He estado callado, he estado lejos de ti, sin tocarte si quiera, sin sentir el tacto loco de tu piel húmeda, ni conocer el sabor de unos labios carnosos que se juntan a veces para darme un beso y otras para hacer mohínes graciosos.
He pasado noches en vela dibujándote, soñándote. Cada palabra que dirías, cada sí que me regalarías, y el abrazo enorme donde esconder mi cabeza y el arrullo de tu espalda en donde sembrar un millón de besos, un millón de quimeras que saldrían volando como mariposas hasta el cielo oscuro y sin nubes.
Has sido la mejor compañía, aquella que calla cuando debe, que reconforta, que acerca su hombro, su mano y el calor que perdemos cuando la fe en nosotros mismos es más que polvo y menos que nada.
Y aunque sé que no me amas como yo te adoro, he intentado negar que ese sentido llena mi corazón, y mi cabeza ha luchado tanto por mantener siempre ese límite infranqueable entre el amor y la amistad…
Eres intransigente, eres especial. Nada parece hacer mella en ti, salvo el amor no correspondido, el mío sin duda, porque a veces te me quedas mirando cuando lo que siento no me cabe en los ojos y se me desparrama en lágrimas por la cara y preguntas curioseando, intentando bucear en un corazón que se cierra rígido, que se le escapa el sentimiento por la puerta de atrás. Hay días que no tengo sangre en las venas, sino una caligrafía entera con tu nombre grabado en ellas.
Cuando lo supe creí morir de alegría… ¿Qué otro nombre podía tener ese nerviosismo de colegial, esa ilusión de verte llegar, de sentarnos juntos, de hablar hasta el amanecer? No miraba el reloj que fluía libre entre nuestros pensamientos; no había frenos al tiempo cuando estábamos juntos; no había filosofía ajena, sueños intermitentes, pensamientos arriesgados que no tejiéramos juntos, y algunas confidencias y el secreto encerrado que parecía olvidárseme a veces y que me recordabas de repente con un mohín, una caricia o una palabra sencilla, como el sonido de mi nombre entre tus labios…
Sé que está mal. Sé que sólo quieres amistad. Porque buscas solaz en aquellos que no son como yo; que te dan una pasión que no encuentras en mí, o una morbosidad lejana y distinta de la cristalina serenidad que encuentras conmigo. Y aunque sé que me quieres, igualmente sé que no me deseas. Y para amar hace falta el deseo de amar y el saberse amado: yo no soy más que un reo prisionero de una ilusión a la que a veces le das alas y a veces sólo cera derretida que lo clava a la tierra.
Y sin embargo no puedo luchar más. Cada palabra tuya es para mí un poema; cada pestañeo una noche sin luna; cada silencio, la antesala de una revelación que puede ser la deseada. No puedo luchar más contra esta marea que me hincha como un globo y hunde mis intenciones todas buenas, y ahoga mi conciencia que sólo me estorba, y deja flotando mi corazón latiendo por tu nombre y mis labios sedientos del agua de tus besos.
Y aunque sigo preguntándome qué tienes dentro, si un corazón o un reloj de piedra, poco a poco me acerco a ti con los sentidos cambiados, la brújula revuelta, el estómago retorcido y la boca seca, porque no puedo luchar más contra esto que siento, que puede ser el fin del mundo, el comienzo del universo o sólo la muerte de nuestra amistad.
Y tu amistad es lo que más valoro, porque te amo tanto que prefiero este papel ingrato de segundón tardío al mero corista de un olvido que te sería tan fácil como despedirme.
Pero no puedo más con esto que llevo dentro; no puedo detener por más tiempo una cascada que fluye desde mis ojos, y ese océano rojo de sangre que va del corazón a mi boca y retorna desde mis manos al corazón. Mis manos que te rozan de lejos y que tiemblan, una y otra vez, una y otra vez tiemblan al senirte cerca…
Y debo arriesgarme, debo armarme de valor y decirte lo mucho que te amo, lo que te idolatro a pesar de tus defectos; de lo mucho que te deseo a pesar de tus deseos, y de lo bien que te haría porque eres el bien de mi vida.
No puedo luchar más en contra de lo que siento… Y lo que siento es, y seguirá siendo por siempre, tú.
Basta de amar….es suficiente. :-))
Algunas veces hay que luchar por un amor, pero otras veces no queda otra opción más que dar rienda suelta a todo lo que se siente con un amor no correspondido; sentir y sentir, hasta que un día se da uno cuenta de que no se siente tanto como antes… esa es la esperanza.
Suerte y ánimo.
Tienes toda la razón.