Viajera/ Traveler.

Arte/ Art, El mar interior/ The sea inside, Música/ Music

   Mira la ventana. El paisaje cambia rápidamente a medida que el tren se desplaza. Como a veces queremos que la vida también pase.

   Ojos fijos, labios finos. Expresión meditabunda. No parece conocer a nadie excepto el paisaje, al que mira sin ver, perdida como está en sus pensamientos. O en sus ensoñaciones.

   ¿En qué pensará? ¿O en quién?

   ¿Qué puede haber de difícil en una vida joven que corre con el tren en marcha?

   Manos finas, un anillo de oro brilla en el dedo anular. A veces creemos que la vida es así, rubia y brillante como el oro, eterna como esa aleación que lo hace moldeable e imperecedero.

   Pero la vida no es así. Ni el amor que todo lo inspira.

   ¿Qué espera esa mujer? ¿Hacia quién va?

   Ensimismada, gesto de cansancio o de aceptación. Y la imaginamos llorando y la imaginamos rabiosa y la imaginamos sudorosa al lado del cuerpo deseado y la imaginamos risueña, cubierta de sol a la sombra de una encina.

   Y en silencio pasa los minutos como kilómetros. Y el tren corre veloz por la vía que nos lleva. Y ella callada, en esa lucha interior que se refleja en sus pupilas y en el cristal. Yendo y volviendo, un cuento de nunca acabar.

   Como el amor.

   Contigo ni sin ti.

   Y nada hay qué hacer si no esperar. Y a veces luchar y a veces aceptar que todo debe cambiar o que todo debe seguir igual para nunca, nunca, nunca quedar sin vida.

   Mirando por la ventana la viajera ve al paisaje cambiar. Y al corazón retratarse en sus ojos. Y a la espera continua en su corazón.

   ¿En quién pensará? ¿O en qué?

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