Yorokobu: una revista distinta/ Yorokobu: a different magazine.

Arte/ Art

  Yorokobu en japonés significa ser feliz, y bajo este concepto nació esta revista fascinante, traviesa, moderna pero a la vez respetuosa con los lectores, llena de color, diseño, encanto y sabiduría.

   Con este estado en el que nos encontramos, en el que las grandes compañías hacen su agosto recortando aquí, estirando allá; en el que todo vale justificado en crisis y en el despilfarro de una clase política que deberíamos aniquilar de una vez por todas (por su podredumbre e insensibilidad al resto de los ciudadanos, que dicen representar y servir), en el único vuelo vespertino (nocturno, que se llega de madrugada) que une Santiago de Compostela con Barcelona, mal sentado, lleno de gente, tropecé con la revista Yorokobu y transformó aquel vuelo vacío en una experiencia fascinante.

   A pesar de haber pagado para un asiento llamado XL (la compañía es Vueling) y pedido pasillo, pensando en que habiendo pagado tendría pasillo, me senté en el lugar que creía era el mío. Con el avión casi lleno llegó el verdadero ocupante del sitio y me espetó con muy poca educación que me había equivocado de asiento. El hombre en su treintena iba acompañado de otro colega de aspecto similar, una especie descafeinada de yuppie. El error era fácilmente subsanable y tampoco pasaba gran cosa, pues sólo significaba que debía rodar mi persona hacia un lado para que el hombre ocupado se sentase en su asiento. No sé si se consideraba especial por su trabajo o por lo que fuese, trajeado y con un iPad en la mano, por lo visto muy entregado a su labor. Conozco el patrón. Con más desgana que irritación, me trasladé al asiento contiguo. A partir de allí, y ya antes de despegar, los dos hombres se enzarzaron en una conversación profesional sobre ventas y no sé qué más. Parecían realmente personas ocupadísimas.

   El avión despegó y al rato, mi compañero de asiento encendió el iPad y siguió parlamentando con su colega. Para aislarme de tan profunda conversación, me puse los audífonos, conecté la música y me dispuse a hojear las revistas del avión. Allí estaba Yorokobu, con su portada colorista y atractiva. Intrigado, la cogí y la leí de un tirón, haciéndoseme corto un vuelo que parecía una lenta agonía con la cháchara vecina.

   Todo de la revista me gustó. Su tono cordial, su profundidad sin vanidad, su modernidad sin estridencias, su ánimo de informar sin agobiar y de entretener sin idiotizar. Llena de diseño y de buenas ideas, me mantuvo enganchado todo el vuelo y aún hoy, gracias a su presencia en la red, sigue encandilándome. Durante aquel vuelo sobre todo me llamó la atención un artículo de Julio Wallovits: Perfeccionismo suena a parálisis. Y sus efectos aún resuenan en mi interior.

   Yorokobu hizo feliz un viaje que parecía una pequeña pesadilla.

   ¡Ah!, por cierto. El vecino maleducado y su colega eran visitadores médicos, comerciales destinados a la venta de prótesis ortopédicas. Cuando me di cuenta, una carcajada se me escapó en plena noche. Vaya caballero. Aquello redondeó la noche. ¡Ah! Y también que, ya en tierra, una señora muy mayor con la que tropezó (es que llevaba mucha prisa el hombre) lo acusó a voz en grito de haberla tropezado para robarle el bolso. Nadie creyó semejante acusación siendo los únicos que estábamos en el aeropuerto de El Prat a la una de la mañana, pero no dejó de pasar avergonzado a recoger su equipaje. Al final, siempre nos acaban poniendo en nuestro puesto, de una manera u otra.

   Yo llevaba en mis manos la revista Yorokobu y la música del iPhone a todo dar. Tenía mucho sueño, me esperaban dos jornadas agotadoras y hacía un frío terrible, pero había conseguido, en esa hora y media, lo que en toda la jornada no había logrado por mí mismo, sentirme feliz. Y eso es un pequeño milagro. Nada como la belleza de la imagen y de las líneas escritas para transportarnos a un mundo singular, donde todo es posible.

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6 comentarios en “Yorokobu: una revista distinta/ Yorokobu: a different magazine.

  1. Vaya Juan, pues en todas las veces que he volado a Barna ( y con Vueling) nunca he visto esa revista y te puedo decir,(aunque conociéndome un poco ya te lo supondrías) que miro todas las revistas que hay en el bolsillito, a veces incluso miro el tipo de avión que es (pero bueno, esto es porque de toda la vida me han encantado los aviones),Lástima pues que nunca la haya visto, a ver si hay suerte en mi próximo vueling. Ahh, es curioso porque a mi me han sentado varias veces en XL sin pedirlo (será por mi gran tamaño) y bueno, gente de ese tipo si es cierto que me he topado ya con unos cuantos. De acuerdo totalmente con todo el artículo, por no decir que has sido muy «bienintencionado» con los políticos, jaja.
    Otra vez informándonos de algo interesante y cultural,Gracias por ello. Intentaré recordar el nombre( y sino ya tengo este artículo) para ver si me hago con una de esas revistitas porque ciertamente me gusta el nombre, lo que significa y seguro que al leerla me gusta toda ella.

    1. Cris, la revista también la puedes leer en el enlace que he puesto en la entrada. Y se vende en quioscos al parecer.

      1. Soy Chus, no Cris pero da igual y sí, ya he leido desde el enlace, por eso puse despues lo de «yuju, tiene pagina» que de todas formas ya habías puesto tu, pero a veces las páginas no son del todo buenas y esta, a lo que he visto, de momento me ha gustado.Gracias

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