Una mirada como si nada. Una picardía. Un sonrojo.
Una sonrisa tímida. Un cabeceo.
Un guiño. Una voz dulce y profunda, de vino tinto y cama sin hacer.
Un cabeceo. Una sonrisa más confiada.
Un ademán. Un nombre. Un contacto.
Dos manos. Dos brazos. Dos torsos que se encuentran.
Aire entre los cuerpos que se evapora, espacio que desaparece por un momento.
Cuatro labios, cuatro hileras de dientes. Cuatro ojos y cuatro manos que se encuentran.
Un brillo en la mirada. Una caricia. Un beso.
Y silencio.
Un abrazo nuevo, un nuevo día. Una nueva historia de dos.
Un comienzo.
Espero que tengas programadas las entradas, porque si no, ¿qué demonios haces escribiendo a las tres de la mañana?
Muy bonito, como siempre. Un beso
Pues no, jajajaja!