Mundos opuestos/ Opposite Worlds.

El mar interior/ The sea inside

   Sólo el tiempo me ha enseñado que no es necesario ser amado para amar, ni ser ciegamente apreciado para vivir día a día, y que las paredes que separan los mundos opuestos, en realidad, son falsas y se evaporan a la inspección más minuciosa.

   Muchas veces me pregunto porqué seguimos desplegando, en toda relación humana, el abanico de frustraciones con el que nacemos y aquellas que vamos ganando con los años, cómo es posible que sigamos siendo atraídos hacia determinadas actitudes y aspectos antes que a las personas en sí.

   A veces me pregunto, a medida que gano años, cuán difícil resulta eliminar esa basura sentimental, limpiar esa carga emocional que nos impide ver a los demás tan claros y tal cuales son y, aún más a nosotros mismos. En vez de ganar en aplomo y resistencia, la suma de los sueños que nos lleva hasta aquí es en sí misma una fuente de frustración y de error que termina por engatusarnos, primero en la red de expectativas y, después, en la de decepciones que siempre acaban por venir. Un amigo con el que dejamos de conectar; un amor que termina siendo un espejismo; alguien agradable pero cuya atracción física es nula; nuestra propia piel, que se aja y se descuelga; los insomnios a veces; las manipulaciones otras… Todo conforma un tejido de lucha de poder, de leyes de atracción y de rechazo, que agrega miopía a las similitudes y sólo remarca las diferencias, haciendo que el mundo, siendo como es uno solo, parezca escindido y diverso, contrarios y opuestos a nuestros deseos y realidades.

   He conocido personas, que siendo aún jóvenes y sanas, persiguen anhelos irreales, quieren ser deseados por lo que aparentan y lo que buscan, y no desfallecen jamás, a pesar de que cada día les regala el hecho real de la soledad. He conocido personas brillantes y maravillosas, que sin ser guapas, reflejan una alegría y una paz interior maravillosas, atadas a otras oscuras y grises por falta de autoestima; otras, por falta de cariño hacia sí mismas, que se encierran y sólo salen cuando reciben aquello que más temen, y clausuran su búsqueda o enmiendan sus necesidades hacia otras metas, otros anhelos lejanos de aquéllo por lo que realmente suspiran. El mundo está tan lleno de equivocaciones… Y todos encajamos en algún lugar de este océano de errores; todos yacemos con nosotros mismos, y sólo con nosotros mismos nos enamoramos y nos separamos y sufrimos y envejecemos; muchas veces sin aprender estas lecciones tan sutiles y tan bellas como son las de amar y ser amado simplemente por lo que somos y no por lo que aparentamos.

   Mundo opuestos que reflejan realidades comunes: belleza y fealdad, maldad y bondad, riqueza y pobreza, inteligencia e idiotez… Todo es lo mismo, todo es el reflejo del mismo ser, de los mismos miedos. Unos suspiramos por amor, otros por ser aceptados; algunos por encajar en determinado ambiente, otros por seguir pareciendo jóvenes a cualquier precio; otros por ser tomados en cuenta y algunos por ser olvidados. Unos por dolor, otros por temor; algunos por valentía y unos pocos por sentimentalismo y terror… Puede que el amor sea la respuesta. El amor íntegro, completo, absoluto. No el que luchamos por merecer, no el que creemos merecer, no el que buscamos en el Otro ni el que el Otro nos da; no el amor de limosna, no el amor de gratitud, si no el amor simple, que brota sincero de una sonrisa y de la luz de unos ojos sin igual, y que acaba destruyendo las barreras de papel de esos mundos opuestos en los que naufragamos siempre y del que sólo sacamos heridas, dolor y más y más frustraciones.

   No lo sé. La soledad nos acompaña; el temor hace de nosotros un juguete roto. Y sin embargo la solución parece tan sencilla… No lo sé. Atrás quedan amigos perdidos, personas que creímos amar alguna vez y que nos decepcionan, sueños que no se cumplen, vidas que no se viven y sentimientos que mueren por falta de correspondencia… Y aquí estamos. Mirándonos en espejos deformes, peleando en mundos opuestos por lugares opuestos, por necesidades opuestas a las que realmente tenemos…

   ¿Alguien es realmente feliz? ¿Qué es, en esencia, la felicidad? ¿Quién desea envejecer, o perder la salud, o ser rechazado por aquellos que deseamos, o luchar con el destino, o aceptar el destino, o llorar o engordar o adelgazar o estar solo y morir? Puede que la clave esté en deshacernos de todos los velos, en destruir esas barreras que separan nuestros muros estancos y darnos cuenta, de verdad, que el amor está en cada rechazo, que la vejez tiene sus oportunidades como la juventud, que cada destino tiene encerrado en sí mismo un proyecto de vida adecuado a nuestros sueños y que nuestros sueños, sueños son. No lo sé… Puede que el amor sea la respuesta, el verdadero amor que no es pasión pero que se le parece, que no es serenidad pero se le acerca y que no es felicidad pero casi la consigue.

3 comentarios en “Mundos opuestos/ Opposite Worlds.

  1. Quizás la respuesta sea aprender a tener una relación amorosa con nosotros mismos que, como tal, debe ser cuidada y cultivada durante toda la vida. Después de esto, lo demás viene ya solo.

    Bonita entrada.

    Un abrazo.

  2. Creo, realmente, que la soledad bien llevada puede aportar mucha felicidad. Conocerse a uno/a mismo/a es un proceso complejo. Respetarse a uno mismo creo que es crucial. El «amor propio» bien entendido es fundamental.
    Me ha encantado, Juan!
    😉

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