Lazos atados /Family Ties.

El día a día/ The days we're living

   11378474_711591178967825_546907280_nLa casona abandonada. La parra arrancada de raíz le daba a aquel lugar un aspecto aún más triste. La techumbre del pajar casi derruido y los colores desvaídos de las paredes hacían pensar con cierta melancolía en tiempos idos, en una brillantez que ya era pasado.

   – Esta casa…Qué tiempos. Llena de gente que iba y venía. Las reuniones familiares; los sirvientes traídos de fuera, los caseros que cuidaban los campos… El tío José nadaba en la abundancia… Y mira ahora.

   – ¿El tío José? El padre de…

   – Sí, ell padre de Sofía y María. María, que se casaría después con Esteban de los de Abajo, y tuvieron a Carmen María, que murió tan pronto, y José María y Carlos, que mira cómo han dejado arruinar todo esto. Esteban era primo hermano de Marujita, que terminó casándose con el tío Alberto, por eso somos algo más familia. El tío José era hermano de mi abuela, es decir tu bisabuela, Dolores, cuya casa ha terminado siendo, mira tú, la mejor de la aldea. Y tu abuela, Dolores María, que se parecía mucho a su padre Casiano, hermano de Casilda de Tejeje, los padres de Amancio el pequeño, que acabó en Luou con María José la rubita. Ellos son los padres de Jacobo y Mariana, que en Santiago casó con Moncho el panadero, primo de tu bisabuelo Francisco, el padre de mi padre… Imagínate, los lazos de los Villafranca vienen de allí. Eran panaderos, se trajeron el oficio de Cuba creo, o de la Argentina, y unos cuantos pesos en oro. También el muro de la casa fue hecho con el oro de Cuba. Lo trajo mi bisabuelo Castor, que se hizo amigo de Francisco allá en Varadero, creo… Pues Moncho y Mariana se casaron, y cuando se enojaban, una iba para Tejeje y el otro para Villafranca y allí se enteraban todos, de un lado y otro de la familia. Jacobo se hizo cura y murió en un accidente, dicen que cayéndose de un carro de vacas, aunque no podría asegurarlo; porque otra versión dice que se fue a México a buscarse la vida y que se montó en el dólar además casándose con la heredera de otro emigrante… Espera, ahora que lo pienso, familia de Pepe de Orense, primos me parece; me lo dijeron una vez, en la primera comunión de Raquelita, tu ahijada. Los caseros del tío José eran medios hermanos de Jacinta, su mujer, que a la vez era sobrina de Mercedes del Afilador, que había emparentado con Luciano el cantero, que hacía maravillas, mira nuestra casa. Los pobres, tuvieron un hijo medio tonto que apenas sabía hablar; en realidad, creo que era sordo, pero para ellos fue una especie de peste. Y también tuvieron otro, Carlitos segundo, demasiado despierto, me temo. Engañó a unas cuantas del pueblo, así que hay algunos pelirrojos por ahí sueltos con la sangre de nuestra familia mezclada.

   – Vaya lío…

   – ¡Qué va! Los lazos están atados, bien atados, diría yo. Mira por dónde, al final, todos tenemos algo de familia: nuestra aldea y Tejeje y hasta en Santiago. Hay una rama más floreciente, como ocurre en casi todos los casos; los médicos, que no se hablan con nadie, salvo que deseen algo, y los catedráticos, que van con la nariz respingona, como si ahora serlo significase algo. Nosotros éramos de la aldea, los paletos. Y ya ves.

   – Así que la abuelita Anita…

   – La abuelita, tu bisabuela Anita, vino de Órdenes, se enamoró del abuelo Francisco cuando llegaron a la aldea. Sus parientes, los Regalado, fueron alcaldes del pueblo por años, hasta hace poco, en realidad. Y, ahora que lo pienso, por parte de su hermana Claudina, también tenemos algo de familia allí. Jacobo, antes de ser cura, o después, le hizo un hijo a una prima de Claudina, que reconoció, faltaría más, aunque apenas si ha venido por aquí. Recuerdo que era alto y buen mozo… Se llamaba Ignacio, me parece. También emigró, a Alemania o a Suiza, y anda por allí; ya me dirás a quién le apetece volver. La abuelita Anita era guapísima, delgada como un pajarito, y oye, tú tendrías unos tres o cuatro años y allí estaba ella, cogiéndote con todas sus fuerzas… La abuelita… Yo era más de Villafranca que de aquí, lo reconozco, y mira por dónde, pertenezco a todos los lados. Y ahora que lo pienso, me siento bien con eso…

   – Vaya lío…

   – Ay, chiquillo, los lazos de familia, por más atados que estén, siempre lo son…

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