En la noche de marzo yacemos juntos. Uno al lado del otro.
Silencio.
La respiración suave del que se queda dormido. Y el latido de mi corazón agitado.
Tiemblo por lo que puede pasar. Me estremezco por el futuro. Pienso en lo que puede ser, en lo que ocurrirá, en los fallos que habrá, en los errores en los que caeremos, en los malentendidos.
Me muevo en la cama. Tú permaneces impasible.
Pestañeo. La luna entra a raudales por la ventana abierta. Qué calor tan inusual para marzo. Echo en falta la lluvia.
Sé que tú también, pero pareces amoldarte a todo. Te entregas al día a día con tanta facilidad, que deseo tenerla, que quisiera poseerla para que confiaras más en mí. Y en esto que empezamos juntos.
El viento refresca la habitación. Se cuela por la ventana entreabierta. Y yo me cubro con el edredón. Tú sonríes. Y dejo de respirar por un momento.
Mi corazón se detiene. Mis pensamientos dejan de fluir. Tienes el don de darme calma.
Echas un brazo por encima de mí y me atraes hacia a ti. Siento el calor de tu piel, el aroma de tu cercanía.
Me abrazas. Y cierro los ojos. Y respiro suavemente.
Tú me das paz.
¡Qué felicidad!
wauuuuhhh que bonito, estoy leyendo y mi imaginación va a tu cama y soy yo la que esta viviendo esa escena, me pareces una persona muy romántica, eso es muy bueno, me gusta, feliz domingo de ramos
Igualmente, Anuska!