustia de lo amado. Un te quiero que siempre llega a tiempo y el atardecer que tiñe de oro y cristal los abrazos y los roces, las embestidas y la calma.
En el tiempo de las flores la vida es una ilusión. Las nubes navegan por el cielo regalando sombras y refresco; en la piel el viento rebota como miles de caricias, y ese cosquilleo en la nariz, y ese olor perfumado, y esas cosquillas, y esas intenciones, todas buenas, que se ahogan entre risas, que se desviven entre besos.
La lengua recorre el camino de la pasión con una certeza escondida. Las manos conocen el sendero de la avidez y la mirada, mirando, se enternece y se enciende y se apaga como un fuego embriagador. La garganta se humedece y también los codos y las ingles, y las plantas se aferran al suelo desnudo, del que nacen árboles y abejas. El mar de la saliva baña los oídos sedientos, y oyen el rumor del océano ir y venir en los vaivenes del ser amado.
El tiempo de las flores es alegría. Y también algún chubasco, y alguna poza de agua olvidada. Pero también es olvido y efervescencia, y todo lo hermoso le gana la partida a lo posible, y nada es un error, o todo tiene un precio que, encendidos, queremos pagar. En el tiempo de las flores no hay peajes, sólo amor.
Orgullo, resentimiento, envidia, abandono… Pálidos fantasmas. Decepciones, engaños, mentiras… Vanos intentos de romper ese mágico lazo, esa única unión, ese deseo que es más que sentimiento, que se tiñe de sentido, que embarga a la soledad. La vida refulge, estalla, se desmenuza, se tienta, se tiende, se pliega y se despega como el sudor entre la piel, como los cuerpos que, agotados, se separan entre jadeos y cansancio.
El tiempo de las flores pasó para mí. Ya no hay más sonrisas, ya no hay más te quieros. No hay más amaneceres que entren de puntillas, ni esa voz oscura a la que despertar con un millón de besos. Ni caricias de plumas, ni navegar, hundiendo la piel, en la inmensidad de una espalda desnuda.
Dicen que duele, que el tiempo de las flores deja resentimiento y tristeza y escozor. Puede ser: ya no lo sé. Anestesiado como estoy, su ausencia sólo llena de nubes mi cielo, y ha llegado el invierno de mi vida, y estoy solo. No hay nadie con quien compartir un café en la terraza, ni siquiera un hombro sobre el que apoyar el sueño de un nuevo día. No hay amante que traduzca el deseo de mis caricias, y mucho menos que sacie los deseos de mi ser.
El tiempo de las flores ha pasado para mí, y es como una caravana fúnebre donde mis deseos y mis sueños se abren paso y se caen, hechos pedazos, en cada una de las losas del suelo. ¡Ah, la vida! La lavanda del recuerdo, la caléndula de la nostalgia, los nomeolvides de amores que ya me han olvidado. Ya nada es como fue; nunca fue nada como ha debido ser.
Y algo se ha perdido, o no se tuvo nunca: cuando veo mi vida sé que el tiempo de las flores se ha ido, y oigo el ruido de su carromato en la lejanía, con un traqueteo parecido a los latidos de mi corazón… Pam, pam, pam…
El amor no llegó, o si lo hizo, llegó tarde. Y creo oír una voz lejana… Pero ya no importa. Ya no.
Love is this little birth that greet you in the morning. One day gets close and closer meanwhile you are waiting to wacht again this brighting beauty in a secret communion. Regardless one day the little birth doesn’t come and with it the hopes, the joys, the dreams, the future and your heart.
Love your words as always
Sorry for your father, I’ ve been lost
You’ll never be alone
XXX
Xtna