La cama vacía/ An Empty Bed.

El mar interior/ The sea inside

Cama vacía. Ni la sombra del peso de tu cuerpo, ni un pliegue de más.

Vacío interior. El cuarto está callado, atontado por un silencio que no le es propio. Extraña los susurros, los roces, algún ronquido y los gozos.

Interior lejano. Ya no soy yo. Porque tú no estás. Y tú eres más que yo y yo debería serlo también. Pero miro la cama vacía, sin sombra de tu peso, sin marcas de consuelo y de algarabía, y sé que no puedo. No todavía.

Lejano renacer. Desde la ventana parece que llega el alba. Y sólo ilumina una cama vacía. Con sus pliegues intactos, con sus cojines y sus almohadones de plumas y sueños rotos. Con mi corazón en pedazos acostado junto a mi cuerpo, que yace solo en el suelo, abandonado.

Renacer pesado. Qué lento es caminar hacia el olvido. Que está hecho de pasado perdido entre las sábanas intactas, que ya no huelen a ti, si no a jabón y suavizante, a lágrimas secas y anhelos congelados. Qué triste es volver a nacer en silencio, acostumbrado a hablar por la boca y por el corazón.

Pesado silencio. En nuestro cuarto todas las cortinas están cerradas, como el telón de una obra ya concluida. Y se oye el crujido del parquet y a veces el lamento de mi corazón. Creo escuchar tus pisadas y giro alguna vez, todavía, para encontrarte. Pero sólo hay aire y nada flotando entre tú y yo.

Silencio vacío. Como la cama vacía. Que abre sus brazos para acoger un amor que ya ha caducado; que parece erguirse a saludar un amor que ya es pasado. Como tú y yo.

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