La mirada de Mónica Ochoa bucea en las intimidades del ser humano y es capaz de atraer la verdadera belleza y la luz escondida en los fondos del alma. Y ha conseguido desnudar la maravillosa personalidad y la serena paz que encierra en su interior ese terremoto sensorial, ese volcán de ideas, pensamientos y sentimientos que es Abel Arana. Sólo un vistazo, sólo una hojeada, y la magia de esas imágenes nos atrapa para siempre, y dejamos de preguntarnos qué tiene de especial y de único Abel Arana, porque es dueño de todo, de todo lo que de hermoso tiene un hombre.
Una hombre excepcional en las manos de una artista única.