Ruidos de alarmas que se apagan.
Monitor con sus registros de colores que se aplanan y se ponen a 0.
Otro encuentro más con la muerte, así en minúsculas. Con respeto, con dignidad, sin sufrimiento. Con la tecnología actual el límite está en saber cuándo sostener una vida que vale la pena y cuándo administra el confort necesario para que la muerte sea lo que debe de ser: un paso sin molestias hacia la Vida.
En mayúsculas.
– ¿No tienes miedo a morir?
Me pregunta un residente muy serio. Yo me lo quedo mirando.
– No. El cómo es lo que me preocupa. ¿Morir? Para nada.
Suspiramos. Y una sonrisa se dibuja en sus labios.
– ¡Qué raro eres, tío!
– Ya.