La vida se escapa, líquido informe, por entre los dedos. Y no hay manera de contenerla, esfuerzos evaporados en su materia evanescente, cuyo esencia asciende al universo como una ofrenda eterna.
Y en medio de esta desazón, que no da más, nuestros afanes, inválidos, ingrávidos, inútiles, se transforman en una frustración continua; robándonos el sueño, la calma, la vitalidad.
En esta lucha sin cuartel, en donde todo está en contra, cada latido del corazón, como el sol por las mañanas, sólo nos vale para insuflar esperanzas vanas, muertas desde su nacimiento, fútiles, rotas.
Y en esa desazón sin medida, debemos detener la loca carrera, y penar, y sentir, y percibir el rumor oscuro del océano, el vals insomne del mar, y apercibir, en la sombra furtiva del horizonte, la boya de nuestro descanso, la playa de nuestra espera. Y llegar hasta ella, con el resuello cansado y la voz rota, para llorar, bregar, sudar y callar.
Visto así, de frente y desde atrás, la vida no es más que una esfera hueca que rebota sin sentido en el universo de nuestro ser. Lo que nos identifica en ese mundo de cristal no es más que un disfraz; y la sombra fugitiva del momento, mero decorado que se deshace, con el más leve de los roces, en un estruendo horroroso.
Y es en medio de ese desorden, ensordecidos por el rumor tenebroso de lo que se rompe, cuando el verdadero ser se erige en medio del desierto, y da sus primeros pasos. Y no hay cadenas, ni límites ni zarzas en llamas que lo detengan en esa venturosa ruta, más peregrino que caminante, desnudándose a cada paso.
La vida que vivimos sólo sirve para despellejarnos. Y la piel se cae en tiras de papel, que se pierden presurosas en medio del viento en marcha. Y ese viento que sopla en nuestro corazón, que hincha las velas de nuestros pies, es combustible y guía, como el brillo de las estrellas. Y en medio de ese desorden de mundo, el mundo se transforma y se desvela, deslumbrándonos con su verdadera faz y su brillo.
Soy un ciego torpe. Un débil de mente. Un pobre boceto de lo mejor de mí. Y me gustaría salir corriendo, desbocado, desbordado, aniquilando cada una de las parcelas de vida inútil que me rodea; deshacerme de cada una de las imperfecciones que me ayudan a ser lo que soy; y huir en pos de mí mismo; ser empequeñecido, perdido en la búsqueda de ese horizonte vertical que se traga al sol, que se bebe el mar y que perpetúa el dolor inútil, la lucha imperfecta; que embota el filo de las espadas y la sinfonía de las estrellas.
Quiero dar los pasos que aniquilen lo que soy y me dejen ser libre; dominador de mis impulsos, emperador de mis sentimientos, y amo de mi destino… Quiero correr libre por la arena de la Playa de la Espera, y saber que soy, que siento, que manifiesto lo mejor que hay en mí, despreocupado, muerto por fuera y eternamente inflamado por el amor, mientras el agua me baña, la luz me bautiza y el rumor siempre envolvente del océano, me embriaga.
I feel like I don’t belong. To anywhere: land, country, planet. To anybody.
And I am lonley. And I am alone.
Every act is innefective; its purpouse dilutes in the meaningless of everyday. And, even knowing that it is necessary, I can’t find this golden path to guide me to the right choice, the correct way, the real me.
And, in that indecision, world turns around me unstoppable, and Life goes through me without a single touch, speedful and unaware of my own very presence.
Because I feel I have no one…I do not have one.
And Life means nothing sometimes. And sometimes turns out to be almost everytime and everywhere. And everything loses its own worth, or changes it, becoming unreachable, unspeakable and unawere. Of me. For me. With me.
And I run. I run to no place in particular. Because I know for sure that, in that crazy race, during those moments of unconcious feelings and unseen goals, the true core of Life beats inside, and the absolute Freedom shines like gold. The gold path to absolute Liberty.
But maybe all this is much ado about nothing. And maybe I’m tired of being tired, or alone, or both. Maybe just tired. And maybe this world is not mine; and this path is not mine and I’m hopeless. And maybe,in this dispair, I may can find the correct answer for living. Living the life I’m living now. And seeing the things I’m seeing now; and touching these things that surrender me, in this almost incomplete space that I call body, home, land, sun, sky, and stars.